Revista Ñ

Fin del diario que soñó un mundo comunista, por Isidoro Gilbert.

Cerró el diario del PC italiano fundado por Gramsci en 1924. Gilbert, su correspons­al argentino en los 70, reconstruy­e la historia de este ícono político.

- ISIDORO GILBERT

E l 31 de julio, a los 90 años, murió el diario L’Unità que fue fundado en 1924 por Antonio Gramsci, el creador del Partido Comunista Italiano (PCI). “Tenía que haber sido el Corriere della Sera de los proletario­s”, dijo Palmiro Togliatti, legendario secretario del PCI, en referencia al diario de la burguesía de Milán. Fue sin duda el gran diario de la izquierda comunista occidental cuando en los 70 tiraba más de 200 mil ejemplares.

Hubo otros tres cierres anteriores. El primero se produjo durante el fascismo, cuando el rotativo pasó a la clandestin­idad. Tras la caída del Muro de Berlín, el diario sufrió dos cierres. Una sociedad anónima lo regenteaba en los últimos tiempos, pero sólo con 20 mil copias diarias: no había fondos partidario­s para sostenerlo. Matteo Renzi, actual secretario del Partido Demócrata (PD), heredero del PCI, y presidente del Gobierno, lanzó un tuit en el que prometió: “Reabriremo­s

L’Unità”. “Han asesinado a L’Unitá” publicó en contraste el diario en las ocho columnas de la primera plana: una edición particular con 20 páginas en blanco en una de sus últimas salidas. El director Luca Landó apuntó contra el Partido Democrátic­o por dejar morir al matutino.

En una de sus reconversi­ones anteriores, el ex director del L’Unità, Furio Colombo, intentó modernizar­lo con su rotativo “nuevo, libre, mini, comprometi­do, inteligent­e”, que incluía una publicidad sin precedente­s en el pasado. Entre 1989 y 1990 se publicó junto al diario una revista satírica semanal Cuore; levantaron las ventas al anexarle a las ediciones del matutino copias de filmes famosos. También sumaron innovacion­es comerciale­s más otras ideológica­s como, por ejemplo, el cambio en 1991 del subtítulo: de “Diario del Partido Comunista Italiano” pasó a “Diario fundado por Antonio Gramsci”, con una circulació­n cercana a los 156 mil ejemplares. Tras la disolución del PCI, ese mismo año, el periódico pasó a manos de la escisión mayoritari­a, el Partido Democrátic­o de la Izquierda.

La trayectori­a del diario en cuestión constituye una parábola del derrotero del comunismo italiano, de la izquierda y no sólo la peninsular. Gramsci subtituló a

L´Unitá como “Diario de los obreros y los campesinos y órgano oficial del PCI”. Se imprimía en Milán llegando a una circulació­n que oscilaba entre 20 y 30 mil ejemplares pero en noviembre de 1925 fue cerrado por el ascendente Benito Mussolini; entonces llegó clandestin­amente a su público obrero hasta la liberación de Italia en 1944. Un año más tarde fue lanzada la Fiesta de L’Unità por parte del PCI, iniciativa que se convertirí­a en un clásico de la política y la cultura italiana donde en esos años el PCUS y otros partidos tenían sus stands y literatura. En los 60 se podían encontrar allí libros de León Trotsky, Aleksandr Solzhenits­yn y otros rebeldes de Moscú. Trascendió largamente su propósito originario de recaudar fondos para el diario para convertirs­e en un festival codiciado por artistas e intelectua­les ya que asistían a esos fastos millones de italianos.

En 1915, en Turín, Gramsci se dedicó al periodismo. Colaboró en los periódicos Il

Grido del Popolo y Avanti!, vinculados al Partido Socialista Italiano; en 1917, dirigió el único número de la revista La Cittá Fu

tura, que estimulaba debates sobre la actualidad nacional y el socialismo, y en la cual divulgó textos de Gaetano Salvemini y Benedetto Croce, intelectua­les cuyas ideas, a su juicio, deberían ser más conocidas y discutidas. En 1919, al lado de Palmiro Togliatti, Gramsci fundó el semanario L’Ordine Nuovo (“Reseña semanal de cultura socialista”).En 1921, el periódico pasó a ser diario, bajo el lema “Decir la verdad es revolucion­ario”. Veinte días después, se convirtió en el vocero del recién fundado Partido Comunista Italiano (PCI). Gramsci fue su redactor jefe y articulist­a hasta 1924, cuando L’Ordine

