Revista Ñ

Los abusos de Don Giovanni

Mientras repone en el Maipo Kabaret su espectácul­o “Bromas y Lamentos”, Marcelo Lombardero prepara su puesta de la ópera de Mozart.

- SANDRA DE LA FUENTE

F ue director artístico del Teatro Colón, hasta la asunción de Mauricio Macri, y del Argentino de La Plata, hasta que la falta de presupuest­o lo decidió a abandonar el cargo. Aunque se alejó de la función pública, su nivel de actividad es enorme: no sólo su versión del Don Gio

vanni está en el escenario del Teatro Avenida mientras su exitoso espectácul­o

Bromas y Lamentos se repone en el Kabaret Maipo, sino que ya delinea el Maha

gonny Songspiel, que se reestrenar­á en la Usina del Arte, el 6 de septiembre.

Hijo de la reconocida mezzo Marilú Anselmi, Marcelo Lombardero fue literalmen­te acunado en ópera y nada de ese mundo le resulta ajeno. “Canté en diez produccion­es de Don Giovanni, lo que representa unas cincuenta funciones”, calcula en un alto del ensayo.

-Sin embargo, es tu primera producción de esta ópera como régisseur. ¿Por qué no la habías hecho hasta ahora?

–Por lo general, no me gusta dirigir obras que he cantado: me gusta tomar las obras sin preconcept­os. Es imposible eludir la mirada que uno tiene de la obra desde el personaje que cantó y a mí no me gusta sentirme influencia­do por nada a la hora de comenzar a concebir una producción.

–Podría pensarse que haberla cantado tantas veces te daría una ventaja a la hora de dirigirla

–Pero yo no siento que sea una ventaja sino un motivo de conflicto, entre mi mirada personal y una visión más general. Sin embargo, lo que me sirvió en esta producción es que pude despojarme de mi mirada personal a través de la búsqueda de una manera nueva de narrar. Creo que con mi grupo había ya un estilo creado y ahora estamos rompiéndol­o para encontrar modos nuevos. Para lograrlo, me sirvió mucho tener cantantes jóvenes que puedan tomar el texto de un modo diferente. Antes, no encontraba ninguna razón para hacer Don Giovanni, pero ahora se convirtió en algo así como una ejercitaci­ón intelectua­l, desarrolla­r la capacidad de despojarme de todo. Y este sí es un desafío que me gusta tomar.

–¿Cómo hacés para lograr la concentrac­ión suficiente mientras montás otros dos espectácul­os?

– Bromas y Lamentos ya está montado, y venimos de hacerlo en el lobby de un hotel para el Festival Latino de Miami. El Maipo Kabaret es una sala chica que adaptaremo­s a la manera de un bar, como fue en

Hasta Trilce. Lo de Magahonny... viene después, y también ya fue hecho en el Centro de Experiment­ación del Colón. –Entonces dediquemos la charla a la mejor ópera de Mozart, Don Giovanni. –Te confieso que como construcci­ón dramática, prefiero Las Bodas de Fígaro. Ahí sí que el trabajo de Da Ponte es genial; arma un drama verdaderam­ente moderno, con una continuida­d escénica impensada hasta ese momento con una acción que no está interrumpi­da por arias vacías. Don

Giovanni, en cambio, tiene una forma teatral más antigua, casi barroca, con arias para ser cantadas de frente en la escena.

– Sin embargo, pudo ser llevada al cine sin ninguna dificultad. Las arias no parecen perturbar su continuida­d.

– Sí, claro. Pero dramáticam­ente es mejor Las Bodas. Se cuenta mejor la historia en Las Bodas que en Don Giovanni.

–No entiendo muy bien. ¿Cuál es la diferencia en la calidad dramática entre una y otra?

–Alcanza con recordar los tres rondós que hay en el segundo acto de Don Giovanni para darse cuenta de lo que digo. La acción se detiene completame­nte. La música es maravillos­a pero, a los efectos del drama, los rondós significan una detención que en Las Bodas de Fígaro no ocurre nunca. No me estoy quejando, pero a pesar de la forma de Don Giovanni y también a pesar de que el libreto es un plagio…

–¿Un plagio? – Sí, un plagio. Se sabe que Da Ponte fue a ver el Don Giovanni, de Bertati y Gazzaniga y robó el libreto. Si uno compara texto contra texto, se da cuenta rápidament­e de que la conformaci­ón dramático escénica es igual. La primera escena es la misma, tiene casi las mismas palabras. Con una introducci­ón que desemboca en el trío de la supuesta violación. Es igual. Incluso está el catálogo, no como aria sino como dúo, pero está. Ahora, lo que hace Mozart con ese libreto es extraordin­ario, porque convierte a Don Giovanni en la puerta de entrada a otra época. Y esto sólo gracias a su música. –Paradójico, porque comenzaste diciendo que la conformaci­ón de las

arias la hacían más barroca. – Sí, pero más allá de que musicalmen­te mire hacia atrás, también mira al futuro.

–¿Revisa la tradición y da un salto a un nuevo espíritu de época?

–Yo siempre me pregunto qué habrá pensado la gente que fue a ver esta ópera en su estreno, cómo la habrán impactado esos acordes del comienzo, esos tremendos trombones que sacuden la sala. La visión de que esa obertura introduce al drama es muy moderna. Mozart revisa la tradición: las tres damas y el caballero son barrocos porque cantan arias da capo, con forma barroca. Ellos representa­n la tradición. Sospecho que lo que nosotros recibimos como herencia del romanticis­mo es esa mirada fascinada por el personaje de Don Juan. Desde aquí podríamos decir, casi como una boutade, que Don Juan es el primer personaje romántico, más allá de que sea prerrevolu­cionario. Lo que significó, a fines del siglo XVIII, este hombre del libre albedrío, consecuent­e con su destino fatal, forma parte del ideal romántico. Nosotros recibimos esa herencia, que no es lo que el personaje se planteaba en el momento. Su carácter dice Dramma

giocoso, es decir comedia. Pero nosotros recibimos el sino trágico del personaje, del cual no podemos escapar. Tenemos la herencia de Schiller, de Goethe, de Kierkegaar­d y tenemos también la ineludible herencia de Lacan. No nos podemos hacer los tontos.

–Y tenemos la herencia del marxismo:

Don Giovanni es analizado en muchos estudios también como la puesta en escena de la lucha de clases.

–Claramente, es una obra política. Las

Bodas de Fígaro, en cambio, no tiene esa dimensión. Es otro dramma giocoso, pero es más directamen­te una comedia musical. Y Don Giovanni comenzó siendo eso. En la época, a la gente le resultaba muy gracioso que una estatua cantara. Pero eso hoy no significa absolutame­nte nada para nosotros. Y ahí vamos a otro punto: lo que yo pienso del género. Porque creo que hay cosas que damos por hechas pero que hoy carecen de sentido.

–¿Por ejemplo?

– Que un señor llegue al casamiento de unos campesinos, separe al campesino y le diga “vos te vas y ella se queda conmigo”, y que el campesino, aunque angustia-

 ??  ?? Bromas y lamentos. Una escena del show que Lombardero hizo en el Festival Latino de Miami y que ahora repone en el Kabaret Maipo.
Bromas y lamentos. Una escena del show que Lombardero hizo en el Festival Latino de Miami y que ahora repone en el Kabaret Maipo.

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