Sobre Alberto Maguel y el embrujo de los libros
A propósito de “La sombra de Alejandría” (Ñ 639), un texto de Alberto Manguel, próximo director de la Biblioteca Nacional: “Si existiera el paraíso tendría forma de biblioteca, decía Jorge Luis Borges. Esa es una de las razones por las que fundé una biblioteca en mi escuela secundaria rural. En algunas oportunidades, me envían a los alumnos que se portan mal en clase y terminan siendo grandes lectores. Desde la vasta ignorancia, se les muestra un mundo que para ellos era desconocido y en la mayoría de los casos los atrapa más que cualquier juego virtual. Sólo hay que dejarse llevar por las letras y el embrujo de las imágenes que vamos creando junto al autor. Hay un pacto autor-lector, un volver a la caverna, en el que los sentimientos se tornan a flor de piel y, en algunos casos, al terminar de leer un libro tenemos un nudo en la garganta y nos invade la melancolía, o la furia, o el llanto. Algo pasa que va más allá de nosotros. En la mayoría de los casos podemos olvidarnos del autor pero la obra, si es buena, perdura en los años. Excelente definición de la cultura a partir de la lectura, felicitaciones. Léanlo, por favor; gastan menos tiempo que ver un reinado de Miss universo. Qué honor para él ser el heredero de Borges, en la dirección y en las
letras. Más que merecido lo tiene. Estoy gratamente sorprendido por la elección de Alberto Manguel. Un premio a su trayectoria. Qué interesantes son las bibliotecas, sitios llenos de misterios. Recuerdo, por ejemplo “La biblioteca de Babel” de Borges, lugares por donde las letras circulan entre los libros y uno nunca sabe en cuál de ellos encontrará las que, finalmente, le van a hablar. Una biblioteca crece a la sombra de los censores. Estos son los que intentan anular el pasado, enceguecer el presente, desvalijar el futuro, aniquilar una idea y literalmente borrar las palabras de la memoria común. Puede que durante un tiempo logren sus propósitos, pero no para siempre. Valoración: una nota para recomendar.