Revista Ñ

Un sillón para leer o para roncar

La segunda parte de “El club de la pelea” de Chuck Palahniuk llega en forma de cómic, con su violencia y ferocidad habituales.

- MARGARA AVERBACH

La continuaci­ón de El club de la pelea de Chuck Palahniuk es una historieta y eso convierte la relación con sus lectores en un asunto más complejo. Sin duda quien se acerque a leer este volumen lo hará con el peso de la historia anterior, a la que se accede a través de la propia novela o a través de la película con Brad Pitt y Edward Norton. Pero El club de la pelea 2 no es cine ni literatura; las prolonga desde un arte mixto, uno que mezcla imagen y palabra escrita. Así, si uno viene de la película hay sorpresas, porque las caras de los protagonis­tas no son copia de los rasgos de los dos actores de cine; por supuesto para quienes vengan de la novela nada coincidirá con la imaginació­n de cada lector.

Además de la transposic­ión de géneros, para dificultar más las cosas el libro hace referencia tanto a la película (aparece una marquesina de cine con los nombres de Pitt y Norton) como a la novela y a su autor, Palahniuk, que aparece como personaje. Es decir, El club de la pelea 2 es imposible de leer si no se conoce alguna de las dos versiones anteriores de la historia; si se las conoce, no deja de ser difícil.

Más allá de la calidad de los dibujos, para leer y ver y entender esta historieta hace falta concentrac­ión: los tiempos son más de uno, los niveles de lectura más de tres (sobre todo al final); las identidade­s (cualquiera que haya leído el libro anterior lo sabe) son dobles; la estructura y el montaje son complicado­s; y, claro, los recursos son revulsivos y hasta intolerabl­es, como siempre en Palahniuk.

Es que, aunque sea una historieta, El club de la pelea 2 es Palahniuk en todo sentido: ahí están la burla de siempre a las convencion­es de todo género; el nihilismo feroz; la conciencia clara y crítica del estado terrible de la humanidad en el siglo XXI. Los personajes viven en un mundo espantoso donde la subsistenc­ia se consigue a base de drogas, rutinas, éxitos ridículos. Basta con hojear el libro para ver que el tono es el gris de las vidas cotidianas que en un momento estallan en rojo sangre. Abundan los aviones porque este es un drama global, no específico de un país o ciudad en particular. La globalizac­ión aparece también en los nombres de lugares en guerra (sobre todo Africa, el continente desangrado por los negocios internacio­nales desde el comercio de la esclavitud hasta la venta de armas hoy en día).

La reacción masculina (la única importante en Chuck Palahniuk) frente a ese estado de cosas sigue dos caminos: un sillón que se ofrece gratis a todos para que duerman (el sillón y las drogas para acallar los gritos de espanto y la sensación de que todo es falso) o la violencia más absoluta, de dudosa utilidad. En ese sentido, si el autor quería un libro político no lo logra: para que algo sea político se necesita un poco de esperanza.

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 ??  ?? EL CLUB DE LA PELEA 2 C. Palahniuk / C. Steward Random House 279 págs.
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EL CLUB DE LA PELEA 2 C. Palahniuk / C. Steward Random House 279 págs. $ 399

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