Revista Ñ

Cuando Kafka iba al cine

El actor alemán Hanns Zischler rastreó todas las referencia­s a películas en los diarios del escritor checo, y descubrió a un enigmático cinéfilo.

- HANNS ZISCHLER

MAURO LIBERTELLA

Kafka va al cine es un ensayo pero se puede leer como una novela policial. Es una investigac­ión, es cierto, pero es también la historia de cómo su autor fue rastreando ciertas referencia­s al primer cine en los diarios y las cartas del checo para pensar una relación que todavía no había sido del todo allanada. El autor de este libro – que llega al español en edición de Minúscula– es Hanns Zischler, al que posiblemen­te conozcamos por su trabajo como actor en Los

edukadores o Los juegos de Ripley, entre otras películas. El tipo se pasó la vida filmando. Entre los resquicios de sus labores como

frontman de la pantalla grande, se empezó a obsesionar con las alusiones de Kafka al cine. No eran grandes textos; se trataba, más bien, de cositas sueltas, co- Vive en Berlín, donde estudió filosofía, etnología, música y filología germánica. Traductor, cofundador de las editoriale­s Merve y Alpheus, director de teatro, crítico de cine, es conocido sobre todo por su intenso trabajo como actor, con directores como Claude Chabrol, Jean-Luc Godard, Wim Wenders o Steven Spielberg. Es autor también de los libros “Tagesreise­n” (1993) y “You can’t judge a book by it’s cover” (1995). mo salpicados autobiográ­ficos de experienci­as visuales que lo marcaban con una cierta intensidad. Otro misterio le agregaba un atractivo a la investigac­ión: en 1913 las referencia­s de Kafka sobre el cine se cortan, enmudecen. ¿ Qué pasó ahí? ¿ Dónde están ahora esas películas que el escritor menciona y que nunca más nadie vio? ¿Qué le interesaba de esos filmes a los que solamente alude con una línea en sus diarios? Estas son las preguntas básicas que el ensayista-investigad­or va a tratar de contestar en este libro.

Lo interesant­e de este trabajo no está solamente en el rastreo en la obra y las influencia­s y los entusiasmo­s de Kafka (algo sobre lo que, finalmente, se ha escrito muchísimo y se va a seguir escribiend­o siempre), sino sobre todo en el relevamien­to del cine de una época nonata. Muchas de las películas que vio Kafka no fueron vistas después por casi nadie más en el mundo. ¿Cómo puede ser esto? Es sencillo: se proyectaro­n de modo precario en algunas locaciones europeas de principios del siglo XX y después desapareci­eron. Nadie guardó las copias, nadie le dio a esas películas una existencia póstuma. Hanns Zischler se metió entonces en cinemateca­s y depósitos para tratar de encontrar esas cintas y mirarlas, después de años y años y años de invisibili­dad. La parte por el todo: muchas veces, Zischler llega a una película aferrándos­e únicamente en una frase suelta del cinéfilo K, donde no especifica ni un título ni un actor. En ese sentido, Kafka va al cine es un libro obsesivo, delirante y utópico y por eso hermoso.

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