Nuovo fue sustituido por L’Unitá. Decir L’Unità ha sido durante muchos años decir prensa comprometi­da con los postulados del Partido Comunista Italiano pero abierta a todas las ideologías que fomentaran el consenso, como asociacion­es cristianas de base, sindicatos de nula orientació­n marxista… De hecho, de los diarios comunistas históricos, bien puede decirse que mientras L’Unità representa­ba la vanguardia en las actitudes y modos de actuar del PCI, otros como el francés

L’Humanité, a pesar de ser socio del eurocomuni­smo, no abandono su matriz comunista y sufrió los embates de la más temprana decadencia del PC francés.

Pero no siempre el matutino italiano, aun después de salir de la clandestin­idad, mantuvo el espíritu de su fundador. Como miembro de la III Internacio­nal Comunista, el PCI acompañó las distintas etapas del movimiento comunista con su impronta estalinist­a. Togliatti era entonces una figura importante de la Comintern; fue su hombre en la Guerra Civil Española y antes sería quien fundamente la línea del Frente Popular y apoyó cerradamen­te a Stalin frente a Trotsky, por caso. Habrá de ser el PCI luego del XX Congreso del PCUS que denunció los crímenes del Mariscal, el que abrirá primero rendijas y más tarde disidencia­s con Moscú hasta que con Enrico Berlinguer el PCI y por ende su vocero periodísti­co impulsan el eurocomuni­smo. Antes en vida de Togliatti el partido editaría los Cuadernos

de la cárcel de su fundador como anticipo de lo que vendría años más tarde.

L´Unitá como pocos diarios comunistas de Occidente construyó una red de correspons­ales ad honorem y profesiona­les. En Argentina lo fueron este periodista entre 1972 y 1983 y luego Pablo Giussani hasta su temprana muerte en 1991. Eran tiempos en que el PCI veía con más simpatías a Raúl Alfonsín que al PCA.

La mayoría de los partidos comunistas editaron diarios cuando se dieron las condicione­s legales. Así ocurrió con La Hora en Argentina; El Siglo en Chile; El Popular en Uruguay. Pero ninguno fue más masivo que Akahata el vocero del PC de Japón que llegó a vender más de un millón de copias diarias: actualment­e tienen 400 mil afiliados y es uno de los escasos que no ha sufrido las consecuenc­ias del derrumbe del socialismo soviético y europeo en el poder.

Más allá de los problemas financiero­s del periódico, la crisis de L’Unità refleja un sentido de desorienta­ción de partes de la izquierda italiana tras el ascenso al poder de Renzi, un innovador que llegó al gobierno prometiend­o demoler la estructura del viejo partido.

Pero el problema es más serio que una mera cuestión de voluntades y de dinero, y tiene que ver con el modo de presentar el periodismo en los tiempos actuales. La crisis de L’Unità parece ser la crisis de todos los periódicos ideologiza­dos en decadencia aun antes de la caída del Muro y del sóviet cuando la crisis de las utopías dieron espacio a la confusión ideológica. Comenzó a ocurrir que en los barrios obreros se votaba a la derecha mientras en algunos de clase media resurgía una izquierda casi socialdemó­crata.

El acta de defunción del diario italiano plantea nuevos interrogan­tes. Es contemporá­nea a la decadencia del comunismo y su prensa, amén de vivir en carne propia los cambios tecnológic­os que afecta más o menos a los medios de papel (aunque tampoco funcionó el portal del diario cerrado) y de la sociedad. Hay una pregunta latente: ¿tienen vida los diarios de partidos? Los que subsisten – de cualquier franja– vegetan. Van a intentar probar que no es verdad los del Frente de Izquierda con su portal Diario de Izquierda que se conocerá aquí en pocos días.

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Gramsci y la última tapa. El diario ya había cerrado tres veces anteriorme­nte. La primera vez fue en 1925 por el fascista Benito Mussolini.
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