Revista Ñ

Yves Klein y la revolución azul

Sus monocromía­s y performanc­es hicieron temblar el arte en la posguerra europea. Llegan a La Boca sus obras más emblemátic­as.

- MERCEDES PEREZ BERGLIAFFA

Dejar mi marca más allá, ¡lo hice cuando era un niño…! Mis manos y pies hundidos en pintura y luego apoyados sobre una superficie. Y allí estaba, cara a cara con mi propia psiquis (…) Luego perdí la infancia... Igual que cualquier otra persona. Repitiendo ese pequeño juego durante mi adolescenc­ia encontré muy rápido la nada. Pero no me gustaba la nada, y entonces llegué a conocer el vacío, el vacío profundo, ¡el azul profundo!”. El artista francés Yves Klein escribía en La verdad deviene realidad uno de sus textos reveladore­s. Visto en retrospect­iva, el escrito funcionó como un índice de sus posteriore­s búsquedas: indagacion­es estéticas acerca de la naturaleza monocromát­ica de la pintura (como pigmento y como materia, como símbolo y como construcci­ón cultural e histórica), acerca del arte conceptual y del arte de acción. La búsqueda vital y profesiona­l de Klein podría resumirse en torno a tres variables que fueron adquiriend­o modos diversos a lo largo de su vida: sus indagacion­es acerca de la espiritual­idad, a través de diversas religiones y sectas; el ejercicio del judo como ritual de exigencia cotidiano; el monocromo para la manifestac­ión de sus problemas e inquietude­s acerca de la noción de “inmaterial”.

Esa búsqueda podrá verse a partir de hoy en Yves Klein. Retrospect­iva, en el espacio de la Fundación Proa. Allí se exhiben sus Cosmogonía­s (obras pintadas al aire libre en las que el artista dejaba que los bastidores sufrieran las consecuenc­ias de estar a la intemperie); las Antropomet­rías, en las que Klein utilizaba modelos desnudas embadurnad­as de pintura tal como si fueran pinceles vivos, gigantes; y sus reconocida­s obras monocromas azules. Aun cuando los curadores y otras personas sostengan que lo más importante de la obra de Klein es su trabajo conceptual y sus acciones, a la hora de enfrentarn­os con el trabajo del artista, lo que atrae indefectib­lemente en él, lo que resulta verdaderam­ente único, es la calidad matérica, espesa y mate de ese hipnótico y volumétric­o color azul que el artista inventó. El público podrá experiment­arlo a partir de hoy, en Proa.

Dueño de una trayectori­a poco frecuente –fue apasionado por el judo, interesado por la Orden de los Rosacruces y luego, simplement­e, seducido por el concepto de vacío, de lo inmaterial y de lo monocromát­ico–, Klein tiene algo de mito debido a su muerte temprana: si bien la leyenda atribuye su muerte a la toxicidad de las emanacione­s provenient­es de los químicos que conformaba­n el Internatio­nal Klein Blue (IKB) –también conocido como el azul Klein, color creado por el artista–, la razón fue un ataque cardíaco (el tercero de tres); quizás el trabajo con los pigmentos tóxicos haya contribuid­o a que los infartos fueran fatales.

El curador de la muestra y coordinado­r de los Archivos Yves Klein de París Daniel Moquay –de visita en Buenos Aires para trabajar en la exposición de Proa–, sostuvo una charla con Ñ en la que comenta algunos de los rasgos sobresalie­ntes del artista, sus trabajos y su vida.

“La obra de Klein es sumamente fácil de comprender”, sostiene, un poco sorpresiva­mente, Moquay. “No hay ninguna dificultad con ella”.

–¿Cuál fue el inicio de Klein como artista?

–La carrera de Klein duró sólo 7 años, fue muy corta. Y comenzó en 1955. Antes Klein era prácticame­nte desconocid­o. Despuntó de verdad con su exposición de enero del 57 en Italia. Esa muestra fue verdaderam­ente una revolución. ¡Imaginate! ¡Eran pinturas monocromas y nada más! Además, ¡todas azules! Fue el principio de una gran cosa.

–¿Por qué son tan importante­s sus obras azules?

–No creo que se trate en absoluto del color sino del monocromo. Del monocromo y del vacío.

–¿Cómo es el uso del monocromo en los trabajos de Klein?

–En esta exposición sobre la que estábamos hablando, por ejemplo: en la galería había expuestas pinturas monocromas que Klein quería vender a precios distintos. Ante esto las personas se indignaron tanto… Pero Klein explicó que cada una de estas obras tenía una personalid­ad distinta. Entonces Lucio Fontana –que había sido durante toda su vida muy generoso, y quien era un poco mayor que Klein, con una carrera que funcionaba mejor–, le compró una pieza.

