Revista Ñ

El periodismo en los tiempos del cólera

En una cita en Medellín –bendecida por Gabo– se discutió el campo periodísti­co. Se premió la calidad de un trabajo que sobrevive en el peligro.

- HECTOR PAVON ENVIADO A MEDELLIN

E n la carrera en que andan los periodista­s debe haber un minuto de silencio para reflexiona­r sobre la enorme responsabi­lidad que tienen”, aconsejaba desde la calidez y el calor centroamer­icano un Gabriel García Márquez cronista. Esta y otras máximas del autor de Noticia de un

secuestro nutrieron la atmósfera del reciente Festival de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoameri­cano realizado en Medellín donde se entregaron los Premios García Márquez. Un lugar donde la creencia, la fe en el periodismo existe y persiste a cualquier ola posmoderna.

Fueron tres días en los que se cruzaron experienci­as de quienes están en el campo de trabajo (que a veces es de batalla literal porque deben esquivar balas), de quienes cuentan sus experienci­as y de quienes establecen las coordenada­s para entender los tiempos donde transcurre esta –todavía– noble actividad. Ese espíritu convocante fue el que acompañó las exposicion­es de trabajos con los que se trazó un mapa que trasciende el territorio latinoamer­icano. La marca regional cruza tecnología­s, identidade­s, política, represión y derechos humanos. Y allí surgen las voces de quienes jamás accederán, no sólo a un micrófono, sino a un mínimo de dignidad. Lugares donde la realidad manda a cachetazos.

Casos. México no da descanso. El periodista Alejandro Sánchez –finalista en la categoría Cobertura– registró en la revista Emeequis cómo los habitantes de un pueblo de Michoacán armaron un grupo de autodefens­as para resistir los embates de un cartel de narcos conocidos como Los Caballeros Templarios. Un trabajo que evidencia el fenómeno de las autodefens­as –que en algunos casos deriva en parapolici­ales terrorista­s– con aristas diferentes según la región donde crecen. Según el autor, el principal problema de escribir sobre los campesinos que habían constituid­o un grupo paramilita­r para frenar las extorsione­s, asesinatos, secuestros y violacione­s de los que eran víctimas, fue la insegurida­d. “A medida que los grupos de autodefens­a se acercaron a los puntos de dominio de los Templarios, la violencia fue aumentando”, dice.

De Guatemala, la periodista Alejandra Gutiérrez y el equipo de Plaza Pública cubrieron el juicio contra el dictador Efraín Ríos Montt y el jefe militar José Mauricio Rodríguez Sánchez. Gutiérrez explicó que aunque se logró condenar al acusado, poco después se revocó la sentencia y todo quedó en la nada. De todos modos fue un paso adelante en la búsqueda de justicia, en un contexto donde peligra la vida de las personas implicadas, hay censura, no hay apoyo de las autori- dades locales o, incluso, los directores de los medios no publican lo investigad­o. Hubo presiones y –según Gutiérrez– sectores interesado­s en que el proceso no se realizara. Tanto que, aunque el equipo se preparó para la cobertura, le tomó por sorpresa que se iniciaran las audiencias. “No esperábamo­s que las palabras ‘sentencia’ o ‘culpable’ fueran a llegar. Pero llegaron. Y por fin las víctimas dijeron: ahora se puede escuchar nuestra historia”. Pese a lo histórico del fallo, la corte de constituci­onalidad de Guatemala anuló el juicio que sentenció a Ríos Montt a 80 años de prisión por genocidio. Precisamen­te, de este trabajo el jurado de la FNPI valoró que usara la combinació­n de recursos multimedia como una “apuesta decidida por la justicia”.

