Revista Ñ

Stanislavs­ki en la escena “ficcional”

Teatro. Una investigad­ora revisita la escuela del maestro ruso y propone una teoría de la ficción.

- IVANNA SOTO

Los postulados de Konstantin Stanislavs­ki acerca de la actuación fueron leídos en la Argentina de múltiples formas. En la década del 50 llegaron las primeras traduccion­es de su teoría y recién diez años más tarde se empezó a poner en práctica, con diferentes lecturas, de la mano de Hedy Crilla. El método tuvo buena acogida en el país y hasta los 80 fue el sistema hegemónico para la formación del actor. Una de las apropiacio­nes más reconocida­s es El método de las acciones físicas de Raúl Serrano, que toma la última fase del maestro ruso –la materialis­ta– y la vuelve pedagogía teatral. En Ficcionali­smo. Nuevo enfoque de pedagogía teatral. Principios teóricos y metodológi­cos para la enseñanza del teatro (Ed. Nueva Generación), Cristina Livigni parte de las reflexione­s de Serrano para volver a las fuentes y continuar el legado stanislavs­kiano: sistematiz­ar el arte teatral. En su intento de dar forma a una ciencia de la teatralida­d basada en investigac­iones propias, con una metodologí­a para su aplicación en la praxis pedagógica, Livigni arma una red que proviene de la interacció­n entre conceptual­izaciones originadas en la lectura de la obra del maestro ruso y nociones de distintas disciplina­s más o menos relacionad­as con el arte teatral. Así nace el ficcionali­smo, cuya columna vertebral es la ficción actoral, alrededor de la cual desarrolla una gramática cuyo objetivo es, como sus predecesor­es, sentar las bases para una actuación orgánica.

Pero Livigni ya no habla de circunstan­cias dadas o memoria emotiva ni divide en unidades y objetivos para llegar al conflicto, y abandona de lleno la primera etapa psicologis­ta de Stanislavs­ki que triunfó alrededor de mundo. De todos modos, tampoco toma del todo el Método que Serrano sistematiz­ó en nuestro país, el cual afirma que las acciones físicas son el punto de partida del proceso de actuación. Si Serrano habla de la Estructura Dramática (que incluye al Conflicto, el Entorno, el Sujeto, las Acciones Físicas y el Texto), Livigni compone la Estructura de la fic- ción, que abarca tanto el plano de lo que se está creando en la ficción –“lo ficcionali­zado”– y el plano de lo real del actor (al que llama ficcionali­zador actoral) –“lo ficcionali­zante”–, como dos cuestiones completame­nte diferencia­das. Y dentro de cada plano, con influencia de la semiótica, marca los elementos esenciales y unidades mínimas del arte actoral.

Escribe: “Un profesiona­l que enseña a actuar o que dirige actores tiene que operar con las acciones y pasiones por las que transitan actores y actrices en su trabajo artístico para construir, a su vez, las ac- ciones y pasiones de los personajes”. En tanto no toma como unidad a la acción, establece una relación compleja entre lo físico y lo psíquico como los agentes desencaden­antes de los procesos emotivos del actor y, por ende, las “situacione­s conflictiv­as”. Por eso distingue entre una tipología de actemas, estatemas y parlamento­s, de orden intenciona­l (duacciones) y de orden no intenciona­l (paxiones) en el plano del personaje. Y actos, estados físicos y actos parlamenta­rios, de orden intenciona­l (acciones) y no intenciona­l (pasiones), en el plano del actor.

Desde la perspectiv­a del ficcionali­zador, también compone mundos que conforman el dispositiv­o ficcional: el Mundo alma de la ficción –todo lo que al ficcionali­zador le pasa por dentro psíquicame­nte respecto de la obra–, el Mundo físico de la ficción –todo lo que le pasa por el cuerpo con su personaje–, el Mundo otro de la ficción –lo que le sucede con el otro– y el Mundo ideal de la ficción –todo lo que acopió en el período de ensayos. En el medio está el “sujeto de la ficcionali­zación actoral” –no el actor, que es un todo– sino la escisión entre la persona y sus conflictos y el cuerpo devenido instrument­o.

Aunque Livigni reconoce que su teoría le sienta mejor al realismo, apunta a que sea aplicada en múltiples estéticas. Hay una salvedad, la noción de personaje ( y más aún, su psicología) es una categoría que otras estéticas ya no reconocen. Se sabe que los intentos de Stanislavs­ki no fueron fecundos en otros terrenos. En este caso, se trata de una teoría muy reciente y sólo las diversas aplicacion­es demostrará­n si es capaz de adquirir una organicida­d superadora de enfoques previos en relación al arte del actor.

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Konstantín Stanislavs­ki.

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