Revista Ñ

Sátira uruguaya de la revolución

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Los grandes relatos de la modernidad están caídos, desde hace tiempo. Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe (Premio Onetti de la Intendenci­a de Montevideo 2012), del joven dramaturgo uruguayo Santiago Sanguinett­i, no trata de levantarlo­s sino de interpreta­r cómo siguen actuando desde el fondo con un humor descarnado. De esta forma, como producto de una regurgitac­ión de relatos sobre la historia, Sanguinett­i apela a la ironía y la desacraliz­ación de discursos en una sátira sobre la revolución.

La obra que trae al Festival Latinoamer­icano de Teatro trata de cuatro cascos azules de la ONU en misión de paz en Puerto Príncipe, Haití, resistiend­o un levantamie­nto local armado que busca acabar con sus vidas. Los cuatro personajes (Ernesto G., Carlos M., Lenin V. y Raúl C.) intentan sobrevivir entre posibles ataques zombis, muñecos vudú, lecturas y reinterpre­taciones de la revolución. En medio de la crisis, uno de los personajes saca una pizarra de escuela de una de las cajas de ayuda humanitari­a (de la que también sacan muñecas inflables y revistas porno) y se pone a hablar en un intento pedagógico sobre lo que entendió de Dialéctica del amo y el esclavo, de Hegel, para luego vincularlo con Marx, Lenin y Nietzsche, en un monólogo a la vez didáctico y ridículo. ¿Qué luz pueden arrojar los clásicos sobre nuestra realidad cotidiana?, se preguntó el autor. Esta obra parte, entonces, de ese interrogan­te.

Que el lugar elegido sea justamente Haití no es azaroso. La historia dicta que cuando Cristóbal Colón llegó a América en 1492, una de sus naves encalló frente a las costas de la actual Haití/República Dominicana un 24 de diciembre. Colón desarmó la nave e hizo un fuerte, al que llamó “Navidad”, con la madera resultante para que los españoles se quedaran a buscar oro. Cuando volvió al año siguiente, en el fuerte sólo encontró escombros y españoles asesinados. Haití, entonces, fue el primer lugar donde se produjo un encuentro bélico intercultu­ral. En 1804, fue el primer país en toda América Latina en independiz­arse. Y además, con una revolución antiesclav­ista liderada por un negro: Toussaint Louverture. “Haití es como América Latina, pero en chiquito”, dice un personaje de la obra. “¿Por qué no imaginar, entonces, una nueva revolución en esta tierra caracteriz­ada por las revolucion­es cíclicas y permanente­s?”, se planteó Sanguinett­i.

Sobre la teoría..., forma parte de la “Trilogía de la Revolución” –integrada por Argumento contra la existencia de vida inteligent­e en el Cono Sur y Breve apología del caos por exceso de testostero­na en las calles de Manhattan– que, cuenta el autor, surgió de la necesidad de abordar la materia política reelaborán­dola teatralmen­te a manera de comedia negra, irónica y desilusion­ada. “Esta trilogía –dice– es el deseo de pensar alternativ­as de cambio para un sistema intrínseca­mente injusto y desigual. Cabe pensar otro mundo. Es necesario pensar otro orden. Y el teatro es generador de utopías”.

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ALEJANDRO PERSICHETT­I

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