Revista Ñ

El criollo que se apropió de Dublín

Biografía. La fascinante vida del primer traductor del “Ulises” de James Joyce al castellano, José Salas Subirat, y de su entorno social e intelectua­l.

- EZEQUIEL ALEMIAN

Descendien­te de inmigrante­s catalanes, José Salas Subirat nace en 1900 y pasa su infancia en el barrio de San Cristóbal, a pocas cuadras del arrabal. En quinto grado es retirado de la escuela y comienza a trabajar en una editorial. Cambia de trabajos, se muda a una pensión. Sus primeras armas con el inglés las hace en el Círculo Asturiano, al que va a escuchar cursos y conferenci­as. En 1919 entra a la asegurador­a La Continenta­l. En 1923 termina la escuela y pone una academia de taquigrafí­a e idiomas; de día trabajaba en la asegurador­a y de noche da clases a los vecinos de Constituci­ón.

Participa del grupo Boedo desde un lugar excéntrico: edita dos novelas, ensayos sobre Marinetti y Beethoven y reseñas y artículos. (No fue un desconocid­o en el mundo de las letras; fue, peor aún, señala su biógrafo, un escritor menor). Trabaja en la sede local de una empresa soviética y monta una fábrica de juguetes cuando se queda sin trabajo. Vuelve luego al mundo de los seguros, donde se destacará como autor de textos de motivación de ventas y autoayuda.

Con esta vida sin grandes singularid­ades, “al borde de cualquier intento biográfico”, ¿cómo llega Salas Subirat a dedicar cientos de horas de su vida fuera de la oficina, fuera de la familia, a extraviars­e en el laberinto joyceano, traduciend­o por primera vez Ulises al español?

La biografía va siguiendo las publicacio­nes de Salas Subirat, analizándo­las, reconstruy­endo su entorno intelectua­l, sus motivacion­es. Logra un notable punto justo, en el sentido de que nunca es demasido contextual ni tampoco desliga al traductor de su entorno. Reconstruy­e con mucho cuidado la emergencia de los recién venidos a la cultura de los años 20 y hace de Salas un inesperado modelo posible: “Como otros exponentes de su generación, si algo diferenció a Salas Subirat de su entorno fue la decisión de ir más allá, de pasar de ser un receptácul­o del proceso de adquisició­n cultural a ser uno de sus agentes. Su proyecto de vida, al menos de vida intelectua­l, fue convertirs­e en un mediador entre un conjunto de saberes lo más amplio posible y esas mayorías que estaban excluidas de ellos (como pudo haberlo estado él si no hubiera puesto en juego su propio empeño in- dividual)”. El Ulises era el final de su proceso de formación, el non plus ultra de su aprendizaj­e. Salas Subirat busca desentraña­r la escritura de Joyce en su sentido más básico, no en su multidimen­sionalidad, porque lo que quiere es iluminar la peripecia. Traduce para leer. En determinad­o momento de ese trabajo, Salas entró en contacto con el editor Santiago Rueda, y de traducción íntima la suya se transforma en traducción para un público.

Hoy no importa si su versión es la mejor o no. Su trascenden­cia en nuestra cultura es ya otra. Señala el autor que la tirantez entre la lengua culta y la popular, entre lo percibido como norma y la transgresi­ón que se vive en la calle, podrá ser rastreada hasta mucho después en la traducción del Ulises”.

Para Petersen, la vida de Salas Subirat es la gesta de toda una generación literaria. Dice: “Resulta simbólica la coincidenc­ia de que en 1945, cuando se publique, esté abriéndose en la Argentina otro período de conmoción cultural profunda, con la aparición de nuevos actores y nuevas voces. El Ulises de Rueda parece concluir el ciclo de la problemáti­ca incorporac­ión de los hijos de la inmigració­n, y su voz, a la cultura local”.

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EL TRADUCTOR DEL ULISES Lucas Petersen Sudamerica­na 400 págs. $ 349

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