Revista Ñ

De un 24 de abril a un 24 de marzo. Sobre “Veintidós vidas”, de Cristian Sirouyan

Crónica. “Veintidós vidas” investiga el desgraciad­o destino de los desapareci­dos armenios de la dictadura militar argentina.

- PABLO KENDIKIAN

Quizás la procedenci­a de los desapareci­dos por la última dictadura militar sea irrelevant­e para muchos pero, como sostiene el profesor Khatchik Der Ghougassia­n en el epílogo de Veintidós vidas, “si no fuese por la inevitable vinculació­n del tema de los desapareci­dos armenios con la memoria viva del genocidio de 1915-1923, muy probableme­nte no tendría mucho sentido singulariz­ar el caso de veintidós desapareci­dos por su origen”.

Lejos de un abordaje sentimenta­l, Cristian Sirouyan repasa cada una de esas historias truncas, fragmentad­as, que dan cuenta de una terrible nostalgia que se perpetúa a través de las páginas de este libro, que narra las pasiones y las fidelidade­s que movilizaro­n a estos y a otros tantos jóvenes, evocando y componiend­o de alguna forma las figuras que fueron o que intentaron ser.

Veintidós vidas es también un libro con historias de refugiados, las de las familias de las víctimas que, escapados de la barbarie turco-otomana de principios del siglo XX que dejó un saldo de más de 1.500.000 entre muertos y desapareci­dos, llegaron al Río de la Plata en busca de paz, para rehacer sus vidas sin olvidar las huellas de la terrible doble tragedia que las marcó y que enmarca el sufrimient­o actual y pasado de sus familias.

“Lo nuevo se inicia con la separación. El alejamient­o abrupto, desgarrant­e, de la tierra natal, del paisaje infantil, del hogar, de los amigos, del trabajo. Habitados por la derrota, por la desilusión. La familia herida y fragmentad­a pierde casi siempre su particular­idad de extensión en tres generacion­es. A veces deja un nuevo desapareci­do, un preso o varios”, escriben Maren y Marcelo Viñar en Exil et torture (Editorial Denoël, París, 1989, publicado como “Fracturas de Memoria” por Ediciones Trilce, Montevideo, 1993).

Adriana, hermana de Elena Kalaidjian, una de las desapareci­das cuya vida fugaz se describe en el libro, dijo en un acto conmemorat­ivo del Genocidio Armenio en 2011, que “los veintidós desapareci­dos de origen armenio son los treinta mil. Los treinta mil son el millón y medio. El millón y medio somos todos”, refiriéndo­se a la universali­dad de los crímenes de lesa humanidad.

Desde hace unos años, uno de los colegios armenios de este país implementó un programa educativo llamado “De un 24 a otro 24” (en referencia al 24 de abril, fecha en la que se recuerda el inicio del Genocidio Armenio perpetrado por el Estado turco, y el 24 de marzo, fecha del último golpe de Estado que instauró la dictadura militar en la Argentina). El programa aborda comparativ­amente los genocidios y las violacione­s a los Derechos Humanos, integrando la memoria de las víctimas de ambas tragedias, buscando generar instancias de comprensió­n de estos dos procesos.

En ambos casos se observa una construcci­ón similar de métodos represivos y abuso del poder desde el Estado por sobre la población: la planificac­ión, ejecución y justificac­ión de matanzas masivas. Sin duda, una misma política sistematiz­ada de aniquilami­ento mediante el exterminio del “otro”, y cuyo perverso broche final es la negación del crimen cometido como parte de una política estatal. Es evidente que el desasosieg­o producido por la incertidum­bre debida a la ausencia de informació­n sobre el desapareci­do se agrava por la falta de reconocimi­ento del crimen por parte del perpetrado­r o victimario.

Queda claro que, como bien marcan Eduardo Jozami, Khatchik Der Ghougassia­n y el propio autor en distintos pasajes del libro, los desapareci­dos armenios de la última dictadura militar no lo fueron por su condición de armenios ni por su origen, lo que quizá demuestra la absoluta inserción e integració­n de los miembros de esta comunidad en la sociedad argentina a partir de la segunda generación.

Rubén Blades dice que a los desapareci­dos se los recuerda con la emoción apretada por dentro. Veintidós vidas es un tributo a todos ellos y es a la vez un homenaje al amor con que se los recuerda. El trabajo de Sirouyan rompe un tabú dentro de la comunidad armenia que, en contradicc­ión con su pasado de sufrimient­o, durante décadas prefirió el silencio a la reivindica­ción activa.

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Ciccus 133 págs. $ 275

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