La sociedad cómplice del drama
Prestemos atención una vez más a la manera en la cual la Asamblea Constituyente india hacía referencia a las atrocidades cometidas durante la Partición. Una de las características de este discurso era el uso de eufemismos, el recurso a las generalidades y una negación de la complicidad de toda una sociedad en lo que había ocurrido (...) La estrategia narrativa que siguieron los miembros de la Asamblea Constituyente fue reconocer el colapso de la sociedad solo en términos generales. No se creó ningún espacio público en el cual la sociedad pudiera confrontar el acontecimiento, en el cual pudieran oírse a las mujeres describir la naturaleza de su experiencia o a los hombres defender o reconocer las fuerzas que les llevaron a cometer esos crímenes inenarrables. Por ejemplo, no hubo tribunales donde se juzgara la culpa, ni hubo ningún caso judicial en el cual se hubiera creado un espacio para la dramatización que permitiera reconocer el sufrimiento que se le impuso a las mujeres; un sufrimiento en el cual toda la sociedad fue cómplice. Tampoco fue posible que se mostraran casos de altruismo que podrían haber mostrado dónde había posibilidades de redención. Más que separar a los culpables de los inocentes, esa clase de audiencias públicas podría haber proporcionado un espejo con el cual la sociedad hubiera enfrentado sus demonios. Como es obvio, este no es el sentido que tenía la formulación de la idea de la creación de una comunidad moral a través de la comunalidad del dolor en Clastres o en Durkheim. Es posible leer a Durkheim sobre algunos rituales con el fin de llegar a una posición en la cual un ritual público del duelo, en el que se escuchan los lamentos de quienes sufren y en el que se provee un espacio para expresar la ira frente a la pérdida de la comunidad moral, pueda constituir el primer paso para limpiar el cuerpo social de la gran maldad social cómplice.