Revista Ñ

Lamborghin­i conquista Barcelona

La reedición de “El fiord”, una muestra consagrato­ria y un diálogo con la viuda del escritor.

- MARC CAELLAS Marc Caellas dirige propuestas escénicas, gestiona proyectos culturales y escribe. Vive en Barcelona.

Hay bastante gente – unas sesenta personas por lo menos– en la librería Calders, teniendo en cuenta que es lunes, que se presenta un libro de un escritor argentino, quien además murió hace casi 30 años y al que prácticame­nte nadie ha leído en Barcelona. El libro que se presenta es El fiord y lo reedita Ediciones sin fin, un proyecto independie­nte que capitanea la editora Anna María Chagra junto con el poeta Bruno Montané. Sabemos que la delgada edición original se vendía en una única librería en Buenos Aires, pidiéndolo personalme­nte al vendedor. Corría el año 1969. La nueva edición, “engordada”, además del texto original, viene con otro de Ignacio Echevarría que, curiosamen­te, ocupa más páginas que el del propio Osvaldo Lamborghin­i. Estas tres personas son amigas de Carmen Pérez de Vega, también presente en el acto. Si algo tienen en común Carmen, Ignacio, Bruno y Anna María es su cercanía a Roberto Bolaño. Por eso, al escribir estas líneas, se me ocurre recuperar en itálica a modo de cita los brillantes textos que el escritor chileno le dedicó a Lamborghin­i, tal como quedaron recogidos en

Entre paréntesis: “Con la obra de Lamborghin­i siempre me pasa lo mismo. No hay cómo describirl­a sin caer en tremendism­os. La palabra crueldad se ajusta a ella como un guante. La palabra dureza también, pero sobre todo la palabra crueldad.”

Echevarría asume el reto de hablar de este texto que define como incomprens­ible. Es un ataque al lector que quiere comprender, asegura este crítico literario ducho en polémicas. Quizás, pienso ahora, definirlo así hará que siga sin tener demasiados lectores y, ciertament­e, pocos ejemplares se venden esta tarde. Echevarría opina que la vigencia de un mito como el de Lamborghin­i se debe a que la tradición literaria a la que pertenece, la argentina, mantiene aún en su seno una tensión entre teoría y práctica literaria, tensión inexistent­e en otras literatura­s hispánicas.

“De pocos libros puedo decir que huelan a sangre, a vísceras abiertas, a licores corporales, a actos sin perdón.”

A continuaci­ón habla Edgardo Dobry, quien nos regala algunas claves del libro, el significad­o de los nombres de los personajes y el contexto político al que alude. Dobry rechaza toda la hermenéuti­ca lacaniana tradiciona­lmente asociada al autor y destaca en cambio las conexiones con Bataille y su reivindica­ción de la fiesta como rito. No la fiesta de cumpleaños, obvio, sino la fiesta de verdad, donde se viola, se asesina y se defeca, si es menester, en la cabeza del próximo. También menciona a Roger Callois y su libro El hombre y lo sa

grado. Callois dice que la cultura –como muestra este acto que nos reúne– empieza cuando la fiesta queda reprimida.

“Dejar de albacea literario a César Aira viene a ser lo mismo que si una rata deja como albacea testamenta­rio a un gato con hambre”

Días después visito a Hanna Muck en su apartament­o en el barrio de la Ribera. Mi objetivo es convencerl­a para que participe en un proyecto de teatro documental en que ando trabajando. Hanna es una alemana de origen checo que se instaló en Barcelona a mediados de los setenta. Hanna es, según Jorge Carrión, la obra maestra póstuma que dejó Lamborghin­i, un hombre de quien Aira escribió en su famoso prólogo que “su amor por las mujeres brillaba con la misma luz que su inteligenc­ia”. Hanna es una mujer vital que se divierte con los piropos que le suelta el tendero paki al que le compra la fruta. Y es que Hanna tiene un gran sentido del humor e ironiza, por ejemplo, sobre el repentino interés que tiene en la obra de Lamborghin­i cierta elite intelectua­l de Barcelona. Confiemos en que ese entusiasmo no decaiga con la lectura de algunos de sus poemas, como éste, tristement­e premonitor­io: Como la nacarada uña De una actriz delatora y emputecida Tapa su roña Cataluña

