Perros sin techo
“Perros en situación de calle. Miedo, pena, empatía son algunos de los sentimientos que despiertan”.
Los eufemismos del lenguaje administrativo tienen un formato pretencioso que suele enmascarar realidades crudas. Es el caso de la forma compleja en situación de calle, aplicada a las personas con absoluta falta de recursos, cuya vida transcurre a la intemperie, sin un techo que les dé reparo. Desde hace algún tiempo he visto esta locución adverbial aplicada a perros, esos que solíamos llamar simplemente callejeros. Es más, atada al rebusque lingüístico, una comuna denomina perros comunitarios a los excallejeros “en adopción”. Proyectar lo humano en los animales viene de lejos. Sorprenden, sin embargo, algunas operaciones inversas, como la del funcionario que comparó a una mujer sin techo con los perritos que vuelven a la calle “porque se sienten cómodos”. Claro, se trataba de una elección y no nos habíamos dado cuenta.