Pesebres, íconos y vírgenes para todos
Tres museos de la Ciudad de Buenos Aires recuerdan que, según la tradición cristiana, el 25 de diciembre tiene que ver más con una escena rural y un parto a la intemperie que con un pino nórdico y renos voladores. El Museo de Arte Popular José Hernández (Av. del Libertador 2373) inauguró la muestra “La devoción privada en Sudamérica”, en la que se exhiben íconos religiosos que formaron parte de entornos domésticos y fueron elaborados por artesanos imagineros a pedido. En Mendoza, esas imágenes se fabricaban con maderas de frutales; en Perú, con alabastro y en Brasil con terracota. Y aunque trabajaran por encargo, los artesanos de la devoción le imprimieron su aporte personal a cada pieza. En el José Hernández también puede verse una muestra de minialtares a la Virgen de la artista Paulina Rucco.
En la Casa Fernández Blanco (Hipólito Yrigoyen 1420), se exhibe el enorme pesebre que el artesano italiano Anton Comploj concibió en 1926 por encargo del matrimonio de Giuseppe y Judith Croci, quienes lo trajeron a la Argentina hacia 1930. Embalar la escena para protegerla durante su viaje transoceánico debió haber tenido su dificultad, ya que hubo que empaquetar cuarenta y cuatro imágenes de madera, tablas pintadas con los cielos de Belén, un establo y otras pequeñas edificaciones hechas con corteza. El museo Fernández Blanco recibió el pesebre como donación de una de las hijas de los Croci, que de niña lo armó y desarmó cada año.
Por último, el museo
Luis Perlotti (Pujol 644) celebra el 20 aniversario de su concurso de pesebres escultóricos. Esta vez, los ganadores fueron Eleonora Pascual, Juan Pablo Mouesca y María del Rosario Herrera. También se exhibe el pesebre de una de las primeras ceramistas nacionales, María Isabel Fotheringham (1894-1988), colorido, muy expresivo, y con visos de escenario rural argentino de principios del siglo XX.