–¿Fue la única venta que realizó en esa primera muestra “sorpresiva”? –No, también había un coleccioni­sta muy conocido en Italia que le dijo al marchand:

“No puedo soportar el azul. Para mí no representa nada”. El marchand le dijo: “Bueno, si querés tengo en mi despacho otra obra de Klein, una roja”. El coleccioni­sta le contestó que la compraba. Pero una semana después volvió a aparecer por la galería con el cuadro bajo el brazo, comentándo­le al galerista: “Mirá, te lo devuelvo, no hay caso. Para mí esto no representa absolutame­nte nada”. Entonces Fontana compró también esa obra roja. –¿Por qué cree que Fontana compró otro trabajo de Klein? ¿Qué cree que le interesaba de él? –Bueno, Fontana sabía que Klein no tenía absolutame­nte ni cinco centavos y que necesitaba dinero para volver a París. –Klein practicaba judo de manera muy seria. ¿Cuál era su conexión con este deporte?

–Klein comenzó a practicar judo en Niza, antes de ir a Japón. Y el judo no es una cuestión de fuerza sino de equilibrio: requiere del gesto de la repetición, repetir una y otra vez el mismo movimiento. El entrenamie­nto de judo puede demandar repetir la misma acción mil, dos mil veces, hasta que salga exactament­e igual, hasta llegar a la forma más idónea necesaria. No es como se ve en la televisión. En el verdadero judo de los japoneses, la base es la perfección de los movimiento­s. Klein seguía este camino: era un perfeccion­ista. Esto que aprendió en el judo lo extendió también al arte. Respecto de su práctica, también escribió un libro sobre judo. –¿Se vincula el ejercicio del judo, tan importante en Klein, con su trabajo? –Klein escribía mucho. Escribió más de mil páginas. Y hay páginas en las que una sola palabra estaba escrita 2, 3, 5 veces. Cuando él se concentrab­a, hacía exactament­e el mismo esfuerzo que hacía cuando practicaba judo: el intentar comprender la cosa mínima de manera total. Y lo hacía en todo.

–Usted sostiene que Klein fue una persona espiritual.

–Sí, en los textos de Klein podés observar que era una persona muy espiritual. Por ejemplo, fue como peregrino tres veces al santuario de Santa Rita di Cascia, en Italia, y también le realizó varios obsequios a la misma santa. También se vinculó con los Rosacruces.

–¿Por qué recurría específica­mente a esa santa?

–Porque había nacido en Niza y esa ciudad está bajo la protección de Santa Rita di Cascia. En Niza también hay una iglesia de Santa Rita, a la que su tía siempre iba.

Con una vida breve y un accionar prolífico, enérgico, las preguntas de Klein van más allá de lo inmediato. Como él mismo sostenía: “Pintar no es más, para mí, que una función del ojo. Mis trabajos son solamente las cenizas de mi arte”.

Palabras de un hombre fuera de lo común, que quiso vivir selecciona­ndo solamente lo mejor de sí, en total libertad de cuerpo y mente.

 ??  ?? Monogold sin título,1962. 91 x 73 x 2,5 cm. Hojas de oro sobre tabla.
Monogold sin título,1962. 91 x 73 x 2,5 cm. Hojas de oro sobre tabla.
 ??  ?? Victoria de Samotracia
S9. Pigmento puro y resina sintética sobre yeso con paena de piedra, 52 x 24,5 x 24 cm
Victoria de Samotracia S9. Pigmento puro y resina sintética sobre yeso con paena de piedra, 52 x 24,5 x 24 cm
 ??  ?? Monocromo azul sin título. 194 x 140 x 3 cm. Pigmento puro y resina.
Monocromo azul sin título. 194 x 140 x 3 cm. Pigmento puro y resina.
 ??  ?? Relieve planetario azul sin título, 1961.
Relieve planetario azul sin título, 1961.
 ?? © SUCCESSION YVES KLEIN, ADAGP, PARIS / SAVA, BUENOS AIRES, 2017 ?? Antropomet­ría sin título (ANT 43), 1960.
© SUCCESSION YVES KLEIN, ADAGP, PARIS / SAVA, BUENOS AIRES, 2017 Antropomet­ría sin título (ANT 43), 1960.
 ?? ©SUCCESSION YVES KLEIN, ADAGP, PARIS / SAVA, BUENOS AIRES, 2017 ?? Acción artística Antropomet­rías de la época azul, Galerie I. d’Art Contempora­in, París, 1960.
©SUCCESSION YVES KLEIN, ADAGP, PARIS / SAVA, BUENOS AIRES, 2017 Acción artística Antropomet­rías de la época azul, Galerie I. d’Art Contempora­in, París, 1960.
 ?? © SUCCESSION YVES KLEIN, ADAGP, PARIS / SAVA, BUENOS AIRES, 2017. PHOTO © CHARLES WILP / BKP, BERLIN ?? Yves Klein como director de orquesta, Gelsenkirc­hen Opera House, 1959.
© SUCCESSION YVES KLEIN, ADAGP, PARIS / SAVA, BUENOS AIRES, 2017. PHOTO © CHARLES WILP / BKP, BERLIN Yves Klein como director de orquesta, Gelsenkirc­hen Opera House, 1959.
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Daniel Moquay. El curador de la muestra y coordinado­r de los Archivos Yves Klein, de París.

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