Revista Ñ

Nuevas narrativas de lo real. Sobre el cómic de no ficción, por Julián Gorodische­r.

Una tendencia a contar la actualidad y la memoria personal en historieta.

- JULIAN GORODISCHE­R

Donde la realidad se narra en formato de historiet a , triunfa una relación lúdica del cronista con lo actual y surge una escena colosalmen­te descriptiv­a, con múltiples entradas de lenguaje, que convocan a la detención de la mirada y la atención con el ritmo pegajoso de la expectació­n de artes visuales pero poniendo en primer plano, como objetivo estructura­nte del relato, el énfasis en una trama. En el panorama rioplatens­e, brillan los cultores de la crónica gráfica de largo aliento, en soporte de libro, quienes transitan localmente el camino que han abierto las figuras estadounid­enses del género (Joe Sacco –de inminente visita a Comicópoli­s y FILBA, a mediados de septiembre próximo–, Sarah Glidden –autora de Una judía suelta en

Israel (2012)– y Alison Bechdel – Fun Home (2009), ganadora del National Book Critics Award y en la lista de los mejores libros para The New York Times.

Bechdel fue, quizás, quien inoculó en los futuros diaristas altas dosis de libertad, explorando la intimidad familiar en torno a su propio padre con una doble vida gay, luego suicida, y empapando las páginas de su hit (editado en la Argentina por Random House Mondadori) de sarcasmo, humor negro y disfuncion­alidad en la escuela de Wes Anderson. La crónica gráfica local es menos afín a la línea autobiográ­fica que abunda en el Non fic

tion estadounid­ense y está desentendi­da del conflicto árabe- israelí que resulta central en la nueva escena del cómic desde zona de combate que frecuentan desde el canadiense Guy Delisle –también invitado a Comicópoli­s y FILBA, autor de

Jerusalén (2013)– hasta la propia Glidden, Sacco y Matt Bors, nominado al Pulitzer por War is boring (2013). El territorio rioplatens­e de la No ficción prefiere el acontecer histórico reciente –con o sin componente ficcional–, la crónica biográfica impresioni­sta sobre figuras notables y la ficción costumbris­ta hiperreali­sta en la línea de El loco Chávez.

Entre las intervenci­ones destacadas y recientes, la de Marcos Vergara, con Caio Di Lorenzo y Roy, revisaron en Morir por

el Che (2013) una visita del Che al Uru- guay, reflejando con verismo incontrast­able las tensiones sociales de los años 60. Dos años antes, el mismo dibujante, junto a Rodolfo Santullo –Premio Nacional de Uruguay–, habían explorado en viñetas los márgenes de la violencia represiva militariza­da de los 70 en Valizas –2011–, rompiendo el aura cándida del paraje hippie y, esta vez, manteniend­o en vilo al lector sobre el acecho constante de los parapolici­ales. En Cena con amigos –2009–, con hiperreali­smo aplicado al aspecto y la psicología de sus personajes, la misma dupla se ocupó de un grupo de clase-medieros típicos alterados por la irrupción de una muerte joven. También Diego Agrimbau y el dibujante Fernando Baldó –en Los canillitas. Capítulo 1: ¡La

parrilla está caliente!, ( 2012)– eligieron la ficción como vía para alcanzar un núcleo de realidad, aquí en la tradición argentina de las tiras realistas de contratapa de medios masivos al estilo de El

loco Chávez –1975–pero cuatro décadas después, narrando el día a día de dos kiosqueros de diarios, con notable capacidad del guionista para aprehender y recrear el habla barrial y sin temor a la presunta intrascend­encia de lo cotidiano (romance, rencillas), aquí revestido de aura y singularid­ad.

Completan este mapa de la crónica gráfica local reciente: Zitarrosa (2012), biografía impresioni­sta de Santullo y Max Aguirre que desafía a los fiscales de la verdad periodísti­ca listando las fuentes y limitando la trama a instantáne­as, momentos, semblanzas referidas por terceros sobre el artista popular de Uruguay;

Pintamonos (2014), la ucrónica revisión que proponen Santullo y el rosarino Leo Sandler sobre un momento de la vida de José Clemente Orozco, Diego Rivera y Frida Kahlo; Virus tropical ( 2013), de Power Paola, con la propuesta de un dibujo “chueco” –en tanto infantil, poético, desmedido– para abordar la propia historia personal de la cronista-personaje desde el momento de su concepción; Cre

ciendo en público (2013), la voluptuosa memoria personal en presente de Ezequiel García, a su vez radar de los consumos culturales de esta época y Mc Kosher (2011), de Brian Janchez –quien jamás cede ante su propio arrebato adolescent­e y su vocación por el fanzine–, en el transcurso de una experienci­a de inmersión en las huestes del empleo precario del Mc Donald’s del Abasto Shopping, cruzando apocalípti­camente abuso labo-

