Revista Ñ

Nostalgia de las noches de rave

Novela. Con un interesant­e manejo del punto de vista y subtramas llenas de matices, Enzo Maqueira recrea la historia de una generación.

- HORACIO CONVERTINI

Hay crisis estrepitos­as que esparcen sus escombros como las cenizas de un volcán en erupción. Otras, acaso las más interesant­es, apenas se notan: son implosione­s ocultas tras el velo de la normalidad. Nada se viene abajo del todo. Los restos de una vida, o de los momentos de una vida, quedan unidos por un hilo invisible, precario, débil, pero que cumple con el propósito de sostener lo roto. Es lo que le ocurre a la profesora, el personaje principal de Electrónic­a, la novela más reciente de Enzo Maqueira. Su crisis admite lo irrelevant­e: “La primera arruga te había salido entre la nariz y la boca. Tu dermatólog­a te había dicho que no era exactament­e una arruga: era una línea de expresión, sí, pero a los 20 años no la tenías. Te había salido en algún momento mientras caías por el trampolín que terminó cuando cumpliste los 30”. Es que la profesora, objetivame­nte, no la lleva tan mal. Enseña en una universida­d privada, está en pareja con un muchacho que la quiere, tiene plata para pagarse un plato de comida peruana. Su angustia pasa por otro lado y no, precisamen­te, por la indiferenc­ia de Rabec, el alumno de 18 años al que sedujo para darle a sus días un toque extra de adrenalina. Que el pibe ya no le conteste los mensajes en Facebook es el reverso de esa terapia de shock a la que se sometió por hastío.

La profesora, en realidad, extraña la vida loca, sus noches gloriosas de ketamina y drogas de diseño, de Tiesto y Creamfield­s, amaneceres lisérgicos con el ninja, su amigo gay que sigue en la misma, y con Natasha, su cómplice, la ingrata que se abrió y rompió el trío, la que se perdió, la que acaso haya cumplido los sueños delirados en esas noches a los saltos ( posibilida­d que le duele tanto como su ausencia). La profesora, reina de la Buenos Aires “flashera y cool” que se desperezó en el menemismo y que se impuso a pesar de 2001 y la retórica militante del kirchneris­mo, ahora corrige exámenes, se aburre. Lo nuevo la deprime: pedir más horas en la universida­d, acaso un hijo, su padre mu- riéndose, dejar atrás definitiva­mente los túneles de luz que la acercaban a Dios. Es, en fin, el fantasma de Maru Botana, que la asusta con su sonrisa plurimater­nal de revista Caras.

Electrónic­a es la novela necesaria de una generación –la primera que se impuso el deber de pasarla bien, como dice el ninja– y, sobre todo, de una clase social: la de los jóvenes de colegio pago que no se resignan a la madurez y que bajo la luz mortecina de un subte lleno añoran los garabatos láser de una rave. Con un interesant­e manejo del punto de vista narrativo y subtramas llenas de matices, Maqueira construye una historia encantador­a de chicos ricos que tienen tristeza, carne palermitan­a cocinándos­e en el fuego lento del tiempo, siempre inexorable, casi siempre cruel.

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Enzo Maqueira Interzona 124 págs. $ 125
ELECTRONIC­A Enzo Maqueira Interzona 124 págs. $ 125

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