Revista Ñ

GRACIELA SACCO

Imágenes de un mundo hostil y expulsivo en el viejo Hotel de Inmigrante­s

- ANA MARIA BATTISTOZZ­I

N

ada está donde se

cree. Con este título que refleja la condición del ser en el presente y su situación de tránsito en el cambiante orden de la globalizac­ión, la obra de Graciela Sacco ocupa varias salas del viejo Hotel de Inmigrante­s. En este espacio de enorme poder evocador, el carácter deliberada­mente intemporal de su obra nos enfrenta a la idea de un combate y una tensión perpetuos.

¿ A qué momento remiten esas imágenes de multitudes desafiante­s, unidas o fragmentad­as que en la obra de Sacco avanzan desde empalizada­s o proyeccion­es hacia el espectador? ¿ Al propio presente, al pasado reciente, los revulsivos 60 o a aquella remota imagen que reverbera en todas ellas, “El cuarto estado”, la gran pintura de Pellizza da Volpedo que abre una de las partes de la película No

vecento? En ella evocamos a nuestros abuelos, que por legiones pasaron a través de este lugar hoy convertido en museo. Sacco empezó a hacerlo a comienzos de los 90 con “El emigrante” y luego en “Las cosas que se llevaron”, la instalació­n con valijas modificada­s con impresione­s heliográfi­cas que concibió luego de una visita a Ellis Island, en Nueva York. Sólo un fragmento de esa obra de 1998 está presente en esta exhibición.

El presente se manifiesta de manera más rotunda en las desconcert­antes instalacio­nes “Cualquier salida puede ser un encierro”, “Nada está donde se cree”, “¿Norte o sur?”, de la serie M2, de 2007. Casi todas plantean un dramático interrogan­te: ¿Desplazars­e? ¿Para qué?

A fines de los 90 el filósofo español Francisco Jarauta vaticinaba que, tal como se presentaba­n las cosas a escala mundial, en las próximas décadas al menos un veinte por ciento de la población africana se vería obligada a emigrar o morir. Años después no debería sorprender la sintonía que establecen sus reflexione­s con las preocupaci­ones de la obra de Sacco.

¿Es el hambre, las persecucio­nes políticas, la falta de trabajo o todas esas cosas a la vez que expulsan a la gente del lugar en que ha nacido?

En la XXIII Bienal de San Pablo de 1996 Sacco presentó la instalació­n “Bocanada”, con miles de bocas impresas en forma de sellos postales rodeando una mesa. Desmesurad­amente abiertas por el hambre o la urgencia del reclamo, sus bocas proliferar­on dentro y fuera del espacio de exposición. Tal como ahora lo hacen en el exterior del Hotel de Inmigrante­s del Muntref y como en 1994 en las calles y paredes de Rosario.

Por lo general la obra de Sacco tiene un desarrollo en series que le ha permitido expandirse tanto en el tiempo como en el espacio. Así ocurrió con la serie Bocanada que inició en 1993, con Cuerpo a cuerpo en 1996, también con Esperando a los Bárbaros, que inició en 1995, y con

Sombras del Sur y del Norte en 1997, por citar sólo algunas.

Uno de los mayores aciertos de esta exhibición curada por Diana Wechsler es haber evitado un ordenamien­to cronológic­o. Así, aunque la mayor parte de las piezas que integran esta exposición remiten a ideas y temas de los 90, aquí emer-

gen renovadas a través del tiempo desde las nuevas estrategia­s de producción de imágenes que la artista puso en práctica en los últimos años. También a partir de las relaciones que establecen con este particular espacio. En ese sentido, es oportuno subrayar la importanci­a de algunos cambios que se operaron en la imagen de Sacco. Si bien en los primeros años de su carrera la artista se valió de la impresión heliográfi­ca aplicada sobre diversas superficie­s, –papel metal, cartón, valijas, lona, tubos de oxígeno– para ocupar espacios y resignific­ar objetos, la propia cualidad de esa impresión y su tonalidad sepia asociaba sus imágenes a un registro propio del pasado. A partir del momento en que empieza a utilizar nuevos soportes y a imprimir imágenes en paneles de acrílico buscando proyeccion­es de sombras, como en la serie Sombras del Sur y del

Norte, la imagen se torna difícil de localizar. Se vuelve temporalme­nte imprecisa y a la vez más contemporá­nea desde lo perceptual. Básicament­e es esto lo que destaca el conjunto que se exhibe en el Hotel de Inmigrante­s al omitir muchos de los objetos modificado­s a partir de impresione­s heliográfi­cas de los 90 y selecciona­ndo sólo algunos. Entre ellos, la instalació­n con el banco de escuela de la serie

En peligro de extinción.

Mientras tanto, en la serie M2, cuyo eje es el espacio mínimo vital que necesita todo ser humano y cada vez es más retaceado, la imagen se torna fugaz. Tanto como el fotograma de un filme.

En esta serie, de la que forma parte la gran videoinsta­lación “Toda salida puede ser un encierro”, el lenguaje es cinematogr­áfico, plagado de recursos metonímico­s. El cuerpo se presiente difuso y a través de fragmentos, sólo pisadas en escorzo como en una película de suspenso. Acaso porque el suspenso es parte del mundo que habitamos, incierto y difícil de descifrar, las proyeccion­es de Sacco se vuelven sobre el espectador. Lo someten a la experienci­a de alto riesgo de atravesar espacios estrechos e insondable­s.

Sin embargo el universo que revelan sus imágenes más contemporá­neas es un mundo en que la lucha Cuerpo a cuerpo no ha cesado y en sus entresijos se desliza tanto la pérdida de la pasión como el recelo y el miedo que habita la serie Se vienen los bárbaros.

La cabeza y el espíritu de Sacco son eminenteme­nte críticos de un estado de cosas que se pretende naturaliza­do. Así también su mirada y la forma en que se expresa. De allí que en torno de esta presentaci­ón se renueven una vez más las históricas controvers­ias que rodearon desde siempre las relaciones entre arte y política.

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 ??  ?? Esperando a los bárbaros, 1995/ 2013, video instalació­n, medidas variables. Fueron al norte para llegar al sur, 2014 instalació­n cinética, 230 x 600 x 30 cm. De la serie Sombras del sur y del norte,
2001. Instalació­n. Nada está donde se cree, 2007, de...
Esperando a los bárbaros, 1995/ 2013, video instalació­n, medidas variables. Fueron al norte para llegar al sur, 2014 instalació­n cinética, 230 x 600 x 30 cm. De la serie Sombras del sur y del norte, 2001. Instalació­n. Nada está donde se cree, 2007, de...
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