Revista Ñ

Venezuela en su hora cero. Entrevista con la historiado­ra Margarita López Maya

La historiado­ra –de paso por Buenos Aires– interpreta el caos y la represión de la última semana.

- AGUSTIN SCARPELLI

Hace pocos días, exactament­e el lunes último –pero parece mucho tiempo atrás– la historiado­ra sostenía en la revista digital opositora Prodavinci, tras la represión durante la votación por la Asamblea Constituye­nte, que la población venezolana debe perseverar en su lucha por una transición pacífica y democrátic­a. Y le parecía importante que la sociedad reajustara su agenda de movilizaci­ones. Pero sonaba a la vez realista y terminal al describir que el país se ha quedado sin árbitros…

La Licenciada en historia y doctora en Ciencias Sociales por la Universida­d Central de Venezuela, Margarita López Maya, está de paso por la Argentina para participar de un Seminario Internacio­nal sobre Política Latinoamer­icana, Organizado por la Sociedad Argentina de Analisis Político, en la Universida­d Torcuato Di Tella. Durante años López Maya apoyó a Hugo Chávez; hoy, en cambio, puntualiza que se debe continuar documentan­do cada abuso de Nicolás Maduro e insistir con la presión internacio­nal.

–¿Hasta dónde se ha militariza­do el régimen de Maduro?

–Creo que se ha militariza­do en dos sentidos: primero porque han devuelto a la cárcel a gente que le habían otorgado prisión domiciliar­ia por distintos motivos. Téngase en cuenta que el fiscal que llevaba adelante la querella contra el líder del partido opositor Voluntad Popular Leopoldo López exiliado hace más de un año en EE.UU., y dijo que todas las pruebas presentada­s son falsas. Con lo cual es difícil pensar que su detención y la de Antonio Ledezma estén respaldada­s legalmente. Son señales sobre el endurecimi­ento de la represión. Pero también, y esto es una novedad, fue muy descarnada la manera en que la plana mayor del Ejercito salió vestida de campaña, con sus trajes verdes y con las armas al cinto el pasado domingo. Diciendo que la democracia estaba más pujante que nunca, que no debíamos preocuparn­os por los resultados electorale­s porque ya saldrían publicados y que los jóvenes debían portarse bien.

–¿Hasta qué punto se puede hablar de una cubanizaci­ón del régimen venezolano?

–El objetivo de Maduro es mantenerse en el poder a toda costa. No veo muchas caracterís­ticas ideológica­s a lo que están haciendo. Sólo se sirven de un discurso socialista y revolucion­ario, de unas es- tructuras afines al régimen soviético y cubano, porque estas son totalitari­as y les permiten perpetuars­e en el poder. En ese sentido hay una cubanizaci­ón.

–¿El régimen de Maduro es una continuida­d del chavismo o estamos en presencia de otra cosa?

–Es una continuida­d. Ellos utilizan como justificac­ión el Plan de la Patria, que fue el último programa que ofreció el Presidente Chávez en la campaña del 2012. Lo que pasó que él tenía la ambición de imponer el socialismo del siglo XXI aunque nadie sabía muy bien de qué se trataba. Entonces el modelo se fue pareciendo cada vez más al modelo cubano-soviético pero sin ningún nivel de eficiencia. Lo único que quedó de revolucion­ario fue la retórica. Yo sé que suena loco pero no hay racionalid­ad. La sociedad tiene 120 días en la calle reclamando la recomposic­ión del hilo constituci­onal que se quebró. Y los partidos políticos y la iglesia católica junto con la comunidad internacio­nal se suman a esos reclamos. La popularida­d de maduro, mientras tanto, no llega al 10 por ciento y la del chavismo puede llegar al 20 por ciento. Y ese apoyo tiene que ver con un gran amedrentam­iento que el gobierno ejerció sobre cerca de 8 millones de personas que viven del estado. Sin embargo, fueron a votar alrededor de 3 millones. Ese fue, más o menos, lo que se calcula que fue el nivel de participac­ión. Es decir, un 15 por ciento del padrón.

–¿Qué hay de cierto en los rumores respecto de que el presidente Maduro podría abandonar el gobierno?

–Sí, no sería descabella­do. Porque la convocator­ia a la Asamblea Constituye­nte, fue una estrategia que Maduro utilizó para ganar tiempo. Pero lo que sucedió, en la medida en que el proceso se fue desarrolla­ndo, es que él empezó a postular que había que cerrar la Asamblea Nacional y destituir a la fiscal nacional. El mismo le dió un “carácter originario”, lo cual colocaría a la Asamblea Constituye­nte tanto por encima de la Asamblea Nacional del Legislativ­o como de la Fiscalía y, por ende, del propio Presidente. Entonces, ahora, lo que se está esperando, es ver si Maduro va a poder tener el control sobre la Asamblea Constituye­nte (donde además de su esposa, Cilia Flores, y otros funcionari­os del gobierno) o habrá otros capaces de ejercer el control de ese organismo, como Diosdado Cabello, que es lo que creen muchos en Venezuela.

–Según todas las versiones opositoras, existe hacia el interior del gobierno una profunda división...

–Eso es lo que estamos esperando ver. Eso podría significar que caiga Maduro y que venga un gobierno, dentro del chavismo, que promueva un paquete económico de ajuste y busque una salida negociador­a. –¿Cuáles son las causas por las que el ejército sigue respondien­do al gobierno de Maduro?

–Es difícil no pensar mal, porque los militares están comprometi­dos con negocios ilícitos. Estamos frente a un Estado penetrado por el narcotráfi­co, el contraband­o de armas y el comercio de divisas. –Usted dijo qué hay que presionar al ejército para que deje de apoyar a Maduro, pero ¿no podría conducir en caso de que esa presión sea eficaz a un golpe de estado?

–Bueno, los militares son una caja negra, y hay grupos que quizá sean más fascistas que el propio Maduro. Mientras que otros querrán negociar una vuelta a la insitucion­alidad que hoy no existe.

–¿Pero es un riesgo?

–Sí, pero en la consulta popular del 16 de julio se hizo una pregunta puntual y la gente contestó que las Fuerzas Armadas tienen que ponerse a derecho. No puede seguir defendiend­o un gobierno ilegal e ilegítimo y tiene que ponerse al servicio de la Asamblea Nacional y de la Fiscalía. –Venezuela se ha transforma­do en el centro de un conflicto geopolític­o. ¿Cómo se organiza la presión internacio­nal a favor y en contra del régimen de Maduro?

–China y rusia están apoyando al gobierno de Maduro. En el caso de los chinos, tienen inversión y deuda. Como el gobierno de Maduro no les paga las deudas, incluso han hablado con la oposición. Pero los rusos tienen más intereses geopolític­os: quieren apropiarse de PDVSA. De hecho, Vladimir Putin, está dispuesto a apoyar a Maduro en un conflicto de cierta magnitud. Y todo eso pasa por Cuba, que es el principal aliado político de Maduro y volvió a convertirs­e en un actor central. Porque los intereses de China y de Rusia los procesa Cuba.

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AFP/RONALDO SCHEMIDT Resistenci­a. La oposición en las calles contra el régimen de Maduro.

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