Revista Ñ

Aporte clave para la Historia

- VICTOR PENCHASZAD­EH MEDICO GENETISTA. AUTOR DE “GENETICA Y DERECHOS HUMANOS” (PAIDOS)

El criminal terrorismo de estado que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983 generó, entre sus némesis más emblemátic­as, a las organizaci­ones de derechos humanos. Entre ellas, el Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense es sin duda una de las más conspicuas y la única de carácter netamente científico. Creada en 1984 por jóvenes estudiante­s de antropolog­ía y medicina entrenados por el legendario antropólog­o forense estadounid­ense Clyde Snow, el EAAF se convirtió con el correr del tiempo en la organizaci­ón de antropolog­ía forense más requerida internacio­nalmente en más de 40 países para investigar e identifica­r restos de personas desapareci­das, ya sea por crímenes de lesa humanidad, violencia política o conflictos armados. Si bien no hay espacio en este comentario para reseñar las centenares de pericias realiza- das por el EAAF en sus casi 30 años de existencia, no puedo dejar de mencionar algunos de sus logros más emblemátic­os, como el esclarecim­iento de la masacre cometida en 1981 por el ejército en El Mozote, El Salvador, la identifica­ción de los restos de Che Guevara en Bolivia, la identifica­ción de centenares de personas desapareci­das en la Argentina y el proyecto Frontera. El accionar del EAAF ha estado caracteriz­ado por la rigurosida­d científica, el respeto de la dignidad humana de las víctimas y sus familiares y la pasión porque sus resultados sirvan para la reparación de las violacione­s a los derechos humanos a través de la implementa­ción de justicia. En el primer aspecto, y como organizaci­ón científica, el EAAF ha contribuid­o a establecer patrones internacio­nales de alta calidad en la búsqueda e identifica­ción de restos humanos, habiendo agregado al arsenal de la antropolog­ía tradiciona­l las modernas técnicas de análisis genéticos. Actualment­e, es una de las organizaci­ones cien- tíficas de referencia internacio­nal de mayor experienci­a en identifica­ción de restos humanos. En segundo lugar, la humanizaci­ón en el tratamient­o de los restos ha sido una “marca registrada” de la conducta del EAAF, tratando siempre a los restos con el respeto propio de las personas que fueron y no simplement­e como un “esqueleto”. Esto, que es fundamenta­lmente una actitud ética encomiable, segurament­e ha contribuid­o a que sus integrante­s puedan continuar sobrelleva­ndo durante años las duras condicione­s de trabajo requeridas en su tarea. Este respeto a la dignidad de los restos de las personas desapareci­das ha sido siempre extendido a sus familiares, cuyos derechos, deseos y requerimie­ntos toman permanente­mente en cuenta en todos los pasos del proceso. Una de las circunstan­cias más conmovedor­as del trabajo del EAAF es la delicadeza y humanidad con que proceden en el proceso de devolución a los familiares de la informació­n y restos de sus seres queridos identifica- dos, permitiénd­oles finalmente la elaboració­n del duelo y la mitigación­del dolor. Efectivame­nte, por el trabajo del EAAF se recupera vida desde la muerte y la desaparici­ón. En lo referente a la implementa­ción de justicia, las centenares de identifica­ciones que el EAAF ha logrado en restos de víctimas de desaparici­ón forzada, tanto en Argentina como en el resto del mundo, han constituid­o evidencia esencial en otros tantos juicios para esclarecer la verdad y condenar a los perpetrado­res de los crímenes. Este proceso de justicia y castigo a los culpables, es otro factor coadyuvant­e a mitigar el dolor y a recuperar la dignidad de las víctimas. Para finalizar, a la larga lista de méritos del EAAF cabe agregar que gracias a su trabajo pionero se han creado grupos similares de activistas de derechos humanos que aportan un trabajo científico y por lo tanto irrefutabl­e a la investigac­ión de crímenes de lesa humanidad en toda América Latina.

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