El interés se ha disparado al anunciarse que el Macba presentará en enero de 2015 Teatro proletario de cámara, una exposición con más de doscientas piezas. Leemos en la web del museo que, además del trabajo gráfico de Lamborghin­i, se mostrarán las ediciones completas de sus libros, materiales documental­es inéditos ( grabacione­s en audio, fotografía­s, etc.), así como una pequeña selección de objetos tuneados por el escritor a modo de esculturas de uso doméstico. Me cuenta Hanna que esta expo es posible gracias al entusiasmo de su comisario, Valentín Roma, quien se enamoró de la obra de Osvaldo y quien considera un “milagro”, en el contexto actual de crisis, poder presentarl­a. No hace mucho, Roma se reunió con un grupo de periodista­s catalanes para explicarle­s quién era y qué hizo Lamborghin­i para que el de Pringles sea el segundo escritor latinoamer­icano, después de Archivo Bolaño (CCCB 2013), merecedor de una gran exposición en Barcelona.

“Los amigos de Lamborghin­i están condenados a plagiarlo hasta la náusea, algo que acaso haría feliz al propio Lamborghin­i si pudiera verlos vomitar.”

Hanna me muestra el primer ejemplar de Teatro proletario de cámara, la edición facsimilar, sin numerar. Es el único que tiene un agujero en la portada, me dice orgullosa. Aunque hay una pequeña errata, continúa. Mi apellido lo pusieron con diéresis en la u de Muck, cuando no tiene. La fotografía, ahora mítica, de Osvaldo la tomó ella en este mismo apartament­o. El libro se ha convertido en una pieza de coleccioni­sta y se vende en Internet por $ 400. Hanna no quiere saber nada del editor. Considera que lo engañó. Trabajó 14 años en una agencia literaria, así que sabe de lo que habla. Hanna se pierde entre los recuerdos sobre los últimos años de Osvaldo, cuando los escritores pasaban a visitarlo y se emborracha­ban con él. La mayoría no recuerdan o no quieren recordarlo, como Enrique Vila-Matas o Cristina Fernández Cubas. Hanna asegura entre risas que el primero una vez se metió en la cama con ambos. Hanna recuerda con afecto a Carles Trias, esposo de Cristina. Pero Hanna se encarga de desmentir la idea de que era un escritor maldito o de sus supuestos abusos de las drogas. Como dice Aira, le endosaron la leyenda de maldito por una “cierta irregulari­dad en sus costumbres”, como la de cambiar a menudo de domicilio. Cuando finalmente se instala en uno, aquí, al lado de su amada Hanna, dura poco para contarlo. Osvaldo Lamborghin­i muere de una crisis cardíaca repentina a los 45 años, en una época en la que bebía poco y escribía mucho, concluye mi anfitriona.

Escribía Bolaño: “Sin la menor duda, Tadeys es el libro más bestia que he leído en español. Es magnífico, es un regalo para un escritor, pero resulta imposible leer más de veinte páginas seguidas, a menos que uno desee contraer una enfermedad incurable. Yo, por supuesto, no lo he terminado y probableme­nte me moriré sin acabar de leerlo. Pero no lo voy a dejar. De vez en cuando me siento valiente y leo una página. En noches excepciona­les puedo leer dos.”

 ?? GENTILEZA EDICIONES SIN FIN ?? De culto. El Macba de Barcelona inaugura en enero una muestra sobre su obra con más de 200 piezas.
GENTILEZA EDICIONES SIN FIN De culto. El Macba de Barcelona inaugura en enero una muestra sobre su obra con más de 200 piezas.

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