La vida por otro ejemplar
En Padilla 836, en Villa Crespo, se puede ver a la tarde el movimiento de lectores y escritores que entran a buscar libros difíciles de conseguir a La Internacional Argentina, la librería del poeta Francisco Garamona, donde también funciona la editorial Mansalva. Garamona es un cazador nato: desde los 15 años que está rastrillando las librerías del país y hoy, en la suya, conviven en una poco frecuente superposición los libros que vende y su colección particular.
“Empecé a los 15 años trabajando en una librería anticuaria, ahí conocí el libro raro y me formé. Después vendí libros por catálogo y fui armando mi fondo propio. Luego me vine a vivir a Buenos Aires y vendí de todo, hasta enciclopedias. Andaba recorriendo toda la ciudad, ponía avisos, compraba lotes. Después tuve un puesto de libros en Plaza Francia. En el 2001 puse mi primera librería, Ascasubi, y en 2005 abrí La Internacional Argentina. Me especialicé en libros latinoamericanos y argentinos, autores de los 70 y 80, que era lo raro para mi generación. Cada década tiene sus figuritas difíciles. Yo focalicé en Lamborghini, Carrera, Perlongher, Cerro, revistas literarias. Ponía avisos, me recorría todas las librerías de la costa en auto y aparecían cosas increíbles. Ahora debo tener 20 mil libros. Muchas son cosas que se fueron volviendo raras porque les dábamos un halo: hay que generar el aura, una galaxia alrededor de ciertos libros. Al principio empecé a coleccionar a Aira, y armé tres colecciones completas. Tener una librería es una forma rentable de poder desarrollar una pasión bibliófila. La cuestión de qué precio poner es complicado. Como al principio estábamos inventando un mercado de algo que no existía, los poníamos a ojo. Ni muy barato ni muy caro: el libro es una herramienta que tiene que estar accesible. Libros hay, más raro es que haya plata para comprarlos”.