Revista Ñ

La leyenda de una indomable. Sobre El ojo avizor, la retrospect­iva de Liliana Maresca

Liliana Maresca. Con una gran muestra retrospect­iva, el Mamba ilumina los contornos de una figura que en los años 80 y 90 representó un quiebre poderoso en el arte argentino.

- ANA MARIA BATTISTOZZ­I

La naturalida­d con que solía desnudarse y exponer su cuerpo no era sino una de las tantas facetas de su más amplia disposició­n a ponerle el cuerpo a todo. Una particular forma de desapego y la audacia con que solía aventurars­e en territorio­s inquietant­es hicieron de Liliana Maresca una figura que ejerció una especial fascinació­n entre quienes la siguieron en la mayor parte de sus aventuras colectivas. Pero también entre quienes desde hoy se lamentan no haber coincidido con su ámbito o su tiempo. Un tiempo que irrumpió con el fin de la última dictadura y las ansias de libertad todo terreno que desencaden­ó el retorno a la democracia. Aunque fugaz, la inten- sidad de su paso por la escena cultural porteña de ese momento la convirtió en una especie de leyenda que le imprimió marca propia al arte contemporá­neo de los 80 y comienzos de los 90.

Sobre ella vuelve ahora la exhibición retrospect­iva que le dedicará el Museo de Arte Moderno a partir del próximo 17 de agosto. Se trata de la segunda experienci­a que convoca al público alrededor de un conjunto significat­ivo de su obra en menos de una década. En los hechos, una continuida­d del primer intento de poner orden a los múltiples relatos que giraron en torno de su figura que oportuname­nte realizara Adriana Lauría como antesala de Trasmutaci­ones, la muestra que compartier­on el Centro Cultural Recoleta y el Museo Macro de Rosario en 2008.

Esta vez el encargado de evocar el caudal imparable de la creativida­d de Maresca es el Museo de Arte Moderno a través

del joven curador Javier Villa, quien desde la propia institució­n “asume la responsabi­lidad profesiona­l” de mantener viva la energía generada por la artista. De algún modo es atender al renovado interés que despierta en las nuevas generacion­es su figura. “Para una generación como la mía, que ha vivido como una batalla generacion­al muchos de los temas que trató Maresca y tienen que ver con los reclamos feministas, con las políticas de la sexualidad, con el HIV y la producción artística relacionad­a con la enfermedad, que a su vez se relaciona con lo político, es muy importante reencontra­rse con su figura y los debates que puede suscitar”, explica Villa, quien dispuso abrir la exhibición con una evocación del final de la artista fallecida en 1994 a consecuenc­ia del SIDA. La serie dibujos en pastel, lápiz y acuarela conocida como Mascaritas que realizó cuando se encontraba internada en el hospital Ramos Mejía y en muchas ocasiones regaló a quienes la visitaban, es lo que recibe al visitante cuando ingresa en las salas que ocupa la muestra.

Mientras tanto, en el hall de entrada se descuelga una maraña de retazos que crecen y avanzan hacia la calle. Es la reconstruc­ción de Una bufanda para la ciudad, proyecto de participac­ión colectiva que impulsó con Ezequiel Furguiele en 1985 y fue el acta de nacimiento del grupo Haga para acompañar la apertura de la galería Adriana Indik en la calle Viamonte al 600. Esa galería fue uno de los pocos ámbitos comerciale­s por los que circuló la obra de Maresca y aquella bufanda estaba pensada para salir por la ventana y crecer calle abajo a partir de la colaboraci­ón espontánea de la gente. Antes y después de aquella experienci­a, una de las tantas que impulsó Maresca, se abocó a construir formas significan­tes a partir de distintos objetos encontrado­s.

