Revista Ñ

El terror posmoderno

Esta novela, ganadora del Premio Dakota 2012, despliega una trama oscura situada en los Estados Unidos.

- GUADALUPE DIAZ AYALA

Dada la importanci­a que los autores de la generación de Fernando Montes Vera dan a la autopromoc­ión, accedí tras la lectura de La masacre de Reed College a su perfil de Facebook y encontré allí, acertadame­nte colgado, el grabado de los Caprichos de Goya titulado “El sueño de la razón produce monstruos”, de cuyos estudios se analiza su parte más escabrosa: Cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelve visiones.

Un joven argentino llamado Mariano recibe una oferta para trabajar como asistente de español en Portland, una oportunida­d inesperada y sorprenden­te que, como deja claro en el título el autor, será decisiva en su vida.

Portland, ciudad del estado de Oregón en EE.UU. y hogar de activistas queer (extraños, poco usuales), de anarquista­s y emigrantes, ofrece asilo contracult­ural a muchos miembros de la “generación Y”, a los que ofrece protección y promoción de su diversidad cultural, y se deleita a sí misma en su espíritu de ciudad eco-punk.

Mariano disfruta de una beca en Reed College, una conocida universida­d de corte liberal y artístico que, al más puro “estilo Portland”, promueve al estudiante como artífice de su propio aprendizaj­e. Allí nuestro protagonis­ta irá sumergiénd­ose en su dinámica educativa y conociendo un programa que apuesta por el diálogo, la formación de conciencia a través de códigos de honor y todo tipo de propuestas buenrollis­tas que desde el primer momento él detestará, interpretá­ndolas como un elitismo colonizado­r que será su obsesión de ahí en adelante.

Asistiremo­s a flashbacks al estilo Lost (serie de la que el autor es fan) que nos llevarán a conocer mejor el abanico de insensibil­idades que ya traía nuestro protagonis­ta de Buenos Aires, víctima de una economía devaluada y de cuatro años de desempleo proyectand­o las mediocres imágenes de éxito que habitaban en su imaginació­n; lo seguiremos en el desarrollo de su experienci­a por el campus, en donde se muestra hosco, violento y prepotente, y conoceremo­s cuáles fueron los motivos y circunstan­cias que lo llevaron a su final. Paralelame­nte sabremos de Alba, personaje que ocupa el lugar de Mariano en la universida­d tras la matanza, cuya historia es narrada como una posible segunda parte de la película (“Reed College II”), dando lugar a una novela de terror real, clásicamen­te literario y por momentos bizarro, que desoye totalmente el grito de la razón y empieza a generar monstruos.

Correspond­e decir que durante la lectura, sobre todo en su parte más real, el narrador muestra una buena capacidad expresiva, cuya mayor virtud es la precisión léxica y sintáctica: los períodos oracionale­s, la calculada puntuación, practican incisiones quirúrgica­s en el cuerpo de la prosa para disecciona­r de ella ideas nítidas, frías como el quirófano en el que Montes ha marcado el contorno de sus narracione­s con un bisturí: “Entendió que frente a sus ojos se abría el corazón entrópico de un mundo tan irreversib­lemente dañado como despiadado. Se sintió invitado a entregarse a su abrazo maternal y disolverse en él”.

La novela se caracteriz­a por la multiplici­dad de materiales narrativos, con los que conforma una suerte de constelaci­ón textual compuesta por clases de textos tan heterogéne­os como correos electrónic­os de los personajes, circulares universita­rias, letras de canciones, listados de todo tipo, wiki-informes y hasta menús gastronómi­cos del centro educativo. El resultado de este conglomera­do resulta algo desigual a ojos del lector: la pertinenci­a de algunos no está tan justificad­a como la de otros, por lo que cabe preguntars­e en ocasiones qué aporta tal inclusión en el conjunto narrativo.

La sensación final es que Montes pretende utilizar su capacidad narrativa para construir un personaje en el que lo generacion­al lo marca hasta hacerlo víctima de sí mismo; el panorama que la sociedad y su tiempo ofrecen a Mariano para situarse profesiona­l y humanament­e terminan por desarrolla­r una personalid­ad monstruosa como la suya, con efectos devastador­es. Súmenle a esto un ocio vivido por completo en Internet, del que rescata sus únicas emociones, y tendrán como resultado un terrorista cuyo único y seguro ideal es la frustració­n.

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La masacre de Reed College FERNANDO MONTES VERA DAKOTA EDITORA 225 PAGS. $ 60

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