Las puertas del Edén
Por la guerra y la paz la verdad se enrosca
desliza su falso toque de queda sobre el bosque de nubes cuadrúpedo el ángel vaquero cabalga con su vela encendida en el sol aunque su resplandor está encerado de negro todo excepto bajo los árboles del Edén.
La farola se yergue con los brazos sus garfios de acero plantadoscruzados para reprimir guaridas inferiores donde gimen niños aunque sombrea la insignia de metal todo, todo puede simplemente caer con un golpe estrepitoso pero sin sentido ningún sonido sale jamás de las puertas del Edén.
El salvaje soldado hunde su cabeza en la arena y luego se lamenta ante el cazador descalzo que ha quedado sordo aunque aún permanece sobre la playa donde los perros ladran a los barcos de velas tatuadas con rumbo a las puertas del Edén.
Con la aguja de una brújula oxidada por el tiempo Aladino y su lámpara se sienta con utópicos monjes eremitas a horcajadas en el Becerro de Oro y en sus promesas de paraíso no oirás una sola risa todo excepto tras las puertas del Edén.
Relaciones de propiedad murmuran por los rincones a los condenados a actuar en consecuencia y a esperar a los sucesivos reyes
y yo intento armonizar con canciones que canta el gorrión solitario no hay reyes tras las puertas del Edén.
La Madona negra de la motocicleta reina gitana sobre dos ruedas y su fantasma tachonado en plata a gritar al enano de franela grisobligan mientras se lamenta de las malvadas aves de rapiña que picotean las migajas de sus pecados y no hay pecados tras las puertas del Edén.
Los reinos de la experiencia se pudren en los vientos preciosos mientras los indigentes cambian posesiones deseando cada uno lo que tiene el otro y la princesa y el príncipe discuten lo que es real y lo que no lo es eso no importa tras las puertas del Edén.
El sol extranjero bizquea sobre un lecho que nunca es el mío mientras amigos y otros extraños tratan de renunciar a sus destinos dejando a los hombres entera y totalmente libres para hacer lo que deseen salvo morir y no hay juicios tras las puertas del Edén.
Al amanecer mi amor viene a mí y me habla de sus sueños sin querer que su mirada traspase el abismo de lo que uno significa a veces pienso que no hay palabras salvo las que dicen la verdad y no hay verdades fuera de las puertas del Edén.