Es el sexo, estúpido
Televisión. La serie “Masters of Sex” recrea la vida y el increíble experimento de Masters y Johnson que involucró a 10.000 estadounidenses en los años 50.
Qué le pasa al cuerpo durante el sexo? Para tener una respuesta no se necesitó más que cuerpos desnudos teniendo, justamente, sexo, hombres y mujeres masturbándose, cableados, en un laboratorio. Así William Masters y Virginia Johnson llevaron a cabo el mayor experimento sexual de la historia de Estados Unidos en medio del oscurantismo de los 50. Y así lo cuenta
Masters of Sex, la serie emitida por HBO que ganó el premio AFI (American Film Institute) a los diez mejores programas de TV de 2013.
El tema, quedó claro, es el sexo. Si bien la apertura es una seguidilla de sugestivas metáforas, ya desde el primer capítulo el todo desplaza a la parte. La trama arranca en 1956, cuando el doctor William Masters ( Michael Sheen) y su secretaria y luego ayudante de investigación Virginia Johnson (Lizzy Caplan) iniciaron un estudio en la Universidad de Washington para recolectar datos que mostraran las conductas fisiológicas durante el acto sexual y la masturbación. Como no se puede creer lo que la gente dice, fueron más lejos que Alfred Kinsey y se animaron a trabajar directamente con el cuerpo. Y pese a los tiempos pacatos, encontraron más de 10.000 voluntarios que efectivamente “lo hicieron” por la ciencia, conectados a cables, cámaras y dispositivos de estimulación en una pulcra camilla de hospital bajo una luz blanquísima.
Y como suele pasar, bien pegadito al sexo, está el amor. Masters y Johnson no se resisteron a la tentación de ser partícipes de tan descomunal y atractivo trabajo, y bueno, complicaron un poco las cosas. Por eso Masters of Sex no es sólo sobre esta pareja viendo sexo, teniendo sexo o hablando sobre sexo, sino sobre cómo el estudio se fue entretejiendo en la vida de Johnson –divorciada y madre de dos hijos con una mentalidad desprejuiciada– y Masters, un ginecólogo estrella experto en fertilidad que un día se dio cuenta de que no sabía nada sobre cómo se hacen los bebés –ni él ni nadie– y quiso investigarlo. Quizás, en definitiva, la complicada y cínica relación entre Masters y Johnson, y no tanto su estudio, sea el condimento más picante de Masters of Sex.
Creada por Michelle Ashford, la serie está basada en la biografía de Thomas Maier: The Life and Times of William Masters and Virginia Johnson, the Couple Who Taught America How to Love (La vida y los tiempos de William Masters y Virginia Johnson, la pareja que le enseñó a América cómo amar). Y aunque el que estaba a cargo era él, la heroína, al menos en la pantalla, es ella. Johnson es la chica que todas hubiéramos querido ser si nuestros veintitantos hubieran coincidido con los 50. A contrapelo de las mujeres de la época, tiene las cosas bien claras: entiende con asombrosa actualidad el cuerpo femenino, el disfrute sexual y la no tan sutil diferencia entre el sexo y el amor; acepta que los hijos sean, tal vez, el único amor duradero, insiste en conseguir un título y se embarca en un estudio médico que, al decir de Anna Freud, radica en la indecencia. La personalidad de Masters, por su parte, no se ve en esa exhibición de grandilocuencia excesiva que origina su modo altivo de dirigirse al mundo, sino cuando cae. Masters aparece cuando se dice a sí mismo que no es el mejor, cuando sumido en el orgasmo, registra: “Clímax”, y cronometra los minutos y segundos, cuando no puede afrontar su propia imposibilidad.
Por supuesto, en el medio de ese cruce aparecerán las complejidades de los personajes que los orbitan: la mujer de Masters con su necesidad de tener un hijo, varios amoríos infértiles, el pensamiento y rol femenino de la época, el lugar de la mujer en la medicina y la percepción (¡y métodos de cura!) de la homosexualidad, en un amplio panorama de época y, sobre todo, un zoom sobre el cruento ambiente científico. Pero más que una crítica a la vieja escuela, lo que realmente muestra
Masters of sex es cuánto de residual nos queda todavía de esos no tan lejanos años 50, pese a la incisiva inundación de imágenes y retóricas sexuales.