El contexto nuevo de la justicia social
Hoy, la idea de que el Estado territorial puede servir como apoderado para la efectividad social ya no es plausible. En las condiciones actuales, nuestras chances de vivir una buena vida no dependen por completo de la constitución del Estado territorial en donde uno reside. Sus efectos están mediados por otras estructuras, tanto extra-territoriales como no-territoriales, cuyo impacto es al menos igual de significativo. La globalización está forzando una cuña de ensanche entre la territorialidad estatal y la efectividad social. En la medida en que estos dos principios van divergiendo cada vez más, el efecto es el de revelar la territorialidad como un sucedáneo inadecuado de esa efectividad. ¿Es posible aplicar el principio de “todos los afectados” directamente a los marcos de justicia, sin dar un rodeo a través de la territorialidad del Estado? Esto es exactamente lo que algunos practicantes de la política transformativa están intentando hacer. Al buscar hacer palanca contra las fuentes offshore de mala distribución y de falta de reconocimiento, algunos activistas de la globalización están apelando al principio de “todos los afectados” en pos de burlar la partición en estados territoriales del espacio político. (…) En lo más reflexivo y ambicioso, estos movimientos transformadores están exigiendo la creación de nuevas arenas democráticas para considerar los argumentos acerca de cuál es el marco de la justicia. En el Foro Social Mundial, por ejemplo, algunos practicantes de políticas de transformación han diseñado una esfera pública transnacional donde pueden participar a la par de otros, poniendo en discusión y buscando resolver las disputas sobre el marco de la justicia. De esta forma, van prefigurando la posibilidad de nuevas instituciones de una justicia democrática más allá del orden de soberanía instalado desde la paz de Westfalia.