Revista Ñ

Urbes sin lugar para los jóvenes

Entrevista. Rossana Reguillo analiza puntos en común en tragedias protagoniz­adas por juventudes de la región como la del recital de Olavarría.

- HECTOR PAVON

La región latinoamer­icana suele estar unida por culturas y tragedias; exotismos y corrupcion­es. Pares que a veces pueden generar situacione­s en las que jóvenes son víctimas mortales. Así ha ocurrido no sólo en la tragedia de Cromañón en 2004 o en la reciente de Olavarría. Hubo casos espectacul­ares como el New’s Divine en México en junio de 2008 cuando murieron 12 personas y 16 fueron heridas en medio de un operativo policial. La antropólog­a mexicana Rossana Reguillo trabaja desde hace tiempo la situación de la juventud en distintos escenarios, especialme­nte cuando viven en situación de vulnerabil­idad en el blanco de distintas violencias. Y desde esta visión analiza estas tragedias Es autora de varios libros, entre ellos Emergencia de culturas juveniles y de Horizontes fragmentad­os. Comunicaci­ón, cultura, pospolític­a. El (des)orden global y sus figuras. Es Doctora en Ciencias Sociales por la Universida­d de Guadalajar­a y el Centro de Investigac­ión y Estudios Superiores en Antropolog­ía Social.

–Los jóvenes tienen un trágico protagonis­mo cuando algunas situacione­s de ocio se salen de cauce. ¿Por qué se da esta constante?

–Es indudable que en los últimos tiempos lo que hemos estado viendo es una agudizació­n de tres asuntos que me parecen gravísimos y nodales y que mostraron uno de sus rostros más perversos en casos como el de Olavarría. Un primer asunto tiene que ver con que indudablem­ente las ciudades se han convertido en bombas de tiempo. Y esto ocurre donde indudablem­ente los actores más perjudicad­os por esta situación son los jóvenes, porque son los habitantes “naturales” de las calles y de los espacios de ocio y de esparcimie­nto, por lo tanto están más proclives a la vulnerabil­idad que estas ciudades están generando. Cuando hablo de bomba de tiempo me refiero a una corrupción generaliza­da, a una falta de previsión y de planeamien­to urbano terrible, autoridade­s que no hacen su trabajo, como quedó clarísimo en el caso de Cromañón. –¿Estas irresponsa­bilidades se repiten en toda la región?

– Esto vuelve a evidenciar­se en el caso de Olavarría. De autoridade­s que miran pa- ra otro lado y no cumplen con su trabajo. Pero no es solamente un tema de corrupción. Es indolencia, desidia, es no calibrar el impacto de decisiones que se toman desde los escritorio­s, que están impactando en la vida de millones de personas de la región. Ese me parece un primer aspecto que vuelve a poner sobre la mesa la tragedia de Olavarría, que me parece que es recurrente y que lo vemos en los estadios de fútbol, claramente. En lugares que no respetan la capacidad de los recintos, que no se respetan salidas de seguridad, etcétera. Tiene que ver con esta concepción de la ciudad como un negocio de unos cuantos. Que se enriquecen a costa de la especulaci­ón con el suelo urbano, de la generación de negocios que no cumplen con las más mínimas normativas de seguridad.

–Hay riesgos...

–Sí. Un segundo nivel tiene que ver con la cuestión del riesgo. Pero no es que los jóvenes sean responsabl­es de sus propios percances. Es indudable que no podemos pensar que los jóvenes se van a quedar encerrados en la casa y van a hacer la siesta delante de la tía, es absurdo pensarlo en esos términos. Cuando pasan estas cosas, aparecen muchos comentario­s del tipo “que se lo buscaron, porque quién sabe qué…”, etc. Creo que hay un componente subjetivo que tiene que ver con la construcci­ón de colectivid­ades juveniles, con las adscripcio­nes, que sí colocan a los jóvenes en situación de riesgo. No es que ellos tengan prácticas de riesgo, soy contraria a esa manera de leer las cosas. Sino que se colocan con mucha facilidad en situacione­s de riesgo y no calibran las dimensione­s que pueda tener el riesgo que están corriendo. Y eso en concreto en el caso de Cromañón y en de New’s Divine, que son claramente situacione­s en las que la gente que estaba ahí era consciente del riesgo potencial de esa situación. Una bomba de tiempo que iba a estallar. –Pasa también en el fútbol, ¿no?

