El amor en fuga
El destino rebelde de Jessica Mitford la llevó de la alta aristocracia inglesa a la Guerra Civil española.
La escritora inglesa J. K. Rowling aseguró alguna vez que Jessica Mitford es su heroína literaria desde la adolescencia. La fascinación que produce Nobles y rebeldes, publicada originalmente en 1960 y ahora por primera vez en castellano, justifica esta aseveración de la autora de Harry Potter. Antes de radicarse en Estados Unidos y convertirse en la célebre periodista de un best-seller que develó la industria millonaria de las empresas funerarias, Mitford fue una joven aristocrática que abrazó la causa comunista desde temprano, se fugó de la casa paterna con 19 años para conocer de cerca la Guerra Civil española y se opuso abiertamente a cualquier forma de fascismo como principio fundador de su ética.
Podría argumentarse que la verdadera protagonista de Nobles y rebeldes es la historia y la manera irremediable en que esta se cuela en la vida de una familia nada normal de primera mitad de siglo XX. Al entrar en juego las vicisitudes que acompañaron las vidas de Mitford y sus hermanos, el relato se vuelve vertigino-
so y la fuerza de los acontecimientos se ata de manera indisoluble a sus vidas privadas.
Las tensiones ideológicas son el motor de transformación de las relaciones intrafamiliares en esta autobiografía. Si bien se esconden tras el tono humorístico y a veces hasta desopilante de la voz de la narradora, los choques entre unos padres anticuados y conservadores, que le negaron incluso el acceso a la educación, y el descu- brimiento y rechazo del ascenso del fascismo en la década del 30 en Europa dan forma a su destino. Luego de la fuga, Mitford se casó con su primo segundo Esmond Romilly, sobrino de Winston Churchill, unión que sumó uno más a la lista de escándalos que protagonizaron las hermanas del clan: Nancy se había hecho famosa por sus novelas en clave, donde desnudaba la intimidad familiar; Diana y Unity fueron tempranas acólitas de Hitler (la última hasta se pegó un tiro el día en que Inglaterra y Alemania entraron en guerra), y Jessica abandonó el asfixiante hogar paterno para perseguir sus ideales políticos, una actitud que conservó hasta el final de los días. Más tarde, ya radicada definitivamente en Estados Unidos, se casaría con el abogado de derechos civiles Robert Treuhaft; ambos se afiliaron al Partido Comunista y hasta fueron indagados por el senador McCarthy por actividades antiestadounidense. Tal vez el corazón del libro sea la historia de amor entre Mitford y Romilly: su vida precaria y errante, las dificultades para encontrar el sustento y el contraste con la vida noble y ociosa que habían tenido antes de casarse, la muerte de su primera hija, acontecida en gran parte debido a la ignorancia e irresponsabilidad de la pareja, la incertidumbre permanente. A pesar de ello, Nobles y rebeldes es un relato vital, en el que se solapan sin esfuerzo lo personal y lo político. Romilly, alistado en las Fuerzas Aéreas Canadienses, desapareció en combate; ella ya estaba embarazada de su segundo hijo. Mitford recorre este hecho con entereza, consciente de que la Segunda Guerra Mundial marcó el fin de los idealismos y el ocaso de una época dorada en su vida.