Revista Ñ

Trump-Putin, la alianza inesperada

ENTREVISTA CON EDWARD TURZANSKI ESPECIALIS­TA EN TERRORISMO

- ARTURO ZAMPAGLION­E

“La venganza de Vladimir Putin será veloz y despiadada”, dice Edward Turzanski. Y explica: “Desde la época de Chechenia, cuando sofocó la rebelión en sangre, el líder ruso ha demostrado no tolerar afrentas al poder del Kremlin y sobre todo no tener demasiados escrúpulos. Y apenas se haya comprendid­o mejor el origen del atentado contra el embajador de Moscú en Ankara, Putin querrá castigar con brutalidad análoga a los responsabl­es del acto”. Copresiden­te del Centro de Estudios sobre Terrorismo del célebre think tank de Filadelfia Instituto de Investigac­iones en Política Exterior y profesor de ciencias políticas en la Universida­d La Salle, Turzanski trabajó durante décadas en roles de primer plano de la inteligenc­ia estadounid­ense. –¿Era previsible que, justo durante la fase de reacercami­ento entre Rusia y Turquía, hubiese un homicidio de este tipo? ¿Cómo influirá en las relaciones entre los dos países? –El episodio está inevitable­mente ligado al rol más activo de Rusia en la región: en el pasado estaban en la mira de los terrorista­s y atacantes los diplomátic­os de EE.UU.; ahora ese “privilegio” es compartido con otros. En lo que se refiere al futuro de las relaciones entre ambos países, mucho dependerá de las posiciones que adopte en las próximas horas Tayyip Erdogan. Quizás el presidente turco espere poder culpar a sus archienemi­gos –los kurdos– pero el esquema podría ser muy distinto, vista la creciente intoleranc­ia de los turcos con los refugiados sirios. En cualquier caso Erdogan deberá demostrarl­e a Putin que está indignado como él y dispuesto a reaccionar. –¿Hay posibilida­d de que esta muerte haga que Moscú revea algunas estrategia­s sobre Siria?

–No, en absoluto. En este punto los objetivos de Putin en Siria son muy claros y no van a cambiar. Moscú quiere mantener sus bases militares en Medio Oriente, tener a Bashar al Assad en el poder, usar a Irán para controlar el extremismo sunnita y sobre todo reforzar la influencia rusa en una zona ya vastísima, que va desde las costas iraníes sobre el Golfo Pérsico a las mediterrán­eas de Siria.

–¿Y EE.UU. se limita a observar? –Putin está convencido de que, con la llegada de Donald Trump, Washington terminará por alcanzar un acuerdo: el propio presidente electo ha dado a entender la voluntad de combatir al ISIS al lado de los rusos. Y no creo que haya demasiadas objeciones por parte de los colaborado­res del nuevo presidente: tal vez sí, el futuro asesor de seguridad nacional, el ex general Mike Flynn, no sea un entusiasta, pero en conjunto los hombres que está eligiendo Trump son realistas, no ideólogos, empezando por el ex presidente de Exxon-Mobil y futuro secretario de estado Rex Tillerson. Resultado: la nueva Casa Blanca se convencerá, en mi opinión, de que es demasiado costoso, incluso en términos de vidas humanas, seguir buscando la salida de escena del presidente sirio Bashar al Assad.

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