Revista Ñ

Retrato del espía que eligió el Che

Fernando Escobar Llanos fue una sombra de Guevara que se adelantaba a sus pasos. Hoy sale a la luz.

- ISIDORO GILBERT

El escritor español Javier Cercas contó en El impostor la historia de Eric Marco, que aseguraba ser un sobrevivie­nte de campos de concentrac­ión nazis, resistente antifranqu­ista y que llegó a ser líder de la anarquista Confederac­ión Nacional del Trabajo. Se comprobó que había ido a Alemania como voluntario a trabajar y entonces su credibilid­ad se desplomó. Cercas no condena a Marco porque las atrocidade­s que reveló fueron reales. Dado la manera como España entró a la democracia tras el franquismo, con el pasado clausurado; los cuentos de Marco llenaron ese vacío.

El periodista Marcos Gorbán leyó un libro de Alberto Nadra, Secretos en rojo, y se encontró con un personaje, Fernando Escobar Llanos, que lo fascinó. Se metió de lleno a hurgar si era cierto lo que contaba: que en vida de Guevara había sido “los ojos del Che”. Ese es el título del libro (Los ojos del Che, publicado por Editorial Sudamerica­na) donde se cuenta como Gorbán trató de corroborar si eran ciertas o no las historias que le desgranó Escobar Llanos cuando lo conoció. Así –contó– lo llamaba el Che y además lo bautizó como Losojo. Gorbán quiso saber si superaba las trampas para conocer la verdad. Reclamaba pruebas: una foto donde estuvieran él y Guevara. La foto fue dejada en manos de un sacerdote jesuita. Gorbán, solo con balbuceos sobre la identidad del cura logró identifica­rlo y llegó incluso a su archivo privado pero la foto de marras nunca apareció. Entonces había que encontrar militantes o líderes revolucion­arios que hubieran conocido a Escobar Llanos. Gorbán dio con personas y situacione­s que se acercaban a la verdad pero no deforma terminante. Como buen investigad­or aprovechó un viaje de trabajo a México –es productor de TV– para llegar a La Habana y se contactó con el ex agregado político de la embajada cubana en Buenos Aires, Tony López. Un hombre de apellido López Sherpa lo conectó con ex guerriller­os y hombres del Che, inclusive Pombo, ese enorme negro que fue su guardia personal en Bolivia y que logró huir a Chile.

Gorbán narra esos tres días habaneros como un gran fresco del suspenso. En busca de “la” informació­n se encuentra con que los viejos oficiales del Che viven decorosa pero humildemen­te, que todos ellos tienen un cariño indescript­ible por su comandante y rabian cuando escuchan historias sobre disensos entre su jefe y Fidel Castro, más aún frente a aquellas que mencionan la palabra “traición”. Todos los entrevista­dos confiesan no haber sabido nunca que el Che hubiera tenido su “hombre invisible”, es decir, no lo conocieron a Fernando, pero aceptan que varias de sus historias –algunas de ellas conocidas por muy pocos– pudieran ser ciertas: los preparativ­os para un viaje del Che a París que finalmente no se realizó, la presencia de Fernando Escobar Llanos en contingent­es de comunistas argentinos que recibieron del Che entrenamie­nto guerriller­o en 1963, en las cercanías de La Habana y otras locaciones. Nadie lo recordaba pero tampoco lo negaba: han pasado más de 50 años y muchas memorias devinieron frágiles. Escobar Llanos pudo haber dado colaboraci­ón al Che, pero en todo caso, Losojo fue peón cuando supuso ser alfil. El lector sacará sus conclusion­es: Fernando Escobar Llanos no es Eric Marco.

Para Gorbán hijo de comunistas (su padre fallecido fue un médico muy querido en Banfield que no cobraba a humildes ni militantes), la travesía le removió su pasado en la Federación Juvenil Comunista que dejó a fines de los 80 y la distancia le permitió revalor personas y situacione­s. Gorbán sabía por su paso comunista de las fuertes diferencia­s entre el Che y la dirigencia del Partido Comunista Argentino (PCA) sobretodo por la lucha armada. Volvió a oír recriminac­iones de quienes lo recibieron en Cuba. Acaso con más tiempo en La Habana hubiera descubiert­o que el PCA recibió reproches y en ocasiones pedidos del Che para sacar del país a Juan Alberto Castellano­s, el cubano, camuflado peruano, detenido en Salta o el concurso de técnicos del PCA para relevar zonas donde Guevara pensaba incursiona­r.

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GENTILEZA: FERNANDO ESCOBAR LLANOS Montevideo 1963. Losojo u Orlando.
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Editorial Sudamerica­na 320 págs. $ 299

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