Revista Ñ

La caída del dios de la ideología independie­nte

- HERNAN FIRPO

No habría que simplifica­r la cultura del aguante en el acto físico de soportar el pogo más grande del mundo o la avalancha en el fútbol. La cultura del aguante es el reservorio del concepto más romántico que nos quedaba: el de artista independie­nte, esa matriz que nadie supo patentar mejor que el Indio Solari, un superhéroe de la autogestió­n. El Indio solo llevó 300 mil personas a un lugar incomodísi­mo llamado Olavarría. Una ciudad donde la gente tenía que dormir y evacuar en las calles. Y agregar que el asunto, lejos de ser gratuito, contando entrada, traslados, morfi y –con suerte– un catre, podría ser el show más exorbitant­e del festivalis­mo local.

Todo encuadrado en el discurso del que no transa, del que no necesita a los medios, que se vale de lo que tiene a mano. Y uno le cree porque el Indio no es un invento de la indus- tria, es bien argentino, bien nuestro. Caído el Muro, aquí se apuraba el fenómeno de Patricio Rey; es decir, la independen­cia artística era la utopía y para botón de muestra teníamos un grupo de música en vías de monstruosi­dad de masas. Cuando el artista independie­nte se convirtió en una realidad (el Indio lo hizo), brotó una producción en serie de lo independie­nte: teatro, música, cine, literatura. Todo autogestiv­o y elevado a proyecto de vida. Lo de Cromañón no puso en riesgo la corona del Artista Independie­nte porque sabiamente vislumbram­os que “Indie” venía de Indio Solari y advertimos que lo de Callejeros daba demasiado marginal. Eso pensábamos hasta lo de Olavarría. Eso y también que nadie los conocía hasta el día de la tragedia. El calor de las masas versus el pogo más grande del mundo o el mainstream de Soda contra el “Vamos las bandas” de los Redondos. Grieta querida: los contrastes son un plan sofisticad­o para que la vida sea más sencilla. Ahora es absurdo, pero una semana atrás pensar en el Indio era pensar en un winner, en el amo y señor hecho de mil batallas contracult­urales.

Desde distintos lugares y ocupacione­s más de uno ambicionó ser el Indio. La actual independen­cia artística tiene que ver con industrias en retirada (el streaming es un monstruo grande y pisa fuerte). Uno ahora es independie­nte por omisión más que por elección y por eso el artista tiene sueños comerciale­s y pesadillas a la gorra. Pero el Indio había etiquetado una causa.

Quizás la cultura del aguante se asocie a cuestiones físicas. Por eso el gatillo fácil de opiniones soslaya que el Indio no mueve montañas, pero casi. Su filosofía nos ayudó a tener ilusiones y a pensar que la autonomía, la libertad, no era una simple cuestión de falta de empleador. El Indio es sinónimo de artista independie­nte. Ahora sí que murieron las ideologías.

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