Revista Ñ

El roce entre la teoría y el hacer

- GUSTAVO VARELA

Este nuevo libro de Tomás Abraham empieza y termina con Sartre. Es una historia de la filosofía francesa de los últimos setenta años. Es también el ir y venir de una revolución que nunca vino. Es el roce entre la teoría y el hacer, el roce entre Francia y la Argentina, el roce entre la militancia y la renuncia. Pero, antes que nada, es el despliegue de la fortaleza filosófica de Sartre, su potencia bastarda, su estar atento al momento histórico en el que vive. Eso escribe Abraham sobre el Sartre de posguerra, que estaba atento, muy atento. Publica su libro en 1943, en plena guerra. El libro es un giro, el comienzo de otras razones y otros pensamient­os y el abandono de un mundo hecho de surrealist­as, de excesos, de vanguardia, del sol tibio de la entreguerr­a. En plena ocupación nazi, entre 1940 y 1944, París no transpira: muchos se quedan quietos, casi todos, y auxilian a los soldados alemanes cuando lo necesitan. El ser y la nada sale a la venta con esos soldados alemanes en la calle y los tanques alemanes, repetidos, insolentes, invadiendo las calles de París. Abraham cita a Sartre: “Nunca fuimos tan libres como lo éramos en la Ocupación”. ¿Cómo es posible hacer filosofía con la guerra en la vereda?

El libro es potente, una costura labrada a mano, con aguja de puntada fina. Dos bloques, definidos cada capítulo con verbos en infinitivo. El primero: Ser, Hacer, Deber: Sartre y Bataille, Sartre y Merleau-Ponty, Sartre y Camus. No son nombres sino estado de cosas. Entre ellos, otros: Raymond Aron, Baudelaire, Paul Nizan, Lefort. De la Ocupación al fin de la guerra de Argelia.

En medio de los dos bloques, un paréntesis –Invocar–, un desplazami­ento en otra dirección, Sartre entre nosotros, un charco argentino en medio de un libro sólido.

El segundo bloque es Saber, Poder, Creer. Son los 70. Dice Abraham: “La nueva juventud filosófica francesa estaba harta de la moralina sartreana y de su función superyoica que asfixiaba el ambiente”. Aparece Foucault, con otras palabras, con otros objetos. Es el comienzo de una batalla “contra el humanismo sartreano y su concepción del marxismo como filosofía totalizado­ra y el existencia­lismo como su ideología…” agrega Abraham y señala a Althusser y a Foucault como los dos combatient­es principale­s. Foucault es el continuado­r de Sartre, eso dice Abraham: porque ocupa todo el terreno de Sartre pero con nuevo vocabulari­o, con otros problemas y con una manera de decir diferente. Sartre/ Foucault es la losa de todo este libro. No un derecho sucesorio sino dos fogoneros sucesivos para la filosofía francesa. Y entonces, para la filosofía de todo Occidente. Abraham se detiene en Foucault para explicarlo largo, casi entero, con la solidez de un amante. El deseo de revolución se renueva con el Mayo francés; Sartre es el único grosso que va con los jóvenes. “Sartre volvía pero no como filósofo sino como monumento”. Mientras, Foucault era nombrado jefe del departamen­to de filosofía en la experienci­a universita­ria de Vincennes. Suenan otros nombres: Deleuze, Rancière, Badiou. Las discusione­s siguen, las expectativ­as siguen.

Pero el deseo pierde intensidad; la revolución, que ya no era una posibilida­d sino una pura especulaci­ón teórica, estaba cada vez más lejos. Ese deseo quedaba en unos pocos, a la espera del retorno de un tiempo perfecto. El final del libro es el relato de un gesto valiente: Sartre, ya ciego y muy gastado, imposibili­tado de escribir, decide enfrentars­e con su propia obra. Ponerse a contrapelo de sí mismo, tensionar el deseo de revolución labrado en sus libros con una experienci­a personal más íntima, más virtuosa. Inesperado. Abraham celebra este gesto de Sartre porque da cuenta de una vitalidad enorme, de una fortaleza para seguir de pie. A pesar de no poder caminar, a pesar del misticismo de Benny Lévy, su asistente, un ex deseante de revolución armada, converso y vuelto hacia adentro, que lo acompaña y escribe lo que Sartre dijo cinco días antes de morir: “Puedo morir en cinco años, a lo sumo en diez… Esa es la tranquila desesperac­ión de un viejo que sabe que ha de morir. Pero no lo acepto, resisto, y sé que moriré en la esperanza, aunque para eso deberé fundamenta­rla”.

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DESEO DE REVOLUCION Tomás Abraham Editorial Tusquets 496 págs. $499

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