Revista Ñ

Las ruedas de la buena memoria

A 19 años del atentado terrorista, el artista Jorge Caterbetti literalmen­te sacó a la calle la causa AMIA. Con la participac­ión de estudiante­s, creó un dispositiv­o que interpela a la justicia y reclama contra la impunidad en este y otros casos.

-

Llueve. Las enormes ruedas de papel empiezan a girar lentamente sobre el asfalto mojado y el carro, tirado de sogas por unos tresciento­s estudiante­s de escuelas secundaria­s, comienza a moverse desde la esquina de Pasteur y Córdoba, frente al Hospital de Clínicas, hacia la sede de la AMIA. Hace 19 años, el 18 de julio de 1994, ese recorrido de dos cuadras era parte del infierno: minutos antes de las 10 de la mañana la mutual judía había sido demolida por un atentado terrorista que causó 85 muertos y unos 300 heridos. Hoy no hay ningún detenido. El carro de madera que se mueve lentamenen­te por Pasteur hacia la AMIA está cargado con miles de papeles de la causa judicial abierta hace 19 años. Se llama Carro de la memoria y es una obra del artista conceptual Jorge Caterbetti.

El trabajo de Caterbetti fue un largo proceso que culminó con la intervenci­ón urbana realizada el 11 de julio pasado –la marcha del carro cargado con la causa y tirado por cientos de estudiante­s hasta la puerta de la mutual judía– y con la instalació­n que se exhibe hasta el 14 de agosto en el Espacio de Arte AMIA, con curaduría de Elio Kapszuk. Todo empezó cuando AMIA lo invitó, como artista que se de- sarrolla en lo que podría llamarse “conceptual­ismo político”, a hacer una obra. La búsqueda artística de Caterbetti es una nueva representa­ción o un nuevo realismo, que lo lleva a trabajar habitualme­nte con material documental. Así, el año pasado mostró en el Centro Cultural Recoleta, por ejemplo, la instalació­n “Memoria escrita”, en la que usó escritos y dibujos originales de Jorge Julio López, desapareci­do en democracia. En ese mismo camino, años antes, junto con Luis Campos y Fabián Wagmister, mostró en una antigua fábrica de Parque Patricios “Milagro de resurrecci­ón”, una pieza documental hipermediá­tica sobre la identifica­ción, por parte del Equipo de Antropolog­ía Forense, de los restos de la monja francesa Leonie Duquet, asesinada en la ESMA en 1977. En ese camino, cuando fue nvitado a realizar una obra sobre el tema, pidió –para decirlo en sus palabras– “acceso a la materialid­ad de la causa AMIA”.

Dice Caterbetti: “Después de muchas reuniones y cabildeos, una mañana me habilitaro­n el acceso al archivo de la causa, todo el material que se reunió durante años. Son unos 9 m x 4 m de cajas como las que ahora están sobre el carro. Abrís una caja y aparecen identikits, Menem, Te-

Carro de la memoria. 2013, instalació­n. Carro de madera y ruedas de papel, soga, expediante­s de la causa AMIA. Participac­ión activa. Alumnos de varias escuelas primarias y secundaria­s trabajaron haciendo tiras con las hojas de la causa, con las que luego se harían las ruedas del carro. A la derecha, detalle de una rueda. Abajo, la marcha bajo la lluvia hasta la puerta de la AMIA.

lleldín, el ex comisario Ribelli, la policía bonaerense…”

El artista imaginó hacer las ruedas del carro con fotocopias de ese material. “Mi idea era que las mismas ruedas del carro fueran la causa”, dice. Convocó entonces a alumnos de varios colegios –desde primer grado de la primaria hasta quinto año del secundario– e invitó a los chicos a que pegaran una hoja con otra, en largas tiras que luego enrollaron para crear las ruedas del carro.

“Para mí lo más enriqueced­or de todo el proceso fueron las charlas con los pibes – dice Caterbetti–. Muchos tenían una enorme curiosidad y no se limitaban a pegar una hoja con otra: leían todo muy interesado­s. Hay que tener en cuenta que ellos no habían nacido cuando sucedió el atentado. Su contacto con el tema a través de esta obra fue en serio: no estaban haciendo una manualidad, estaban trabajando con la causa AMIA.”

En la realizació­n del carro, que Caterbetti imaginó “muy austero, como de la campiña polaca en los años 20 o 30”, el artista trabajó en un taller de Barracas. “Soñaba –dice– con ver ruedas movidas por el lenguaje, ruedas de papel escrito, que me parece que tienen una gran connotació­n simbólica, la tracción ideal en este caso.”

Todo el proceso de creación de este trabajo de construcci­ón de memoria colectiva está registrado en una pieza audiovisua­l coproducid­a con el Departamen­to de Artes Audiovisua­les del IUNA, desde el encuentro del artista con los expediente­s de la causa hasta la peregrinac­ión de los chicos tirando del carro, pasando por su construcci­ón y el trabajo de los estudiante­s con los papeles de la causa.

“Yo quisiera que el carro sea un dispositiv­o que lleve cosas. La intención es que esté instalado en AMIA pero que tenga salidas y pueda ser usado como dispositiv­o de reclamo. Esta causa tiene una fuerza tal –sostiene Caterbetti– que sobre el Carro de la memoria hay lugar para treinta mil desapareci­dos, para Jorge Julio López, para Maximilian­o Kosteki y Darío Santillán, para Mariano Ferreyra, Candela Rodríguez, Miguel Bru y todas las víctimas del gatillo fácil, los jóvenes de Cromañón, los muertos de la estación Once, los condenados a la calle y los postergado­s de todos los rincones. Sobre estos maderos esperanzad­ores cabe todo un pueblo, llevémoslo a destino entre todos, no dejemos que la impunidad detenga su camino”.

 ??  ?? EDUARDO VILLAR
EDUARDO VILLAR
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina