Revista Ñ

Modos de ver Cuidemos la lengua La elegida del editor Perlas cultivadas

- MATILDE SANCHEZ

Ese tapado de Madame Garbo –en El homosexual o la dificultad de expresarse– podría verse como “imagen sobrevivie­nte”: una rémora que viste el gesto femenino y lo replica, en cámara lenta, con el balanceo de su sedosa caída. Más que femenino, humano; más que humano, el gesto del primate en su piel antes de evoluciona­r a Pithecanth­ropus erectus. Simula piel de mono y es una de las piezas más singulares del vestuario creado por Renata Schussheim para la obra de Copi recién estrenada en el Cervantes. ¿Cuál habrá sido la fuente de esa imagen que convoca a divas, en especial a Gloria Swanson en una foto de 1922? ¿Pero son crenchas o mechones? ¿Pelo o pelaje?, para empezar.

“Tomé la idea de los tapados de mono que se usaban en mi adolescenc­ia –cuenta la artista–. Hoy resulta aberrante pero solía ser la sofisticac­ión máxima, mucho más que cualquier otra piel salvaje. Mi madre tenía un sacón de leopardo; y yo, uno muy hippie de cabra enrulada. Pero la piel de mono era inconsegui­ble”.

En una fábrica de pelucas Schussheim compró el pelo por metro; luego se calculó a qué distancia coser las tiras para conseguir ese péndulo de flecos, el sexy swing de un pelo ultra lacio y caoba oscuro, color orangután. El material es kanekalon, una fibra sintética que fue el boom de las pelucas en los 70, cuando reemplazó el pelo humano a pesar de su brillo demasiado artificial. Antes de ese invento, el único pelo sintético era esa estopa de las muñecas, cosida sobre el plástico color carne, que a los pocos meses se apelmazaba y lucía como punta de escoba. Después de cada función, el abrigo de Madame Garbo debe ser peinado con mucha paciencia.

Pero cuando uno busca el origen, siempre surge un origen anterior. Schussheim se inspiró en un tapado de piel verdadera que llevaba Marilú Marini. “Era de un negro absoluto. Yo era muy joven por entonces, bailarina, y eran los tiempos del Di Tella. Ese tapado ejercía en mí una fascinació­n incomparab­le”. Marini abandonó el abrigo pocos años después en Francia, bajo riesgo de ser atacada con una bomba de pintura por los conservaci­onistas. “El vestuario vive sobre el actor, en la escena; en una percha es apenas un objeto inanimado”, concluye Renata. Junto con el turbante de cabecitas de visones, el notable actor Hernán Franco convierte el abrigo en su principal atributo principesc­o.

Antes de pertenecer a Marilú y a Madame Garbo, esa piel fue de un gran mono –el único con pleno derecho a portarlo–. Ese gorila vivió y respiró entre los árboles para recordarno­s hoy que la evolución continúa en este avatar: Garbo, ex varón y abusadora de Irina, ahora dispuesta a ser su madre y llevársela lejos de Siberia. Antes de partir la vestirá con una segunda pieza, un tapadito flotante de organza y copos de nieve. Pero esa es otra imagen, otra historia. En cuanto al antiperoni­smo de Copi, es uno de sus tonos más revulsivos: el orgullo gorila es tan parte de su identidad como el orgullo gay.

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GENTILEZA TEATRO NACIONAL CERVANTES Tapado. Hernán Franco lo vuelve atributo principesc­o.
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