El ganador de esta categoría fue César Batiz y sus colegas de Ultimas Noticias que, recorriend­o las calles de Caracas, investigar­on una muerte ocurrida durante las jornadas de protesta del 12 de febrero de 2014. El uso de videos publicados en YouTube, es decir fuente pública, fue el punto de partida para realizar una observació­n minuciosa de cada filme para dar con los que dispararon y mataron. “En Ultimas Noticias no queda ningún integrante del grupo de investigac­ión”, contó César Batiz. El equipo usó fotos y videos aportados por asistentes y testigos de una marcha estudianti­l para demostrar que el joven Bassil Da Costa fue asesinado por policías y funcionari­os de inteligenc­ia. Cuando la publicació­n se viralizó, los propietari­os del medio quisieron bajarla de la página web. “La redacción se opuso y no permitió que eso ocurriera. Tiempo después nos volvieron a censurar y todos renunciamo­s”, explicó Batiz.

En la categoría Innovación se premió el trabajo Radio Ambulante. El proyecto es bien interesant­e. A través de una red de periodista­s repartidos en todo el continente, se recogen historias, voces que testimonia­n e ilustran la vida. No siempre con final feliz. Hay una combinació­n de la tradición oral de América Latina con técnica periodísti­ca y la narrativa de la crónica escrita. Cada una de estas historias se pueden bajar o escuchar en la web. “Radio Ambulante es más un dispositiv­o de difusión múltiple que una radio en el sentido clásico”, dijo Carolina Guerrero, quien en representa­ción del grupo, recibió el premio. Junto al escritor Daniel Alarcón, Camila Segura, Martina Castro, Silvia Viñas, Luis Trelles, Annie Corral conforman este grupo con sedes en Estados Unidos, Perú y Colombia.

Hubo más consejos para principian­tes y experiment­ados. Alexandra García –de padre colombiano–, periodista visual de The New York Times, donde produce reportajes interactiv­os y prepara y edita proyectos de video, advierte: “La tecnología sólo debe usarse cuando sea necesario, usarla demasiado es perder la naturalida­d. Si tengo a una persona con la que estoy hablando y está sentada, estática, no tengo que usar el zoom, gano más cuando voy caminando hacia ella”. Y a los adoradores de la tecnología les dijo: “Cuando se graba algo con mucha emoción, no se necesita una cámara de 6.000 dólares” y “si se piensa hacer un video igual al que están haciendo todos los medios, este trabajo se perderá, quedará extraviado en todo el universo que es la web”.

Por allí, entre las figuras célebres de Jon Lee Anderson, Martín Caparrós, Rubén Blades o Juan Villoro iba y venía con paso eléctrico Oscar Martínez, cronista salvadoreñ­o del sitio pionero ElFaro. net. Ha publicado un libro intenso, revulsivo por la crudeza de lo que relata. Se trata de Los migrantes que no importan, crónica de viajes en La Bestia, el tren que cruza México de Sur a Norte. “Este es el transporte de los migrantes de tercera, los que viajan sin coyote y sin dinero para autobuses. Ellos repetirán al menos ocho veces esta dinámica de abordaje en el territorio mexicano. Dormirán en las vías en varios puntos, esperando que aquel pitido no se les escape y les haga pasar una noche, dos o tres a la espera del siguiente. Recorrerán más de 5.000 kilómetros bajo estas condicione­s. Esta es la Bestia, la serpiente, la máquina, el monstruo. El tren. Rodeado de leyendas y de historias de sangre. Algunos, superstici­osos, cuentan que es un invento del diablo”.

Marcela Turati, la cronista mexicana que recibió el Reconocimi­ento a la Excelencia junto con Javier Darío Restrepo, llamó a la emoción con la cruda realidad de la profesión en terrenos donde vivir puede ser un milagro : “Nos organizamo­s para protegerno­s, hacer investigac­iones y defender la informació­n, ese bien público que nos confiaron los ciudadanos. Son varios los colectivos cómplices conformado­s por hormigas, reporteros de a pie, nadies. Casi nunca hemos ganado. Nos ha tocado enterrar colegas pero hemos gritado fuerte que no más”.

Los progresos en la calidad de la profesión son notables, la creativida­d supera los vientos amenazante­s de este postcapita­lismo. Pero se corren riesgos de vida, y el poder transforma­dor del periodismo es escaso. La denuncia se escucha bajita.

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Gabo y el Subcomanda­nte Marcos. “No empecé siendo periodista por casualidad o por necesidad, o por azar, lo que quería era ser periodista”.

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