Semana de arte y locura en Miami
Con más de 25 ferias, 1.200 galerías, miles de coleccionistas y millones de dólares, la ciudad fue durante días el centro del mercado.
Una vez más, la ciudad de Miami – desde los 2000 convertida en núcleo convocante de transformaciones y negocios combinados con playa y mucho sabor a Caribe, a Cuba– tuvo su sobredosis anual de arte: más de 260 galerías fueron parte de la edición número 15 de Art Basel Miami Beach (ABMB) –una de las ferias de arte contemporáneo más importantes del mundo–, y 27 ferias de arte paralelas se llevaron a cabo simultáneamente en la misma ciudad. Y a pesar del número “redondo” del 15° aniversario, no hubo festejos ostentosos ni nada que se saliera demasiado de la rutina anual. Por el contrario, se mostró un perfil discreto y sobrio para una feria que está cambiando la dinámica del mercado de la región. Y es la que cambió el perfil, movimiento, urbanización y economía de Miami. No pasó desapercibido el “efecto Trump”, especialmente para los coleccionistas de Norteamérica, que se mostraron un poco más cuidadosos que en años anteriores.
ABMB reúne alrededor cantidad de ferias satélite: este año fueron 27 ferias paralelas en las que participaron 1.200 galerías. Entre fines de noviembre y principios de diciembre llegan a Miami unas 600 mil personas, y 85 mil artistas, coleccionistas, críticos, curadores, directores de museos, galeristas corren entusiastas y cansados cada día desde las 8 de la ma- ñana hasta la madrugada desde la reunión a la exposición, desde la visita de una colección a una cena. La llamada Semana del arte de Miami derrocha frenesí.
Pero a pesar del cambio que significó la instalación de Art Basel en Miami, la feria más antigua de la ciudad, con 27 años, es Art Miami. Ubicada en el distrito arty de Wynwood –un barrio encantadorlleno de galerías, talleres, murales y graffitis, prácticamente un museo a cielo abierto–, esta feria es la pionera de la zona. Fue hasta principios de los años 2000 la más importante y, desde la instalación de Art Basel en la ciudad, pasó a ser la segunda. Aunque también posee un perfil distinto: Art Miami ofrece, a diferencia de Art Basel, una perspectiva más amplia en la selección de galerías y por lo tanto, mayor diversidad en las obras.
Quizá lo interesante de esta semana “loca” de Miami reside, justamente, en tener a mano muchos tipos de trabajos y de exposiciones a la vez: cuando un coleccionista grande llega a la ciudad, no adquiere una o dos obras sino que recorre y descubre de a decenas. Junto a sus asesores circulan por varias ferias y compran obras en cantidad. Tal como hizo Jorge Pérez –argentino-cubano radicado en Miami, principal accionista del Pérez Art Museum de Miami, PAMM– quien compró un trabajo del artista mexicano Moris, una obra de José Clemente Orozco, otras de los argentinos Julio Le Parc y Eduardo Stupía, una de un artista africano contemporáneo, otra de un norteamericano joven, otra de una artista cubana, y dos más de un artista europeo… Es decir, adquirió no menos de nueve obras de precios importantes. Fue un denominador común y constante por las ferias, durante esa semana.
La presencia de galerías y artistas argentinos se desplegó en seis de las ferias