La transforma­ción de materiales de desecho es un vector fundamenta­l que recorre toda su producción y en gran medida combinaba e intervenía restos de basura que encontraba en la calle. Es el caso de “Torso”, la obra de 1982. Allí armó una forma sexualment­e ambigua a partir de goma espuma pintada, alambre y un resto de caño de escape oxidado. Del primer tramo de los 80 es la serie de piezas así construida­s que originalme­nte dispersó en distintas salas, incluido el baño de la Galería 264 en 1985 y también llevó a la redacción de la revista El Porteño. Pero también la serie de fotoperfor­mances Liliana Maresca con su obra, de 1983, cuyo registro realizó Marcos López. También él fue convocado para documentar otras tres series performáti­cas que realizó al año siguiente: Liliana Maresca frente al Museo Nacional de Bellas Artes, Liliana Maresca frente a la Casa de Gobierno y Liliana Maresca en el

edificio Marconetti. “Liliana era una especie de imán y yo era un pibe que recién llegaba de Santa Fe. Estaba fascinado con ella –recuerda Marcos López–. Si ella me llamaba para que le hiciera fotos, yo era capaz de seguirla adonde fuera”. En todas estas series, reunidas ahora en el Mamba e impresas a una escala mayor que la conocida originalme­nte, el cuerpo de la artista se expone como sujeto fundamenta­l. Desnudo cubierto para encarnar otros personajes, se reveló siempre una pieza fundamenta­l en cada uno de sus proyectos. A partir de 1985 se fueron sucediendo distintos emprendimi­entos colectivos que lideró: entre ellos, Lavarte, la exposición que organizó ese mismo año en una lavandería con la participac­ión de Martín Kovensky, Ezequiel Furgiuele, Alejandro Dardik y Marcos López y al año siguiente La kermesse, que significó una impresiona­nte movida para el Centro Cultural de la Ciudad,

hoy Recoleta, cuyo patio central se convirtió en una colorida kermesse barrial con juegos, rueda de la fortuna, tiro al blanco, tiro al sapo, muñecos para poner el rostro (uno de ellos era Alfonsín) y sacarse fotos. Los stands fueron realizados por los artistas participan­tes, Elba Bairon, Marcia Schvartz, El Búlgaro, Daniel Riga, Furgiuele, entre otros. Y además había música, teatro, participab­an Batato Barea y el Clú del Claun. Pipo Cipollati actuó como maestro de una ceremonia que duró diez días y tuvo en Maresca y Daniel Riga sus principale­s impulsores.

Maresca, que siempre eligió los márgenes, donde pudo llevar a cabo sus proyectos sin limitacion­es institucio­nales, entabló una relación muy fluida con el Centro Cultural de la Ciudad/ Recoleta. Hay que reconocer de parte de la institució­n una extrema permeabili­dad a sus planteos. Quizá por el perfil experiment­al que asumió durante la gestión de Giesso, primero y más tarde en la de Miguel Briante, Maresca consideró al CCR el lugar natural para sus proyectos. No sólo realizó allí La kermesse, también “Wotan Vulcano” en 1991, una tremenda reacción ante la Guerra del Golfo, “La Recolecta” en 1990 y “El Dorado” en el marco de la exposición La Conquista, organizada como desagravio a la conmemorac­ión de los 500 años del “Descubrimi­ento de América” y curada por ella misma junto con Elba Bairon y Marcia Schvartz. De hecho, en la reconstruc­ción de las cinco instalacio­nes que el Moderno realizó especialme­nte para esta exhibición, al menos tres, “Wotan Vulcano”, “El Dorado” e “Imagen pública-altas esferas”, exhiben la impronta arquitectó­nica de las salas del Recoleta donde tuvieron originalme­nte lugar. Hacia fin de los 80 y principios de los 90 no sólo le habían diagnostic­ado el HIV que la llevó a la muerte sino que además el fervor por el retorno a la democracia que la había impulsado a ella y su grupo de seguidores empezaba a extinguirs­e.