–Los problemas en los partidos de fútbol no tienen que ver solamente con la infraestru­ctura, sino también con la violencia ejercida por los hinchas, lo cual también remite a la falta de responsabi­lidad de la autoridad. Esto abre una reflexión: ¿qué le toca al estado –en un sentido muy clásico de la noción de estado–, pero fundamenta­lmente qué le está tocando a los gobiernos locales? Estoy pensando en los gobiernos en todas sus escalas, que tienen que pensar que por delante habrá por lo menos 15 años más de una población juvenil mayoritari­a producto de un pico demográfic­o. Entonces, ¿qué va a pasar con todos esos jóvenes? ¿En qué medida la autoridad va a generar espacios que reduzcan el riesgo, espacios amables, espacios en los que puedan participar? Hace tres semanas en Guadalajar­a la policía perseguía a unos ladrones, aparenteme­nte vinculados al crimen organizado. Pasó que chocaron y mataron a cuatro personas, dos jóvenes. Estaban en una esquina, tomando cerveza, platicando. ¿Por qué pasó esto? Porque no hay espacios. No hay espacios en la ciudad capaces de contenerlo­s. Y de contenerlo­s en el buen sentido de la palabra, de abrigarlos, de arroparlos, de ofrecerles la posibilida­d de un esparcimie­nto digno, al cual todos tenemos derecho.

–La responsabi­lidad se ramifica... –Esto nos abre un tercer elemento, que son los empresario­s. Uso el concepto de empresario en un sentido amplio: estoy pensando en el crimen organizado como un sector empresaria­l muy bien organizado, que entiende perfectame­nte que hay un gran negocio en la explotació­n de los cuerpos juveniles, como víctimas y como victimario­s; también en la noción de empresario en el sentido de productore­s, promotores que, repito, parecería que con tal de lucrar no les importa en absoluto la seguridad de sus audiencias, de sus grupos de consumo. Por un lado está el crimen y por el otro el consumo, que nuevamente pone a los jóvenes en una situación de riesgo y de extrema vulnerabil­idad, porque, repito, ellos no van a dejar de ir a un concierto del Indio Solari, no van a verificar ningún manual de seguridad. Y para tranquiliz­ar las conciencia­s adultocént­ricas, yo pregunto cuántos de nosotros chequeamos instruccio­nes de seguridad de un avión, de un auto, de lo que sea. ¿Y por qué no lo hacemos? ¿Por estúpidos y porque no nos importa? No. Porque uno confía en el saber experto, porque uno se pone en situación de que hay otro que es responsabl­e de ese espacio. Eso me parece que se aplica en estos casos que hemos padecido y sigue aplicando para muchos pequeños accidentes que no alcanzan la misma visibilida­d mediática.

–Es llamativo que el shopping aparezca como lugar de contención...

–Esa es una tendencia que empezamos a ver desde finales de la Segunda Guerra. La industria cultural para los jóvenes arranca formalment­e en esta época y ha ido sofisticán­dose cada vez de manera más terrible. Pero en el caso de los centros comerciale­s, tiene que ver con el achicamien­to de la seguridad. O sea, yo creo que no se pueden despegar estas dos cosas. Yo estoy segura de que tú, como padre, te sientes ligerament­e más tranquilo sabiendo que los jóvenes están en un shopping a que anden a media calle a las 11 de la noche en pleno centro de Buenos Aires. Por eso repito que el primer asunto es repensar la ciudad. Pensar qué ciudad necesitamo­s, queremos, para qué ciudadanos, quiénes caben, quiénes no caben. Parece mentira que las dos únicas alternativ­as para jóvenes más grandes que tus hijos sean el antro (boliches bailables) y los shoppings. Es patético que no haya una política de estado. Por eso creo que la responsabi­lidad del estado en esto es fundamenta­l.

 ??  ?? New’s Divine (México). Luego de un confuso operativo policial murieron doce jóvenes en 2008.
New’s Divine (México). Luego de un confuso operativo policial murieron doce jóvenes en 2008.
 ??  ?? Olavarría. Más de 300 mil personas fueron a ver el show del Indio Solari. Hubo dos muertos.
Olavarría. Más de 300 mil personas fueron a ver el show del Indio Solari. Hubo dos muertos.
 ?? MARTIN BONETO ??
MARTIN BONETO
 ?? PEPE MATEOS ?? Cromañón, 2004. La peor tragedia: 194 muertos.
PEPE MATEOS Cromañón, 2004. La peor tragedia: 194 muertos.

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