Series: Elogio de la fuerza multicultural.
Sobre “Master of None”
Aziz Ansari tiene un poco de Woody Allen, un poco de Peter Sellers, un poco de Seinfeld. Se siente con el privilegio de pertenecer a una sociedad multicultural y todas esas influencias, sea de celebridades como no, lo hacen ser él mismo. De origen indio y aunque nació en Carolina del Norte, por su familiaridad y amor por la ciudad nos hace creer que nació en New York. Su corazón está en Italia. Tal vez si fuera preguntado sobre aquella célebre película de Blake Edwards protagonizada justamente por Sellers, La fiesta inolvidable, diría que le parece un poco racista para con los indios aunque seguramente también bromearía y diría que no había mala intención.
Ansari parecería diferenciar muy bien los discursos de las personas. Es un comediante por naturaleza y, si bien es un descendiente de Woody Allen, tiene la particularidad de ser, además de indio, de origen musulmán, aunque por supuesto es ateo. De todos modos, no es antirreligioso porque sabe que la religión puede unir a las personas de un buen modo. Tiene también otra particularidad que lo separa de otros comediantes de estilos que podrían ser similares: es poco neurótico y se siente afortunado y en general agradecido. A diferencia de los demás, le interesa más comprender las conductas de los otros que juzgarlas. Su humor tiene mucho más que ver con el absurdo que con la ironía, que siempre es un poco antipática. Tiene una virtud que muchos pueden considerar un gran defecto; no le molesta pasar por tonto. Le gusta comer bien e ir siempre vestido de manera impecable como una estrella de Bollywood. Tiene mucha conciencia de nuevas y viejas convenciones sociales que damos por garantizadas y juega con ellas sin sentirse por encima ni exento. Aziz Ansari es, junto a Alan Young, el creador y el rostro visible de la comedia familiar moderna Master of None.
El título de la serie es una frase en inglés que completa un proverbio y que bien podría ser el proverbio castellano de quien mucho abarca, poco aprieta. En la serie, Ansari es un especialista en nada (bon vivant, actor de comerciales y conductor de televisión por cable) secundado por otros personajes que no sabemos bien a qué se dedican aunque sí sabemos que tienen una vida acomodada. Eso sí, es una galería de distintos: su mejor amiga es gay, negra y enorme. Su otro amigo (como el cocreador de la serie) de origen asiático y sobreadaptado; su ladero un gigante ingenuo y de buen corazón con una imagen de sí mismo algo deformada. Es que si Estados Unidos inventó el bullying, también inventó un subgénero, que es la revancha de los nerds. Este últimos personaje, el gigante de smoking blanco, es hilarante y solo escucharlo hace reír. Se trata de Eric Wareheim, como Ansari comediante, escritor y director (de hecho dirige varios de los capítulos). El mismo músico, dirigió videos de los experimentales Flying Lotus, el músico electrónico y cineasta francés Mr. Oizo o la banda de dream pop Beach House. La ingenuidad es solo una decisión estética.
Como Louie, de Louis C.K., que en su show hace actuar a sus hijas, Ansari (que no las tiene) hace actuar a sus padres en el papel de sí mismos. Están siempre increíblemente bien y son muy graciosos; su presencia del mundo real en la pantalla es un límite para la ironía. Esta separación de universos entre actores profesionales y amateurs es la imagen perfecta de la separación entre las generaciones. Por momentos, Master of None pareciera ser un gran homenaje a esos inmigrantes de lugares remotos que trabajaron muy duro para darles una mejor vida a sus hijos.
En estos tiempos de enojo y malestar, es un poco difícil elogiar una comedia que pondera la comprensión y las buenas intenciones. Mucho más difícil es hacerla y Ansari, con episodios brillantes y con otros que dependerá más de los gustos y sensibilidad del espectador, lo ha conseguido. Por otro lado, luego de sus dos exitosas temporadas, Master of None se muestra como la más clásica de las comedias e historias: la del chico que se enamora de una chica.