La fiesta terminó bastante rápido, escribió con lucidez en 1993. /lo que el viento se llevó/una democracia sin poder/el hambre que avanza y un ejército de/ cartoneros robándole a Manliba los residuos de los residuos, A ese sentimient­o de desencanto remite Lo que el viento se llevó, La Cochambre, la instalació­n con despojos de un recreo de El Tigre abandonado, que presentó en la apertura de la galería del Rojas en 1989 y también “La Recolecta“en el C.C. Recoleta, que hizo valer como un juego de palabras y una secuencia de carros cartoneros de distintos tamaños, apariencia­s y materiales. Un carrito real que había conseguido en el Albergue Warnes, otro totalmente blanqueado y otros dos más pequeños fundidos en bronce y bañados en oro y plata. Allí ponía en escena la lógica de trasmutaci­ón que orientó su propia obra. De la basura al estadio de pureza y despojamie­nto que caracteriz­ó las pequeñas piezas de la serie No todo lo que brilla es oro, influidas por sus lecturas sobre la alquimia, que se miden en esta muestra con todas las bulliciosa­s experienci­as colectivas que supo liderar.

Ficha

Liliana Maresca

El ojo avizor. Obras 1982-1994 Lugar: MAMBA, Av. San Juan 350 Fecha: desde el 17 de agosto a las 19. Horario: mar. a vier., 11 a 19; sáb. y dom., 11 a 20. Entrada: $ 30. Martes, gratis.

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FOTO: MARCOS LÓPEZ. IMAGEN: ARCHIVO LILIANA MARESCA
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COLECCION MNBA. IMAGEN ARCHIVO LILIANA MARESCA
 ??  ?? Carrito dorado. Fundición en bronce bañada en oro 24 kilates. Parte de la instalació­n “Recolecta”, exhibida en el Centro Cultural Recoleta en 1990.
Carrito dorado. Fundición en bronce bañada en oro 24 kilates. Parte de la instalació­n “Recolecta”, exhibida en el Centro Cultural Recoleta en 1990.
 ?? FOTO: MARCOS LÓPEZ. IMAGEN: ARCHIVO LILIANA MARESCA ?? Sin título. De la serie “Liliana Maresca con su obra”, 1983. Fotoperfor­mance (en la otra página, a la izquierda y en esta página a la derecha).Torso. 1982. Espuma de poliuretan­o expandido, alambre, pintura sintética y metal. 92 x 62 x 32 cm.
FOTO: MARCOS LÓPEZ. IMAGEN: ARCHIVO LILIANA MARESCA Sin título. De la serie “Liliana Maresca con su obra”, 1983. Fotoperfor­mance (en la otra página, a la izquierda y en esta página a la derecha).Torso. 1982. Espuma de poliuretan­o expandido, alambre, pintura sintética y metal. 92 x 62 x 32 cm.
 ?? FOTOGRAFÍA: MARCOS LÓPEZ Y RES. IMAGEN: ARCHIVO LILIANA MARESCA ?? Liliana Maresca, Elba Bairon, Eduardo Iglesias Brickles, El Búlgaro, Tulio de Sagastizáb­al, Marcia Schvartz, Santiago García Sáenz, Jorge Gumier Maier, Marcelo Pombo, Juan Pablo Renzi, Oscar Smoje y Eduardo Stupía, entre otros, en la sesión de prensa de la exposición “La Conquista. 500 años. 40 artistas”, Centro Cultural Recoleta, 1991.Mascaritas. ca. 1994. Técnicas y medidas diversas.Sin título. De la serie “Imagen pública Altas esferas”, 1993. Fotoperfor­mance.
FOTOGRAFÍA: MARCOS LÓPEZ Y RES. IMAGEN: ARCHIVO LILIANA MARESCA Liliana Maresca, Elba Bairon, Eduardo Iglesias Brickles, El Búlgaro, Tulio de Sagastizáb­al, Marcia Schvartz, Santiago García Sáenz, Jorge Gumier Maier, Marcelo Pombo, Juan Pablo Renzi, Oscar Smoje y Eduardo Stupía, entre otros, en la sesión de prensa de la exposición “La Conquista. 500 años. 40 artistas”, Centro Cultural Recoleta, 1991.Mascaritas. ca. 1994. Técnicas y medidas diversas.Sin título. De la serie “Imagen pública Altas esferas”, 1993. Fotoperfor­mance.
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FOTO: MARCOS LOPEZ. IMAGEN: ARCHIVO LILIANA MARESCA
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ARCHIVO LILIANA MARESCA
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ARCHIVO LILIANA MARESCA

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