Grabados en la memoria
La nostalgia, el paso del tiempo, la ecología y la libertad protagonizan las obras de los diez artistas distinguidos, exhibidas en el Sívori.
Nuevos estímulos tecnológicos, relectura de técnicas tradicionales, nuevos formatos y diversos soportes, importancia de la imagen, materiales vinculados con aspectos ecológicos. El grabado hoy en nuestro país implica todo esto y, así, continúa redefiniendo sus márgenes. Porque esta disciplina, considerada en el pasado (y a veces también en la actualidad) hermana menor de otras por su carácter reproductivo, experimenta y se actualiza con fuerza desde los años 60 del siglo pasado.
Es por eso que frente a las obras del Premio Alberto J. Trabucco 2016, dedicado al grabado, en el Museo Eduardo Sívori, sentimos que nos adentramos en un torrente de poéticas vinculadas al “arte contemporáneo”. ¿Y por qué se vuelve necesaria esta aclaración? Porque casi siempre se ha ligado a los artistas grabadores a la excelencia en el manejo de los aspectos técnicos, mientras que la definición de artista contemporáneo se relaciona sobre todo con la idea y los medios, como señala la artista y grabadora argentina Matilde Marín. Este cambio no significa que ahora no importe el oficio, sino que los artistas buscan desarrollar la imagen al mismo nivel de la técnica.
En el texto del catálogo de la muestra, Marín, presidenta de la Fundación Alber- to J. Trabucco, expresa: “El Premio Alberto J. Trabucco brinda de este modo a la gráfica argentina un espacio que valora especialmente la diversidad de opciones exploradas hoy por nuestros artistas, que han transitado un camino que les permite actualizar la mirada y comprensión sobre la gráfica actual (…)”.
Cada año, desde 1993, este premio que otorga la Academia Nacional de Bellas Artes distingue a diez artistas argentinos de diversas disciplinas de las artes visuales: dibujo, pintura, escultura, grabado y “otros soportes”. La Comisión de Artes Visuales de la Academia selecciona a los artistas invitados y con la Comisión de Historia y Crítica del Arte conforma el jurado de premiación. El premio, con un monto de 70.000 pesos, tiene carácter de adquisición y la obra es donada a un museo argentino. Los recursos económicos provienen del legado del artista Alberto J. Trabucco.
En esta edición fue el turno nuevamente del grabado. El primer premio le correspondió a una de las tres obras de Andrea Moccio. Sobre un delicado y liviano papel de fibras –sin celulosa–, la artista hizo una impresión láser y también con recursos serigráficos de la fotografía del núcleo del tronco de un árbol, en blanco y negro, conformada por líneas que parecen, asimismo, consecuencia del plegado del papel. En las otras dos obras se encuentra impresa la corteza con el mismo efecto ilusorio de plegado, que permite obtener un conjunto de líneas verticales temblorosas en una gama de grises. El papel –material predilecto de esta artista– se eleva de la pared ante la menor brisa. Las propuestas de Moccio impactan por su poesía, delicadeza e inquietud.
Una mención especial recibió “Desierto de Artificios”, de Roberto Koch, donde convive la xilografía, en mayor medida, con otras técnicas tradicionales al servicio de una obra personal, poblada de infinidad de líneas y trazos, que dan forma a su característico universo onírico con variados elementos: una cabeza enterrada en la arena, conos, casas, juguetes, objetos imaginarios.
Juan Canavesi ofrece trabajos con papel hecho a mano con diversas fibras ve-
getales, modalidad del grabado acorde a las preocupaciones ecológicas de nuestro tiempo, la cual centra la percepción en las texturas y sutiles imágenes resultado del proceso de fabricación de este. En tanto, Pablo Delfini utiliza diversas técnicas como parte de su investigación sobre las prácticas menos tóxicas vinculadas al grabado. Y propone imágenes ricas en representaciones y detalles.
Una partición ortogonal de tonalidades claras organiza los trabajos de Marta Belmes. Al aproximarnos, en varios cuadrados surge el relieve de sobres de cartas. Son misivas que la artista recibía, cuyas texturas y formas lleva al papel mediante las técnicas del gofrado y digital. Su obra ingresa al mundo de la poesía visual, que suele vincularse con la reproducción gráfica.
Mientras avanzamos en el recorrido de la muestra notamos que la variedad y mixtura de técnicas, materiales y las representaciones nos interrogan con cierta preferencia por temas como la nostalgia, la memoria, el paso del tiempo, la comunicación, la ecología, la libertad.
La memoria, vinculada con la historia familiar, aparece en la obra gráfica de Néstor Goyanes, donde combina la litografía, el chiné collé, el collage y el calado. Mientras que el calado en Pablo Lehmann –realizado con cúter– constituye un trabajo de una precisión y dedicación notables. En las tres obras de la muestra, el soporte elegido por este artista son las páginas de una enciclopedia y un diccionario, las cuales interviene formando tramas que modifican la significación del objeto.
Nostalgia y cierto misterio surgen en los tres collages gráficos de Paula Hacker. En cada uno, sola, en primer plano, aparece la fotografía de una joven en traje de baño ubicada entre la inmensidad del agua y del cielo, en una atmósfera que logra intensos brillos a partir del negro y el blanco. Tradicionalmente, el grabado estaba asociado al blanco y al negro. Podríamos pensar que, en una vuelta conceptual, la obra de Osvaldo Decastelli, entre otras búsquedas, juega con el negro y con el soporte de cartón –material liviano y predilecto del artista–, dialogando con dicha tradición. Por su parte, Rafael Gil, referente de la litografía en nuestro país, exhibe varios conjuntos de tubos gráficos, que son utilizados por los grabadores para enviar obra. Sobre ellos pega, formando como un collage, impresiones de sus obras en las que predominan el negro, el rojo, los ocres y grises y las cuales aluden a la libertad y el encierro, la muerte y la vida, la memoria, la locura.
“La relación entre tradición y experimentación definió el proceso de revisiones y nuevas propuestas del grabado que se activaron en distintos momentos del siglo XX”, señala la historiadora del arte Silvia Dolinko en la introducción de su libro Arte plural, en el cual estudia desde una mirada nueva para la historiografía del grabado, lo acontecido en este campo en nuestro país entre 1955-1973, cuando se produjeron grandes cambios. Años después de ese importante momento, al que siguieron otros en las décadas posteriores, la presente muestra ofrece un muy interesante panorama de artistas en su mayoría de mediana generación, quienes transitan el apasionante camino de esta disciplina tan destacada, compleja y actual.
Ficha Premio Trabucco
Lugar: Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori. Av. Infanta Isabel 555. Fecha: hasta el 19 de febrero. Horario: martes a viernes, 12 a 20. Sábados, domingos y feriados , 10 a 20.
Entrada: $10. Miércoles y viernes, gratis.