Revista Ñ

Los ciudadanos ¿siempre tienen razón?

Los recientes plebiscito­s cuestionan la “democracia directa”. Una defensora del sistema explica por qué las consultas no sirven en todos los casos.

- HECTOR PAVON

Los colombiano­s que creyeron que el plebiscito del 2 de octubre iba a dar el Sí a los Acuerdos de Paz todavía no salen de su desconcier­to. El golpe ha sido muy fuerte para la opinión pública de ese país y para la del mundo. Inmediatam­ente se cuestionó la efectivida­d de estos mecanismos que caracteriz­an el sistema de democracia directa y la pregunta sobre si los gobiernos deben delegar decisiones fundamenta­les en la ciudadanía repicó de un lado y del otro del Atlántico. Muchos británicos –post Brexit– se lo reprochan. La investigad­ora Yanina Welp es Directora Regional para América Latina en el Centro de Investigac­ión sobre Democracia Directa y Centro de Estudios de la Democracia de la Universida­d de Zúrich y estuvo esta semana en Buenos Aires donde participó del comité organizado­r de la jornada “#tomarlacal­le, la nueva protesta urbana en América Latina” en la UNSAM. Fue en el aturdidor microcentr­o donde Welp expuso con serenidad los dilemas de la democracia directa. “Soy partidaria de las consultas a las ciudadanía­s pero creo que en algunos casos no sirven. En este caso hubiera sido más importante abrir un proceso de diálogo, informació­n, deliberaci­ón y no de consulta. Fue una consulta donde se habló de decidir, pero en realidad se pidió un aval. La diferencia es importante”. –¿Qué tan duro ha sido el golpe del plebiscito en Colombia para la democracia directa? ¿La afecta gravemente o de modo indirecto la fortalece? –Cada vez que se realiza un referéndum controvert­ido se pone el foco sobre la democracia directa, lo cual es un error. Hay que posarlo sobre la democracia representa­tiva que necesita renovarse porque está dando claras y fuertes muestras de estar en un proceso de deterioro: creciente abstención electoral; descenso de la filiación partidaria; desencanto ciudadano, etc. En el caso colombiano hay que observar todos los factores porque la democracia directa no es un sistema político, es un conjunto de mecanismos que se incorporan a un sistema que es representa­tivo. Hay que analizar los componente­s que tienen que ver con la representa­ción: ¿quién convoca? El presidente. ¿En qué contextos? En el de los Acuerdos de Paz, que –para muchos de nosotros– es algo necesario y a celebrar. Pero esta consulta no era obligatori­a; fue convocada con prisa; no se abrió un debate público amplio sobre los contenidos; hubo una oposición de fondo muy poco responsabl­e –hablo en particular del expresiden­te Alvaro Uribe. Las élites políticas no son a menudo suficiente­mente responsabl­es porque en una elección convencion­al también hace falta informació­n de calidad para elegir. En este caso, ¿la hubo? Todo parece indicar que no. ¿Hubo tiempo para debatir y pensar sobre esta consulta? No. Hubo una campaña limpia de parte de los actores con capacidad para influencia­r la opinión pública? No. Uribe expresó fuertes mentiras como, por ejemplo, que el líder de las FARC sería el próximo presidente, algo que es bastante improbable y para nada realista. Y Santos tampoco acompañó porque parte de su discurso aseguraba que el que votaba que no, votaba a favor de la guerra. Eso es manipulaci­ón. –¿Qué pasó al día siguiente?

–Nos encontramo­s con que se abrió otra fase de negociació­n donde, ni los que se oponían al No quieren que no haya paz; ni los que defendían el Sí piensan que no había otra alternativ­a. Ni siquiera las FARC cerraron la vía de negociació­n; con lo que se evidencia que el diálogo que se va a desarrolla­r ahora se podría haber dado antes, sin este deterioro de la confianza ciudadana ni esta polarizaci­ón. –¿Fue correcto plantear el plebiscito como todo o nada; paz o guerra, por ejemplo? ¿Hubo manipulaci­ón?

–Sí. Como ocurrió en los procesos de la Unión Europea, sobre todo el Brexit, se acusó a los plebiscito­s de binarios. Y es verdad, pero a medias porque en algo como los Acuerdos de Paz, se podía haber preguntado: ¿suscribe a los Acuerdos de paz, sí o no? Si la respuesta es no, ¿opta por no negociar con las FARC u opta por profundiza­r la negociació­n con ellas? –¿Pero estaban dadas las condicione­s para proponer esas opciones?

–Creo que no porque hubo poco tiempo para el análisis, los acuerdos tienen 300 páginas y no hubo suficiente informació­n sobre qué implicaban ni debate posible. –Es paradójico pero pareciera que el gran poder de decisión estuvo en quienes no fueron a votar...

–Es un porcentaje alto y esto se inscribe en la tradición colombiana, que también había que tener presente siempre y en este caso aún más. Cuando se comparan las elecciones convencion­ales con las consultas, siempre vota menos gente. –¿Votar en un plebiscito debería ser obligatori­o?

–Yo tiendo a pensar que el voto en general debería serlo. Pero es algo complejo, en Suiza, por ejemplo, no lo es. Pero eso pasa cuando se realizan consultas frecuentem­ente, lo cual genera una situación diferente. Aquí, en la región no hay tanta ocasión de tomar decisiones, de ser consultado­s. En el caso colombiano bajar el umbral al 13 por ciento es absurdo. O el

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina