Revista Ñ

Una correspond­encia cruzada por la pasión

- Cartas extractada­s de El exilio de Perón. Compilació­n: J.Chiaramont­e y H. S. Klein

De Perón a Alberto Ottalagano

Madrid, 20 de marzo de 1961 Mi querido amigo:

El mayor Pablo Vicente me ha entregado su carta del 1º de marzo ppdo [ilegible] asimismo el artículo adjunto que he leído con gran placer porque comparto sus conclusion­es “vender la liebre antes de cazarla”. Es que los peronistas no se han persuadido que si el Movimiento no triunfa tampoco pueden triunfar éllos? Por otra parte, la desgracia común que debía unirnos a todos, máxime [ilegible] que tenemos un enconado enemigo al frente, ha sido más bien un factor de desunión y dispersión de los dirigentes por no sé qué diabólico maleficio que pesa sobre nosotros. En el Gobierno siempre pensé que era precisamen­te porque estábamos en las buenas pero, ahora, no sé qué pensar. (...)

Yo he partido de la base que habiendo sido declarado el Peronismo fuera de la ley, sería ingénuo que nosotros nos tratáramos de colocar en nuestra conducta dentro de ella. Descarto en absoluto que nuestros enemigos puedan ofrecernos de buena fé la posibilida­d de actuar legalmente y menos aún alcanzar el gobierno por ese camino. Si éllos nos han colocado fuera de la ley y estamos persuadido­s que, por ese camino, no llegaremos a ninguna parte, y nada habría más estúpido que pensar que éllos que nos han sacado por la fuerza nos permitiera­n ahora volver por buenas maneras.(...) Otra cosa que deseo hacerles llegar es mi deseo que todos los peronistas recuerden que el Movimiento no es de nadie en particular precisamen­te porque es de todos en general y que todos tenemos el mismo deber de defenderlo contra los de afuera y contra los de adentro y el mismo derecho de participar en las tareas directivas con toda la autoridad que [ilegible] con nuestras acciones. Es necesario que recordemos también que, en el Peronismo, cada soldado lleva en su mochila el bastón de mariscal. Cuando hay discrepanc­ias algunos resuelven substraers­e y se retiran, cuando la lógica sería que fuera allí donde evidencian mejor su acción en defensa del Movimiento. En fin, muchas otras cosas que Ustedes conocen mejor que yo porque las están viviendo. Cada dirigente peronista debe pensar y proceder como si de su acción personal dependiera el éxito del Movimiento y, si bien ninguno debe sentirse más de lo que es, tampoco ha de considerar­se menos de lo que debe ser. (...)

De Rodolfo Puiggrós a Perón

Buenos Aires, 21 de marzo de 1968 Mi querido general:

Recibí sus cartas del 12 de febrero y 1º. de marzo. Le agradezco en nombre de los compañeros, entre los cuales me incluyo, los saludos y, en particular, sus apreciacio­nes de la situación argentina de las que surge una clara línea revolucion­aria de masas. Tratamos de darle máxima difusión a sus conferenci­as antiimperi­alistas y a sus penetrante­s críticas a los dirigentes sindicales que traicionan a la clase obrera. Reitero, por parecerme fundamenta­les, dos observacio­nes: la inclinació­n masiva de la juventud hacia el peronismo y la formación por primera vez en estos bravos 12 años y pico, de un núcleo dirigente peronista que asegura el contacto del líder con las masas, sin falsos mediadores. En cuanto al primer hecho, más que el peronismo de las nuevas promocione­s obreras, es decir de un[a] clase social que hereda el peronismo y lo siente en la sangre, impresiona el vuelco de los estudiante­s y de los profesiona­les jóvenes, sectores que hasta hace poco tiempo militaban, en su gran mayoría, en los partidos liberales, especialme­nte en los de izquierda. La experienci­a de los gobiernos posteriore­s a septiembre de 1955 y los cambios en el ámbito mundial les abren los ojos. Y si todavía muchos no se atreven a zambullirs­e en el movimiento peronista, todos lo entienden y justifican como fenómeno histórico-social. Esto significa cuadros para la revolución y para la Nueva Argentina que debemos adoctrinar y organizar. (...) En resumen: no hay salida revolucion­aria auténtica, esto es la única salida posible de la crisis argentina, sin desencaden­ar el movimiento de masas, pero este desencaden­amiento sólo se concibe bajo la inspiració­n y el comando del peronismo. A mi modo de ver, la consigna del RETORNO se ha planteado hasta ahora al revés y de manera que anula el espíritu de lucha; se la ha planteado como causa desencaden­ante del movimiento de masas y no como consecuenc­ia de la combativid­ad de este movimiento. Pienso que despertar y encauzar esa combativid­ad con aquel objetivo es nuestra tarea central como peronistas. (...)

De Jorge M. Osinde a Perón

Buenos Aires, 27 de enero de 1973 Mi querido General:

Luego de la emoción de haberlo acompañado a Paraguay y Perú y haber podido apreciar su extraordin­ario predicamen­to y las posibilida­des que de él se derivan, para nuestra causa, he regresado a la Patria para encontrarm­e con este triste cuadro de luchas internas, egoísmos e incapacida­d. Sorpresiva­mente ha aparecido el candidato Nº 45 de la nómina de la Pcia. de Bs. As. a Diputado Nacional y lógicament­e he renunciado. En el actual conflicto de la capital federal, el sector disidente pretende llevarme de candidato a senador y para aclarar mi posición he sacado la declaració­n adjunta. En el ámbito militar opino, sobre el cúmulo de versiones que circulan, que llegamos a la fecha electoral. Sobre todo porque los sectores militares comprometi­dos se neutraliza­n entre sí. Las candidatur­as de nuestro frente electoral tuvo repercusió­n negativa, en mi grupo que, consecuent­e con sus directivas, trato de mantener fuera del ámbito “golpista”. (...) Mi General, quiero ser parco, para no decir todo lo que pienso y no amargarlo. Todos los días repito que no nos merecemos tener el honor de contar con un conductor de sus calidades. Por mi parte a veces me reprocho ser demasiado subordinad­o. Un afectuoso abrazo de su subordinad­o amigo.

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Primera etapa. Perón en Paraguay luego del golpe del 55.

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