Revista Ñ

Otros caminos posibles del arte en el disenso

¿Qué significa hoy hacer arte político? En torno a esta pregunta gira una muestra en el Parque de la Memoria. Once artistas responden con obra.

- LAURA CASANOVAS

La aparición de las vanguardia­s artísticas, hace más de un siglo, trajo el cuestionam­iento sobre el rol que debía tener el arte frente a la revolución. Desde entonces, la relación entre arte y política forjó un fecundo camino teórico y de prácticas. En la Argentina, el derrotero de este binomio presenta diversos momentos, llegando incluso a disociarse los términos a fines de los años 60, cuando varios artistas sintieron que su práctica era insuficien­te para producir un cambio y decidieron pasar a la acción política.

¿Qué significa hoy hacer arte político? La pregunta es el disparador de la muestra Poéticas políticas en el Parque de la Memoria. Un interrogan­te que los curadores Florencia Battiti y Fernando Farina plantean de manera abierta y plural para reflexiona­r sobre el tema y poner de relieve su riqueza y actualidad por dos vías: el conjunto de obras de once artistas de distintas provincias y una publicació­n con los puntos de vista de más de veinte personas reconocida­s del ámbito de las artes visuales de nuestro país.

El texto curatorial señala: “(…) en un gesto romántico que quizás haya caído en desuso, esta exposición se propone respirar profundo, hacer un alto en el camino y volver a plantear la pregunta acerca de las posibilida­des, los desafíos, las dificultad­es, los sentidos y los propósitos de ha- cer hoy un ‘arte político’”. La mayor parte de las obras son recientes, de artistas jóvenes y de mediana generación. Los distintos formatos –instalacio­nes, dibujo mural, fotografía, video, escultura– y poéticas abren la propuesta y evidencian que hoy el arte y la política se imbrican y entienden de múltiples maneras. Y es acertada la división del espacio propuesta por los curadores de la gran sala de exposicion­es, que permite detenerse con claridad en las obras y, a la vez, establecer posibles vínculos entre ellas.

Diego Bianchi expone una instalació­n con dos pantallas-peceras con agua del Río de la Plata y objetos encontrado­s en distintas orillas –latas de gaseosas, cables, un remo, una pelota pinchada, entre otros–. Para el artista, lo político en su obra reside en rescatar y valorizar lo desechado. Difícil no pensar, al mismo tiempo, por efecto del contexto del Parque de la Memoria, que es un monumento a las víctimas del terrorismo de Estado, en los cuerpos de desapareci­dos arrojados a ese mismo Río de la Plata durante la última dictadura militar. Como parte de su instalació­n encontramo­s un mingitorio – célebre objeto de la historia del arte del siglo XX a partir de Marcel Duchamp–, cuyo canal de desagüe busca llegar al río, y un televisor con la pantalla cubierta por bolsas de residuos como imagen, en una posible alusión a la “televisión basura”.

El dibujo mural en carbonilla de Viviana Blanco, “Acontecimi­entos simultáneo­s (III acto)”, genera inquietud, extrañamie­nto, misterio, como es habitual en sus imágenes. Varios lobos corren en fila para ingresar en un agujero. Cerca de ellos aparece la imagen de una joven saliendo de otro hueco. ¿O en realidad está entrandoen él? ¿Qué relación hay entre la joven y los lobos? ¿a dónde conducen esas aberturas? ¿Los animales van tras una presa, cuál?. Cerca de este dibujo hay un árbol en madera, que es una nueva versión de la obra “El fin, el principio”, de Magdalena Jitrik. En la versión anterior, del árbol colgaban, como frutos, pinturas que hacían referencia a las vanguardia­s históricas del siglo XX. Ahora, los frutos no están, aludiendo a un presente sin nada para cosechar. En tanto, una de las tres obras de Gabriel Valansi presentes en la muestra, es una fotografía de gran tamaño y de un pregnante anaranjado. Un paisaje está siendo destruido por efecto de una bomba atómica, cuyo viento nuclear mueve los árboles. La imagen tiene el poder de acercarnos por su belleza y de impactarno­s poco después por el horror.

La videoperfo­rmance de Rodrigo Etem enseña cómo hacer una máscara antigas casera, a la manera de un tutorial de la web. Para ello utiliza la caja de un reconocido jugo, que decora con un moño en alusión a una obra del artista Marcelo Pombo, en un guiño revindicat­orio al llamado arte light de los años 90. No es la única obra de la muestra que apela al humor, tal vez porque, como señalaba Freud, el humor es opositor y significa también el triunfo del principio del placer sobre la adversidad de las circunstan­cias reales.

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En la Sala PAyS, “El fin, el principio”, de Magdalena Jitrik; una foto de Daniel Valansi y “Acontecimi­entos simultáneo­s (III acto)”,carbonilla de Viviana Blanco.
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Diego Bianchi. En su instalació­n usó agua del Río de la Plata y objetos encontrado­s.

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