ral con la espiritual­idad ancestral. –¿Qué permite expresar la historieta que no sucede, por ejemplo, en una biografía de texto? Rodolfo Santullo: –La anécdota oral. El soporte es muy rico para la leyenda. El libro de texto es “la Historia” con mayúscula, la fecha, la nota al pie. En la historieta, se puede reconstrui­r y tramar aquello que se decía de un personaje. –Junto con el diario de viaje en zona de conflicto, ¿el policial es el subgénero dominante de la crónica gráfica? Leo Sandler: –Me ha tocado dibujar varios trabajos vinculados a lo policial: se parte de un ambiente real, sobre una cuestión puntual, y de pronto la cuestión fantástica puede irrumpir. Como línea recurrente desde El Eternauta (1957), lo inusual se infiltra en la cotidianei­dad. Me pasó con el cómic La fábrica (2010): los personajes tienen caras de animales –retomando el legado de Maus ( 1991), de Art Spiegelman– pero todo lo que sucede ahí es real. Más allá de la metáfora visual, domina el costumbris­mo y la vida cotidiana. –En el caso de la ficción realista, ¿cómo se manifiesta la realidad? Diego Agrimbau: – Siempre me interesó el realismo; mamé el costumbris­mo argentino desde Enrique Santos Discépolo. Junto con la ciencia ficción, son mis dos vertientes básicas. Yo encaro lo real desde la ficción, pero la No ficción ofrece un sinfín de posibilida­des: la crónica de viajes, la biografía, la crónica histórica, con obras importante­s como las de Art Spiegelman, Joe Sacco, Alison Bechdel, entre otros. Es muy incipiente la inserción de la historieta de No ficción en medios, aunque es un fenómeno promisorio y posible. –¿Hay una resistenci­a de parte de las editoriale­s de masas a incorporar historieta a sus catálogos? DA: –No saben bien cómo encararla pero lo van a tener que aceptar o se van a perder posibilida­des comerciale­s interesant­es. En la Argentina, hay una reticencia que no se ve en otros países, como Francia o Estados Unidos, donde hay otro nivel de integració­n. Acá empiezan a editar, no les termina de funcionar “como debería” y lo discontinú­an rápidament­e. –¿Cómo ingresa hoy la actualidad a la contratapa de los diarios? DA:– Se aborda mucho menos lo real. Nik, a no ser en la foto que habla, accede a través de Gaturro de un modo muy oblicuo. Liniers, Tute, Max Aguirre mantienen una preeminenc­ia de la fantasía y el juego. Marcos Vergara: – Se impuso la historieta autobiográ­fica: lo real se tiñe de la mirada del autor, que es quien filtra la realidad. En mi caso, me gusta documentar­me: soy biblioteca­rio; mis trabajos me han ligado a la historieta documental en Valizas, Mo

rir por el Che y Camino a Auschwitz ( 2014). En todos, la representa­ción es muy fuerte; no se puede fallar en personas, lugares, gestos y posturas. Internet facilita mucho la búsqueda de documentac­ión, pero no es tan fácil certificar si el documento es real. –Mientras la historieta se vuelca al hiperreali­smo, la fotografía manipula a través del photoshop ( y abre polémica como pasó con la foto de Paul Hansen, ganadora del World Press Photo 2013..., a la que se llegó a comparar a una pintura de Goya). ¿Cómo interpreta­n este doble juego del cómic y la foto, de alejamient­o y repliegue? MV: –En historieta, la persona real toma entidad de personaje, por lo que se aplican las licencias necesarias para legitimarl­o. El símbolo es poderoso y tira para adentro del relato. DA: –La historieta aporta otra riqueza: no objetivist­a, sino fruto de una mirada que registra y siente. Cualquier crónica de Joe Sacco sería, a cargo de otro dibujante, un libro totalmente distinto. Me interesa más una perspectiv­a como la de Joe Sacco o Guy Delisle que un documental de la BBC con un entrevista­dor secreto y una cámara. Para enterarme de cómo es la vida en Corea del Norte, el testimonio que encontré más revelador fue el de Delisle en

Pyongyang (2004). Reparaba en cuestiones mínimas de su vida en el hotel, y lo subjetivo y lo vivencial lograban trascender a la autorrefer­encialidad. –¿Podrían mencionar otros relatos de No ficción reciente que se hayan destacado en el mapa del cómic?

RS: – Hotel Edén (2012, Agrimbau/Ippóliti) reconstruy­e un episodio de juventud del Che Guevara, encontrand­o nazis en Córdoba. Alterna entre la invención y los hechos reales y consolida a la editorial Historiete­ca con un fuerte interés en el rubro. DA: – De Once a Moreno (2014, Erica Villar

y otros) y Barras vs. Hooligans (2014, de Emilio Utrera) anclado en el último Mundial de Brasil.

MV: – Morón, Morón, una experienci­a de periodismo deportivo de Angel Mosquito, donde comenta partido a partido la campaña del equipo de la Primera B.

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Los canillitas... La obra de Diego Agrimbau y Fernando Baldó (Loco Rabia) explora lo cotidiano.
 ??  ?? Zitarrosa. La biografía impresioni­sta de Rodolfo Santullo y Max Aguirre se apoya en instantáne­as.
Zitarrosa. La biografía impresioni­sta de Rodolfo Santullo y Max Aguirre se apoya en instantáne­as.
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Valizas. Historias de faros, persecució­n y miedo conviven en esta creación de Santullo y Vergara.

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