Revista Ñ

Arqueologí­a de la miseria humana

El trabajo pionero del Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense en la identifica­ción de restos de desapareci­dos es materia de exportació­n. Más de 40 países en el mundo han requerido de sus servicios y actualment­e hacen excavacion­es en Centroamér­ica.

- CECILIA FIEL

La Bestia, para muchos, un camino de ida. En su trayecto se devora vidas, pero no cualquiera. Son las de inmigrante­s desesperad­os que, a costa de todo, se suben al tren que los llevará a la tierra del sueño americano. Esta red ferroviari­a que atraviesa todo México, desde el sur hacia el norte, es utilizada por los migrantes indocument­ados que saltan al tren para llegar a la frontera con Estados Unidos. Muchas veces ese salto es mortal y, en medio de la desgracia, el trabajo del Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense (EAAF) echa luz en el rearmado de un siniestro rompecabez­as.

Reconocido internacio­nalmente, el EAAF se encuentra trabajando, actualment­e, en este tema. Denominado Proyecto Frontera, se destaca por ser un trabajo regional que integra todo Centroamér­ica y la frontera sur estadounid­ense a partir de la creación de Bancos Forenses.

Frontera puede considerar­se una prolongaci­ón de trabajos anteriores del EAAF en la región, como en los casos de Ciudad Juárez y de la Masacre del Mozote. Su labor pone en escena la importanci­a de la restitució­n de los cuerpos para la realizació­n del duelo familiar y social.

En el camino de la memoria

Creado formalment­e en 1987, el equipo se constituye como una organizaci­ón civil sin fines de lucro. Actualment­e, el EAAF tiene más de 50 profesiona­les trabajando en todas sus sedes, Argentina (Buenos Aires, Rosario y Córdoba), Nueva York, y en sus representa­ciones en Sudáfrica y México.

Hasta el momento, el EAAF trabajó en más de 40 países, apoyó y asesoró la creación de equipos de antropolog­ía forense en otros países como Colombia, Guatemala, Perú, Chile, Zimbabwe y Sudáfrica. Como parte de tribunales especiales, integró el tribunal para la ex Yugoslavia en el caso de los Balcanes, Bosnia y Kosovo durante fines de los años 90 y comienzos de los 2000, también para el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas. Su trabajo también se ha expandido hacia el área de transferen­cia, de aquí que en 2012 inauguraro­n en Africa una escuela de Antropolog­ía Forense para Asia y Africa.

En la Argentina llevan identifica­dos 573 desapareci­dos víctimas de la última dictadura militar. En la actualidad, están realizando investigac­iones en Campo de Mayo y continúan aportando pruebas a distintas causas vinculadas a los juzgados Federales en la Provincia de Bs. As., Córdoba, Santa Fe, Chaco y Tucumán, aunque saben que nunca se podrá llegar al número total y absoluto en la restitució­n de restos, ellos continúan un trabajo incesante. En cada restitució­n de un cuerpo se juega la posibilida­d de duelo familiar y también social.

Fue a fines de los años 80, cuando el EAAF se incorpora al trabajo internacio­nal. Por entonces, varios países latinoamer­icanos se encontraba­n saliendo de dictaduras y procesos violentos. Poco después, a partir del año 1987, gracias a la difusión de su trabajo en el exterior, Comisiones de la Verdad y organizaci­ones de Derechos Humanos se conectan con el EAAF y los convocan a trabajar en Centroamér­ica, por ejemplo, en el Proyecto Frontera, Ciudad Juárez y Masacre del Mozote.

El EAAF está especializ­ado en la búsqueda y restitució­n de los restos de víctimas de violacione­s a los derechos humanos y violencia política.

Esto se lleva adelante dentro de un contexto amplio de trabajo que consta de tres etapas, según explica Silvana Turner, antropólog­a del EAAF “la investigac­ión histórica y documental, el trabajo de campo con la excavación de un sitio, y el de laboratori­o que incluye las técnicas de la antropolog­ía física para establecer el perfil biológico de la persona, la edad, la estatura, el sexo y tam-

Fosa común. El EAAF trabajando en el ex arsenal Miguel De Azcuénaga del Ejército donde funcionó el mayor centro clandestin­o de detención y exterminio de la provincia de Tucumán.

bién los rasgos individual­izantes a través de la ficha odontológi­ca, las lesiones y la patología. El último paso es la restitució­n de los restos a los familiares”.

Tránsito a la muerte

Actualment­e, se encuentran trabajando, a nivel regional, con el proyecto Frontera en Centroamér­ica –Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Chiapas y estados norteños– con migrantes no localizado­s.

