“Porteño” no equivale a “nacional”
En las crónicas del envío argentino a la feria ARCO (Ñ 698) es evidente la identificación que periodistas y curadores realizan de los significados de nacional/argentino con porteño. Por frecuente, no deja de ser lamentable.
Tal es el grado de naturalización y hegemonía de esta idea, que quienes escriben o son entrevistados parecen ingenuos y/o mal informados.
Todas las galerías seleccionadas, tanto para el envío oficial como por ARCO, están radicadas en la CABA. Inés Katzenstein, curadora oficial del envío, y Sonia Becce, curadora del programa paralelo, forman parte del mismo circuito. Más allá de su merecimiento, no resulta extraña la pertenencia de la amplísima mayoría de artistas que “nos representaron” este año. Katzenstein es realista al reconocer que ARCO es una feria comercial, por lo cual, en la selección de los artistas, tomó como criterio “que estuvieran representados por galerías con trayectoria de prestigio” (Villaro: 7), pero fantasea cuando sostiene que otro criterio fue “subrayar la riqueza del campo del arte local” (Villaro: 7). (¿Local como sinónimo de nacional o de porteño?). Su expectativa es “que surja un interés por conocer más de la escena argentina en general”. ¿Qué alcance da a los términos “argentino” y “general”? Son pocos los datos sobre la “visión” y la “cartografía” tenidos en cuenta por Becce en la selección de galerías y artistas del programa paralelo. Si se critica a la feria de ARCO 1997 por su “tufillo colonial” (Battistozzi: 5), más podría decirse de la supremacía y el marcado sesgo metropolitano del envío argentino a ARCO 2017. El tufillo colonial se transforma en mal olor. ¿Nadie lo advierte? Lo que expreso no se limita a usos lingüísticos, sino a la construcción de un discurso y la legitimación de prácticas. Tampoco debe entenderse como resultado de un chauvinismo folclórico o de rivalidades regionales. El tema es al menos cultural, político y económico. Los significados de “arte nacional” y “argentino” son construcciones y su apropiación reiterada evidencia una práctica de colonización del lenguaje. Es difícil que pase inadvertida a periodistas, gestores culturales, curadores y funcionarios de cultura. Si ocurre, resulta inadmisible.
Las autoridades nacionales son responsables por no incluir criterios de selección que federalicen la representación argentina. Es preciso recordar que el llamado “interior” conforma lo nacional y que contribuye a financiar los gastos de la participación del país. Además, el campo del arte argentino se enriquece con artistas que se radican o “pasan” por el área metropolitana para adquirir visibilidad y volverse “argentinos”, condición que otros nunca adquieren, entre otras cosas, por prácticas como las que se critican en este texto.
Carlos Alberto Lista