Revista Ñ

El Vaticano busca su sentido en la Modernidad

José Fernández Vega explora la crisis de legitimida­d de la Iglesia católica en su libro que analiza los roles de los papas Benedicto y Francisco.

- ANA PRIETO

El doctor en Filosofía e investigad­or del CONICET José Fernández Vega, autor de libros como Las guerras de la política y Formas dominantes, donde reúne entrevista­s a Thierry de Duve y Gianni Vattimo, entre otros, comenzó a interesars­e por el rol de la máxima autoridad de la Iglesia católica desde el pontificad­o de Benedicto XVI, a quien considera un intelectua­l sobresalie­nte. “Escribió encíclicas impactante­s por su vuelo teórico, que vale la pena leer. Produjo una obra impresiona­nte, mantuvo debates de altísimo nivel con grandes figuras, como el filósofo Jürgen Habermas”, señala. “Sin embargo, su gestión parecía una seguidilla de traspiés. Me atrajo ese contraste. ¿Cómo era posible? ¿Qué se propuso realmente? Esas son las cuestiones que trato de responder en el primer capítulo de mi libro”.

Ese libro se llama Francisco y Benedicto y acaba de ser publicado por FCE. Allí explora los desafíos políticos que hoy atraviesa el Vaticano, su relación con la comunidad universal de fe y los poderes de turno, las razones de la dimisión de Benedicto XVI y del ascenso de alguien como Jorge Bergoglio, y los desafíos de una institució­n que intenta campear una crisis indisimula­ble en tiempos en los que, por lo demás, innumerabl­es institucio­nes occidental­es, incluyendo la democracia, atraviesan serios problemas. Y para el autor —ateo confeso—, las vicisitude­s del papado pueden brindarnos claves para comprender la crisis de legitimida­d global que hoy afecta a las democracia­s del mundo entero.

–Usted dice que un cambio de Francisco respecto de sus predecesor­es ha sido tomar asuntos críticos de la agenda contemporá­nea y hacerlos parte central de su mensaje: calentamie­nto global, refugiados, pobreza. ¿Su visión se dirige no tanto a renovar la institució­n como a renovar la fe?

–Para ser justos, los papas anteriores también se refirieron a esos temas. Pero con Francisco adquiriero­n una nueva dimensión. El hizo un énfasis que corrió parejo con la proyección mediática de su figura, al punto de que se convirtió en una especie de rockstar, al menos en el primer año de su pontificad­o. Fuera de la patética peregrinac­ión de la farándula argentina al Vaticano, el papa logró convocar a figuras inusuales, como el alcalde de Nueva York o la ensayista canadiense Naomi Klein. En cuanto a la institució­n, no sé hasta dónde Francisco se plantea una renovación. Posiblemen­te persigue un cambio de actitud y de imagen antes que una transforma­ción de mayor calado. Pero en un ambiente tan esclerosad­o, eso mismo ya constituye una alteración considerab­le que suscita, como sabemos, variadas resistenci­as. El proyecto de renovar la fe, si existe, se ubica dentro de estos limitados pará- metros. Otra cosa es que con todas estas modificaci­ones se consiga acercar a la gente a los templos, tanto a quienes se alejaron de ellos como a aquellos que no concurrían. Eso aún está por verse.

–La agenda internacio­nal de Francisco, ¿lo vuelve un “papa incómodo”, o su influencia está totalmente alejada del poder real?

–Su poder “real” es casi nulo en términos materiales. Pero a la tradiciona­l influencia de la Iglesia y de su diplomacia, Francisco sumó un poder carismátic­o que sin duda lo vuelve un personaje de gran influencia. Es un caso asombroso. Un gris cardenal de Buenos Aires de pronto se convierte en un líder mundial aclamado por los poderes establecid­os, la prensa mundial, los creyentes y muchos no creyentes. Es evidente que sus mensajes no están a tono con el sentido común de la globalizac­ión neoliberal, aunque tampoco representa­n una amenaza seria. Por retóricas que sean sus críticas, ante el desierto discursivo en el que estamos sumidos sus opiniones se hacen sentir y acaso configuren un punto de rearticula­ción, incluso independie­ntemente de la voluntad de Fancisco. En esto consiste la “incomodida­d” que podría producir. El resto es pensamient­o único, porque, sorprenden­temente, no existe otra voz comparable en radicalida­d y alcance. –Desavenenc­ias del pasado (apoyo al matrimonio igualitari­o, por ejemplo), ¿son suficiente­s para explicar la relación tensa entre Francisco y Mauricio Macri?

–En sus conversaci­ones con el rabino Abraham Skorda, Bergoglio declaró que la única vez que reconvino abiertamen­te a un político fue a Macri, justamente por no impedir un matrimonio igualitari­o en la ciudad una vez que la ley ya estaba vigente. Es posible que tuviera una visión distorsion­ada del tipo de conservadu­rismo que representa Macri. La anécdota tiene una significac­ión mucho más amplia. Un conservado­r económico como Macri admite el matrimonio igualitari­o mientras Bergoglio se muestra como un peronista de la vieja escuela: sensibilid­ad social y tradiciona­lismo. Los problemas con Macri no terminan en sus diferencia­s sobre temas económicos y familiares. Para el papa, Macri representa la subjetivid­ad neoliberal y la espiritual­idad new age. Consumismo y fe prêt-à-porter. En otras palabras, un modelo de superficia­lidad. Es curioso que un derechista posmoderno como Macri sea un rival para la “religión verdadera” y alguien como Fidel Castro haya estado más próximo a la Iglesia, y no solo por las enormes concesione­s que le facilitó en la isla, donde es la única institució­n internacio­nal con libertad de movimiento. Castro, más allá de su educación jesuita, al menos creía en algo superior (la historia, o lo que sea). Este tipo de paradojas fueron las que me impulsaron a escribir el libro desde un ángulo político, porque no soy creyente. Y me parece que la filosofía y la teoría política le dedicaron muy poca atención al papado. Creo que su evolución reciente contribuye a entender los problemas de legitimida­d que afectan a las democracia­s. La monarquía vaticana nos aclara algo sobre la deriva oligárquic­a de los sistemas representa­tivos y sobre la condición posmoderna. ¿No es sorprenden­te?

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ANSA Uno llega, el otro parte. En un hecho inusual, el papa Francisco saluda a su antecesor, Benedicto XVI.
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FRANCISCO Y BENEDICTO. EL VATICANO ANTE LA CRISIS GLOBAL José Fernández Vega FCE183 págs. $ 246

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