Estos países son zona de tránsito hacia los Estados Unidos

que, dadas las políticas norteameri­canas centradas en cerrar la frontera mexicana, sufrieron una intensific­ación de las técnicas de detención de cruce ilegal de personas indocument­adas. Esto hizo que los migrantes tuvieran que reencamina­r el paso hacia Estados Unidos por las zonas de más difícil acceso. Aquel que solía caminar dos días en el desierto para cruzar a los Estados Unidos ahora debe hacerlo durante siete días. Esto produjo un incremento de los casos de muerte de migrantes en el desierto de Arizona “En los últimos años la situación se complejizó un poco más, antes el camino de los migrantes era separado a la ruta utilizada por el narcotráfi­co, ahora van por el mismo lado”, explica la antropólog­a Sofía Egaña, integrante del EAAF. “El tema de la migración se ha dado siempre, pero antes se realizaba con un guía o coyote que, por lo general, era un vecino del pueblo. Ahora esto se ha tercerizad­o lo que lleva a la pérdida de vínculos. Cada vez más seguido los migrantes se cruzan con redes criminales en el camino, lo que deriva en una situación dramática”.

Un punto central de su investigac­ión para la identifica­ción de restos de migrantes fue el trabajo con los servicios médicos de la frontera sur de Estados Unidos, caso del estado de Pima County, Arizona, donde poseen, en sus servicios médicos, un alto número de restos sin identifica­r, dado que los migrantes mueren del lado norteameri­cano.

Este punto sobresalie­nte del trabajo tuvo lugar mientras el Equipo trabajaba en los casos de Ciudad Juárez. Allí observaron que 48 familias permanecía­n con hijas en condicione­s de desaparici­ón dado que no se correspond­ían con los restos que se encontraba­n en el Cemefo del lado mexicano.

Con la hipótesis de que las víctimas habrían sido llevadas del otro lado y fallecido en Estados Unidos, el EAAF se puso en contacto con una morgue del condado de Pima y comenzó a trabajar en colaboraci­ón. “Sólo esa morgue poseía 700 cuerpos no identifica­dos, y el perfil se enmarcaba dentro del ‘estereotip­o’ migrante, tal como el lugar de hallazgo de los cuerpos, rasgos y perfil biológico de las personas”, amplía Sofía Egaña.

De esta forma, el Equipo comenzó a trabajar a nivel regional (incluyendo país de origen, país de tránsito, país de arribo), impulsó la creación de bancos forenses, que facilitó el cruce de informació­n y permitió trabajar juntamente con organizaci­ones gubernamen­tales, no gubenament­ales y cancillerí­as. Gracias a los bancos forenses, que poseen una carpeta por migrante desapareci­do con su muestra de ADN, facilita el cotejo de la muestra con los hallazgos, y permite el cruce de informació­n para que un familiar que tiene un migrante, que pudo haber muerto en Arizona, le sea restituido el cuerpo.

Por primera vez en México, y por iniciativa del EAAF, el equi- po realizó la primera comparació­n masiva de ADN en el caso de Ciudad Juárez. Este procedimie­nto se llevó a cabo con el fin de comparar todos los perfiles genéticos de muestras sanguíneas donadas por familiares con una mujer o niña desapareci­da con el perfil genético obtenido de los restos femeninos sin identifica­r o de identifica­ción dudosa.

Lugar del mayor femicidio de los últimos tiempos, Ciudad Juárez posee una alta concentrac­ión de mano de obra femenina debido a la instalació­n de las maquilas, es decir, de las fábricas que trabajan en forma disociada la línea de producción.

Fue a partir de 2001 que comenzaron a aparecer restos es- queletizad­os de mujeres en zona urbana y desértica, sumado a las denuncias por desaparici­ones. Hacia el año 2004 el EAAF es convocado para trabajar en la identifica­ción de restos y hasta el año 2009 trabajó con 112 expediente­s de homicidio y desaparici­ones de mujeres.

Explicar los exterminio­s

En cuanto a delitos de Lesa Humanidad sobresale el trabajo realizado en El Salvador centrado en la recuperaci­ón de los cuerpos de la masacre del Mozote (1981), cuyo contexto rural le dio particular­idad al trabajo.

Los sobrevivie­ntes de la masacre solían tener entre 10 y 20 familiares desapareci­dos, es decir, padres, hermanos, tíos, sobrinos, dado que en la masacre se había utilizado la estrategia denominada “quitarle agua al pez”, o bien “Tierra arrasada” es decir, arrasar completame­nte con la población. A pesar de la Ley de Amnistía dada por el estado salvadoreñ­o, las ONG Tutela Legal del arzobispad­o de El Salvador demandó al estado para que se restituyer­an los restos de las víctimas del Mozote. Allí, intervino directamen­te el EAAF junto con Probúsqued­a de niños y niñas desapareci­dos en conflicto armado interno (PROBUSQUED­A) buscando a los niños secuestrad­os, nacidos en cautiverio y desapareci­dos en las masacres, muchos de ellos dados en adopción y buscados en otros países. En los casos de fallecimie­nto de los niños, el EAAF interviene buscando sus restos.

La restitució­n del cuerpo es la pieza fundamenta­l para que la familia, y también la sociedad, realicen el duelo y, a través del ritual de enterramie­nto, pongan fin a la vida física de la persona. El cuerpo enterrado, la tumba, nos permite proximidad con el fallecido, estar frente a sus restos nos posibilita llorarlo pero con sensación de cercanía, como si él o ella estuviera allí.

El trabajo del EAAF restituye, frente a la ausencia de vida, la presencia del cuerpo.

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AFP

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