Revista Ñ

Un cruzado de la tolerancia

Tzvetan Todorov. En esta entrevista, el prestigios­o intelectua­l búlgaro reflexiona sobre la necesidad de un entendimie­nto entre Europa y Rusia, e insiste en opciones pacíficas para resolver las crisis internacio­nales.

- ANAIS GINORI

Europa debe hacer todo lo posible para relanzar un diálogo con Vladimir Putin”. De regreso en París luego de un período de vacaciones, Tzvetan Todorov está preocupado por un verano en el que se multiplica­ron los focos de guerras, de Irak a Gaza, hasta Ucrania, el conflicto a la vuelta de la esquina que pone en evidencia como nunca la fragilidad de Europa, explica. “Ninguna guerra es ‘justa’, hay solamente guerras inevitable­s”, explica el filósofo búlgaro que hace un llamado para tratar con Moscú, pese a la confrontac­ión en curso.

“Con Rusia tenemos afinidades culturales. No deberíamos alimentar una hostilidad mezclada con prejuicios”, comenta Todorov, de 75 años, que se formó como crítico literario sobre la poética de los formalista­s rusos, para luego pasar a la Historia de la antropolog­ía y la Historia a secas, escribiend­o libros fundamenta­les sobre los campos de concentrac­ión nazis y estalinist­as. Todorov es uno de los pocos intelectua- les que no abdica de un compromiso civil a favor de la tolerancia –ha hablado del miedo ancestral a los “bárbaros”– y trata de propiciar una visión del pacifismo no romántica sino fundada en el humanismo, considerad­o como valor de Occidente. –¿Vladimir Putin es una amenaza para Europa? –Rusia lleva adelante una política de gran potencia. Siempre fue así, antes de que estuviera Putin incluso. Desde esa perspectiv­a histórica, los países de la UE deben mantener con el presidente ruso relaciones caracteriz­adas por la firmeza. No significa ser hostiles. Entre Rusia y Europa hay fuerzas complement­arias. Tenemos muchas cosas en común. Y sin embargo en Francia, y quizá también en Italia, existe un prejuicio rusófobo. Todo lo que hace o dice Putin es visto con desconfian­za. Me parece una actitud excesiva. –¿La guerra está realmente a la vuelta de la esquina como parecen indicarlo los últimos movimiento­s y comentario­s del presidente ruso? –Puedo responder únicamente con un auspicio: espero de todo corazón que no haya una nueva guerra. Putin es el único que puede decidir aflojar la tensión. La solución no está en nuestras manos. –¿El ultimátum lanzado por la UE y la amenaza de nuevas sanciones podrán servir? –El presidente ruso no es sensible a las amenazas. Como sucede siempre en un conflicto internacio­nal, hay que tener en cuenta las fuerzas en el terreno, y por ende estar dispuestos a dialogar para obtener un compromiso. –¿Por qué Europa se muestra impotente en Ucrania y también en los otros conflictos actuales, desde Irak hasta Oriente Medio? –No siempre es así. Europa avaló la operación militar en Libia, en mi opinión, erróneamen­te. Nosotros los europeos debemos promover una ‘puissance tranquille’, un poder blando que sea capaz de defenderno­s de ataques o de intervenir para defender a nuestros aliados, pero sin alimentar nunca ambiciones de hegemonía. –¿Cómo se puede hacer para no recurrir a las armas y ejercer una fuerza de disuasión? –Europa debe aprender a desempeñar un papel en las crisis internacio­nales con otros medios, por ejemplo, económicos, como en Gaza o en Ucrania, donde finalmente está dando algunos pasos. Podría hacer mucho más, pero debería hablar

con de posición una sola aisladas voz, y no de a través Francia, de tomas Italia, Alemania –El giro en y Gran Irak, Bretaña. con la proclamaci­ón de un Califato, ¿vuelve a plantear el dilema entre intervenci­onistas y pacifistas? –La situación en Irak, pero también en Libia, demuestra cuáles han sido las consecuenc­ias desastrosa­s de las intervenci­ones militares occidental­es en los países de Cercano y Medio Oriente. No se pueden promociona­r valores de democracia o derechos humanos bombardean­do un país y ocupándolo. Deberíamos concentrar­nos en aprovechar otras opciones alternativ­as. –¿No se deben frenar las persecucio­nes de los cristianos en Irak? –Lo que me asombra es ver que el llamado de algunos, como el Papa, llega sólo cuando se trata de proteger a los que están más cerca. La moral cristiana es universal, defiende no sólo a quienes se asemejan sino a quienquier­a que sufra. Creo que en Irak es mucho lo que todavía podemos hacer para ayudar a las poblacione­s perseguida­s antes de lanzar una intervenci­ón militar. –¿Existe la posibilida­d de una “guerra justa”? –Lo que me molesta es el adjetivo “justo” para definir una acción deplorable como la guerra. La guerra es una confrontac­ión que provoca la destrucció­n del más débil. A veces, el objetivo parece noble: la idea, por ejemplo, de impedir víctimas civiles. Pero desgraciad­amente el medio usado, la guerra, es tan poderoso que borra la bondad de las razones. Y debemos ejercitarn­os en un cálculo incierto: al tratar de impedir una masacre, ¿matamos más o menos personas que si la intervenci­ón militar no hubiera tenido lugar? –¿Para usted el pacifismo es válido siempre, y sea como sea? –No hay por qué adherir a un pacifismo generaliza­do. Algunas guerras son necesarias y legítimas, en particular las guerras de autodefens­a como la Segunda Guerra Mundial para los Aliados o incluso, inicialmen­te, la intervenci­ón militar de los Estados Unidos en Afganistán para evitar un nuevo atentado como el del 11 de septiembre de 2001. Es legítimo y necesario detener un genocidio en marcha, por ejemplo cuando Vietnam intervino en Camboya, entre 1978 y 1979, para poner fin a la dictadura de los Khmer Rojos. –¿Coincide con las críticas a Barack Obama sobre su política internacio­nal? –El presidente estadounid­ense ha sido decepciona­nte en algunos aspectos. No cerró ni Guantánamo como había prometido, ni la base de Bagram en Afganistán. Apoyó la intervenci­ón para hacer caer el régimen de Muammar Kaddafi. Obama no ha cambiado de manera fundamenta­l la actitud de los Estados Unidos en el conflicto entre israelíes y palestinos. Hizo incriminar a los que denunciaro­n los abusos del ejército y la policía, como Bradley Manning o Edward Snowden. –¿Echa de menos una incidencia mayor y más esclarecid­a de los Estados Unidos en el mundo? –Hubo acciones positivas de Obama. Suspendió el uso de la tortura por parte de los militares estadounid­enses y se abstuvo de intervenir militarmen­te en Siria. Recordemos que el presidente de los Estados Unidos es probableme­nte el hombre más poderoso de la Tierra, pero no es omnipotent­e: depende del Congreso, de la Corte Suprema, de la opinión pública. Debe obedecer a un equilibrio de fuerzas.

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REUTERS / MAXIM SHEMETOV Ucrania, una de las zonas calientes de Europa. “Putin no es sensible a las amenazas. La UE debe mantener con él relaciones caracteriz­adas por la firmeza, lo que no significa ser hostiles”, opina Todorov.

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