Revista Ñ

La muerte del Nobel chino “deja dolor y rabia”,

La abogada de Liu Xiaobo –ambos Nobel de la Paz–, sostiene que el mundo olvidó al activista porque prefirió seguir negociando con China.

- por Francesca Caferri

El mundo no ha demostrado suficiente sensibilid­ad respecto de este hombre y de este premio Nobel de la Paz. No lo han hecho los gobiernos y no lo ha hecho el comité del Nobel, tal vez porque China es un país muy poderoso y los intereses económicos en danza en esta historia eran altísimos”. Shirin Ebadi, abogada defensora de los derechos humanos, Premio Nobel de la Paz 2003, ahora exiliada en Londres, no teme hablar de modo claro sobre la muerte de su colega, Nobel de la Paz 2010 Liu Xiaobo. “Profundame­nte dolorida”, se definió apenas supo la noticia. Pero inmediatam­ente después del dolor se agregó la rabia. Liu fue un intelectua­l, crítico de la literatura china, escritor y activista en pro de los Derechos Humanos y las reformas en la República Popular China. Murió el 13 de julio, preso y enfermo de cáncer de páncreas.

–¿Qué pensó cuando supo lo que había sucedido?

–Primero dolor. Después se disparó otra cosa también. Cuando uno gana el premio Nobel, el apoyo no debe limitarse al día del anuncio o al transcurso de la ceremonia. El objetivo del premio es dar relevancia y valor a las actividade­s pacíficas del ganador: y estar a su lado si este encuentra dificultad­es por lo que dice o hace. Recuerdo muy bien que por Aung San Suu Kyi se hizo mucho más, que hubo muchas más actividade­s de apoyo en relación con lo que ocurrió con Liu Xiaobo. Pero el miedo generaliza­do al gobierno chino y a sus reacciones provocaron que se hiciera “la vista gorda”.

–¿A quién?

–Al comité del Nobel, pero también a los países que tienen intereses económicos en China.

–Usted y los otros ganadores del Nobel se manejan de manera autónoma respecto del comité: ¿consiguier­on mantener un contacto abierto con Liu Xiaobo?

–Los defensores de Liu nunca pudieron tener visa para China y por lo tanto quien quisiera involucrar­se en su causa no podía visitarlo en persona. Hicimos lo que podíamos para demostrar nuestro apoyo al hombre y a su pensamient­o. Se hicieron campañas y concentrac­iones: yo formé parte de la campaña internacio­nal y seguí el caso de cerca. La larga detención de Liu y el hecho de que al gobierno chino no le importase cuidarlo demuestran sin sombra de duda que Pekín es responsabl­e de su muerte. Hoy solo me resta pedir oficialmen­te al gobierno chino que no moleste nunca más a la mujer de Liu Xiaobo y a sus familiares.

–¿Qué paralelos ve entre su historia personal y la de Liu? Ante regímenes que los considerab­an enemigos, usted huyó y él se quedó…

–Liu también quería dejar el país. Muchas veces lo intentó. Pero después lo detuvieron y no se pudo expatriar. –¿Por qué la voz de los disidentes da tanto miedo?

–Porque los regímenes no democrátic­os saben que solo creando un clima de terror pueden seguir gobernando: crean miedo porque tienen miedo. Y la voz alta que puede surgir de alguien que ha sido laureado con el premio Nobel de la Paz da mucho miedo. Si no fuese así el gobierno iraní no me hubiera acosado: me confiscaro­n todo lo que tenía, me amenazaron.

–¿Qué lección surge de esta muerte las personas que como usted y Liu luchan para cambiar sus países con la palabra y el pensamient­o?

–Que a una persona hay que ayudarla antes de que muera. Que a quien pelea en nombre de la libertad hay que dedicarle atención: antes de que sofoquen su voz, antes de que muera. –¿Qué legado deja su colega?

–Lo divido en tres categorías. La primera, su verdadera herencia, es la necesidad de respetar la libertad de expresión. Es una lección que debemos aprender de su caso. La segunda es la necesidad de proclamar que combatió por la paz y por eso ganó el Nobel: espero que este asunto sirva de lección al comité del Nobel y que ahora demuestre mayor atención por los ganadores. Pero también todos los ganadores debemos tener conciencia de que somos miembros de una gran familia: es necesario el apoyo mutuo. La tercera lección va en cambio para los ciudadanos, para la gente común: espero que lo que ocurrió enseñe a todos a no olvidar nunca las aspiracion­es propias y los ideales propios. Como hizo hasta el final Liu Xiaobo.

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EFE Liu Xiaobo. Shirin Ebadi sostiene que el miedo al gobierno provocó que se hiciera la “vista gorda”.

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