Un boceto encontrado en un cajón
Siempre aparecen casos así. Un hombre o una mujer que están de viaje por una ruta perdida, entran a un mercado de pueblo y revisando cajones encuentran un objeto artístico de valor incalculable, que estaba ahí nadie sabe muy bien cómo ni por qué. Ahora surgió una noticia nueva de esa índole pero esta vez el tesoro estaba en la propia casa del involucrado.
El hecho sucedió en un pueblo francés. Un médico, jubilado, se acercó a una casa de subastas para preguntar por el posible valor económico de una serie de papeles que tenía en unas carpetas que eran de su padre. Eran unos dibujos antiguos, no sabía mucho más. Su mujer fue la que lo convenció de que vaya y pregunte; quizás, quién sabe, esos dibujos valían algo. En la casa de subastas se tomaron su tiempo para analizar el material, porque tenían una sospecha. Eran “casi todos italianos y pertenecientes a los siglos XVI y XVII”, dijo el director del lugar. Primero consultaron a Patrick de Bayser, para determinar la autoría de uno de los dibujos, el más intrigante de todos. Luego recurrieron a la especialista en dibujos italianos y españoles del MET, Carmen C. Bambach, que terminó de confirmar la sospecha: el buen hombre tenía un Da Vinci en su casa. La pieza fue compuesta entre los años 1482 y 1485 y vale 15 millones de euros.
“El croquis está ejecutado con una pluma ágil, contorneada con un redondeado que da densidad al cuerpo, que resulta habitual en la época de la Adoración de los magos, antes de que Leonardo se marche a Milán”, aseguraron los expertos. Ahora, el médico jubilado está esperando su dinero, pero todavía hay que esperar un poco más. Según la legislación francesa, el estado puede prohibir la salida de obras de arte del territorio francés si las declara “tesoro nacional”. En ese caso, tiene dos años y medio para comprar la pieza a valor de mercado y exhibirla, finalmente, en un museo parisino.