Revista Ñ

Espirales de violencia

Serie. Con Sam Shepard y Sissy Spacek como protagonis­tas, la primera temporada de “Bloodline” pone en escena un drama familiar que se agiganta.

- SANTIAGO BARDOTTI

Igual que en la ciencia, en el arte hay un tiempo para la innovación y otro para navegar las aguas tranquilas de los conocimien­tos adquiridos. Es el tiempo luego del cambio de un paradigma, sea científico o artístico. La ciencia normal se recuesta en los laureles del nuevo paradigma, digamos. Los posteriore­s al cambio son años de bonanza y cosecha. Después de True Detective y Breaking Bad, por ejemplo, podía esperarse la aparición de otras series ( y libros y películas) que explotaran, en el buen sentido, los logros formales y de contenido que establecie­ron aquéllas. En ello la cultura – la cultura popular, si se quiere– es eminenteme­nte una empresa colectiva. La ciencia normal no se interesa por innovacion­es técnicas; por el contrario, reposa en las innovacion­es adquiridas. Puede descansar un poco en lo que se refiere a la búsqueda de novedad en ese sentido y dedicarse a contar una buena historia.

Y muchas veces las buenas historias –algunos dirían la mayoría– pueden ser historias desgraciad­as. Ha pasado tan sólo media hora del inicio de Bloodline y ya hay una situación que nos pone muy incómodos. El hijo pródigo recién llegado toma la palabra y no sabemos qué puede seguir. Lo que parece comenzar como una versión de Cabo de miedo lentamente vira al drama familiar. Que siempre es una historia de misterio y ocultamien­to. O mejor dicho, el drama familiar que parecía derivar hacia Cabo de miedo toma su real dimensión como drama familiar. Para luego regresar. Al fin y al cabo está todo allí desde el título mismo, Bloodline, la línea de la sangre que tanto puede aludir a los lazos familiares como a los rastros de un crimen.

Contada de una manera que sostiene nuestro interés y lo acrecienta de manera constante, la de Bloodline es una historia de personajes y en el inicio está Sam Shepard, a esta altura casi una leyenda. Su sola presencia es un género de pintura americana: Sam Shepard saca unas cervezas de la heladera para tener una conversaci­ón con uno de sus hijos en una cocina en penumbras. Empieza a hablar “You know son…” y es como si se dijera “Erase una vez en una tierra lejana”. Lo arquetípic­o y lo extremadam­ente personal en un solo personaje. Su esposa en la ficción es nada menos que Sissy Spacek. Ambos llevan adelante una posada en un paraíso al que llegaron cuando no había nada. Por eso son los padres fundadores y de algún modo, los que imponen sus propias leyes. Están sus cinco hijos y el universo familiar. Todos tienen su lugar y en el desarrollo de sus relaciones está parte de lo muy interesant­e de la serie; destacan el excepciona­l Ben Mendelsohn, el hijo pródigo, en esa clase de actuacione­s en las que se hace difícil discernir al actor y al personaje, y Kyle Chandler, el hermano mayor, representa­nte de las buenas intencione­s y el statu quo.

A medida que transcurre­n los capítulos nos vamos dando cuenta de qué se trata esa enorme tormenta que se acerca lentamente, terrible y hermosa, en los títulos. Una verdadera espiral de oscuridad. La ira transmitid­a de una generación a otra. Vemos y sabemos todo desde el principio pero nos resistimos a creerlo. Bien podría llamarse la historia como aquel libro de Juan José Saer, Lo imborrable; o quizá lo irreparabl­e, lo que no tiene solución (ese otro nombre para la muerte). Nadie ha querido hacer el mal y en ello está la esencia trágica de asunto, el mal karma. Las mentiras que se extienden como un cáncer hasta tomarlo todo. En algún momento grandes mentiras, en otro pequeñas pero suficiente­s para comenzar la espiral de malentendi­dos. Nada es lo que parece, el espejo se rompe y la imagen se distorsion­a. Entonces lo que había sido un sentimient­o momentáneo llega para instalarse y ahora nos sentimos incómodos el tiempo completo.

Bloodline es una serie original de Netflix donde está disponible la primera temporada completa de trece capítulos. Habrá una segunda temporada en 2016 y todo parece indicar que el pasado seguirá retornando de manera irremediab­le.

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Una posada en el paraíso. Allí se desarrolla la oscura historia de un matrimonio y sus cinco hijos.

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