Consejos de un físico humanista. Entrevista con Sheldon Glashow
Entrevista a Sheldon Glashow. Inspiró al protagonista de “The Big Bang Theory” y sostiene que urge frenar el cambio climático.
Abordo a Sheldon Glashow, premio Nobel de Física por la teoría electrodébil, tras una sesión de la Real Academia Europea de Doctores y me sorprende: “Si queremos seguir respondiendo preguntas sobre el universo, démonos prisa en combatir el cambio climático, o habremos acabado con nuestra civilización antes de un siglo”.
–Se llama Sheldon, como el personaje de la serie The Big bang Theory. Es científico como usted...
–Y larguirucho como yo... porque está inspirado en mí: no tuve inconveniente en cederle mi nombre y algún rasgo mío, como su modo de caminar...
–Con un pulgar en el cinturón.
–Lo llevo así a menudo. Por lo demás, él es ficción y yo soy yo.
–¿Cuándo supo que sería científico? –He encontrado un viejo libro escolar, con dedicatorias de mis compañeros: dicen que seré el próximo Pasteur, el próximo Einstein, ja, ja... Mis hermanos mayores combatían contra los nazis en la Segunda Guerra y por eso yo, con 10 años, estudiaba todo lo relativo a aviones, bombas... –¿Eso le llevó a la ciencia?
–Eso y mis lecturas de ciencia ficción: a mis doce años, cuando la primera bomba atómica, yo ya sabía acerca de energía nuclear, aquello no me sorprendió.
–¿Qué científico le ha inspirado?
– Galileo, Shakespeare, Einstein... –¿Shakespeare?
–No hay buena ciencia sin conciencia, sin conocimiento profundo del alma humana. Y Shakespeare es el mejor en eso.
–Me sorprende oír esto de un físico... –Ser científico no es ser insensible. El buen científico es humanista. ¡Así son los buenos científicos que conozco! Sólo somos civilizados si aunamos ciencia y arte. Si un científico no es culto, mal científico será. ¡No respeto a un científico inculto! –¿Cómo impartiría una clase de matemáticas básicas?
–Podría preguntar a los alumnos: “¿Qué sabéis de los sumerios?”. Y luego: “¿Sabéis por qué la unidad de tiempo se llama segundo?”. Los sumerios, hace 18 siglos, establecieron los siete días de la semana (por eso los latinos la llamaron septimana, de septem: siete), y los 365 días del año, y los 360 grados del círculo... Y dividieron una hora en 60 porciones, buscando la porción de tiempo durante la que puedes aguantar la respiración...
–Menciona a Galileo, también... –Sostiene su observación de que la Tierra rota en torno al Sol pese al dogma de la peligrosa Iglesia Católica italiana. –¿Y Einstein?
–En un solo año, 1905, lanza tres tesis revolucionarias: una, la luz no es onda ni partícula; dos, espacio y tiempo son un continuo (teoría de la relatividad), y tres, energía y masa son dos expresiones de lo mismo (E=m.c2).
–¿Qué debe tener un científico para ser óptimo?
–Pasión y creatividad pero abierto a la sorpresa, a toparse con lo inesperado y verlo. Es la serendipia: la flauta suena casualmente pero hay que estar ahí. –Deme un ejemplo de serendipia. –Uno de mis héroes es Becquerel, físico francés que en 1897 descubre sin querer la radiactividad natural: buscando materiales fosforescentes, azarosamente descubre uno –sales de uranio– que ¡a oscuras! vela las placas fotográficas: ¡irradia! –¿Qué descubrió usted que le reportó el premio Nobel de Física?
–Unifiqué en una dos de las fuerzas de la naturaleza (la eletromagnética y la nuclear débil): es la teoría electrodébil, después verificada experimentalmente en aceleradores de partículas. Pero ahora todo eso da igual...
–¿Por qué lo dice?
–Lo único urgente ahora es frenar el cambio climático. En 80 años, la isla de Malta estará bajo las aguas. Si no actuamos decididamente, estamos perdidos. Nuestra civilización no será viable, se habrá ido al traste dentro de un siglo si seguimos así. ¡Librémonos ya del imbécil de Trump y salvemos nuestro planeta!