Los caminos apenas desviados de la libertad
6 artistas mujeres contemporáneas dialogan con 3 escultoras modernas en una muestra que cuestiona los límites entre la pintura y la escultura, la abstracción y la figuración, la perfección y el error.
Danzan, dialogan. Las obras de Jane Brodie, Elena Dahn, Marcolina Di Pierro, Dolores Furtado, Irina Kirchuk y Silvana Lacarra no sólo conviven en las salas del Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires. Del papel al hierro y del suelo al techo traman un luminoso espectro de posibilidades plásticas. No están solas. Poniendo el foco en nociones clave de la práctica y la teoría artística contemporánea (las relaciones entre lo óptico y lo háptico, el cuerpo como factor expresivo y perceptivo, lo femenino como dimensión creativa, lo anacrónico como catalizador de lecturas), la curadora Aimé Iglesias Lukin decidió acompañar la obra de las seis artistas que integran Epsilon. Abstracciones descentradas con piezas de Alicia Penalba, Noemí Gerstein y María Juana Heras Velasco, presencias que no sólo enriquecen el diálogo abierto sino que también establecen un linaje (casualidad o causalidad, la obra de Penalba presente en la muestra se llama “Ancetre Aille”, algo así como “ir a los ancestros”); una suerte de sigiloso pero contundente matriarcado, en un terreno donde solía primar la pre- sencia masculina.
Pero lejos está la muestra de embarcarse en dicotomías básicas entre hombres y mujeres, si bien encarna el tercer episodio de Ellas, el programa que el museo viene desarrollando a lo largo de todo el año, dedicado a la obra de artistas contemporáneas. Que de forma deliberada o involuntaria se filtren orgánicamente, en el modo de hacer de las seis, cuestiones ligadas a lo que significa ser artista y mujer en este lugar y momento determinados (que no es poco ni es fácil) es un hecho inherente a cada una de las obras que forman parte de la propuesta.
A diferencia de los anteriores episodios del programa del museo –que convocaron siempre a diversas artistas y curadoras– en todos los pisos de esta muestra pueden verse obras de cada una de las artistas que la integran. Cada sala se vuelve entonces un panorama de objetos que, oscilando entre la dureza y la blandura, entre la geometría y el informalismo, se sustraen a la vez de cualquier categoría establecida. Reptan por el piso, penden de las vigas o se adhieren de forma encarnizada a los muros del museo, versatilidad contemporánea que queda enfáticamente evidenciada contra los materiales metálicos y los pedestales que aún utilizaban, unas décadas atrás, las pioneras de la escultura moderna Gerstein, Penalba y Heras Velasco.
El ojo rebota de un objeto al otro. Las