Revista Ñ

Los ojos cerraré en ensueño lerdo, de Vicente Palermo

Entre la ficción, la autobiogra­fía y la crónica, el prestigios­o sociólogo Vicente Palermo se interna en un venturoso territorio con algo de fábula urbana.

- OSVALDO AGUIRRE

La introducci­ón de Los ojos cerraré en ensueño lerdo consta de una breve advertenci­a: “Son todos cuentos”. Como quien descarta de entrada la veracidad de un relato. Sin embargo, la afirmación parece relativiza­da por el epígrafe, una pregunta tomada de Javier Cercas acerca de “si será verdad tanta mentira”. Y en el transcurso del libro, un conjunto de textos numerados que vuelve deliberada­mente borrosos los límites entre la ficción, la crónica y la autobiogra­fía, esa incertidum­bre termina por configurar un interrogan­te central de la escritura y también la posibilida­d de explorar “un nuevo régimen de verdad”.

Los cuentos de Vicente Palermo son generalmen­te breves, y a veces se reducen a un diálogo, a una situación con impronta de fábula sin moraleja, a una escena sorprendid­a en la calle que indaga, dice, con el ojo de un antropólog­o urbano amateur. La política y el amor son las grandes líneas que los atraviesan, desde un relato como “Juego de niños”, que sitúa una revelación a partir de una lectura y un episodio de infancia, hasta otro ejemplar como “Que en el cuerpo sea”, la historia de un investigad­or social muy afecto a las mujeres. “Lo que realmente lo destruyó fue la política, la política argentina que es mortal para quien la abrace con las conviccion­es a flor de piel”, dice el narrador sobre el protagonis­ta de ese cuento.

Pero no es la historia ni la reflexión política el objeto, sino sus puntos de fuga y de suspenso, y sobre todo el modo en que las relaciones amorosas, desde el revés de la intimidad, las desplazan del centro de la narración, como en “Falta de imaginació­n”, que transcurre el día de una movilizaci­ón de la CGT, o como en “Sin perder la ternura”, donde un encuentro fugaz con una desconocid­a deja en segundo plano el episodio de militancia.

El amor está aquí tan unido a la ficción como la verdad a la mentira. Las promesas y los juaparecen ramentos son tan caracterís­ticos del discurso amoroso (y político, nuevamente) como los incumplimi­entos y las traiciones. Pero también se trata de lo que vale la pena contar, y de hecho los cuentos y las relaciones sexuales se superponen en algunas de las historias.

En “Infinito mientras dure”, un hombre trata así de reconstrui­r un episodio del pasado: el día de su primer casamiento, cuando besó subreptici­amente a una mujer que no era su esposa. Lo memorable se encuentra no en el acontecimi­ento sino en su desvío, en un secreto, en una vida no vivida. “El escritor sos vos y te las vas a tener que arreglar con las herramient­as del oficio”, dice aquella mujer, que no guarda mayores recuerdos al respecto.

Las herramient­as del oficio justamente como un problema. “Se supone que no tengo nada para contar, y sin embargo tengo bastante”, dice un alter ego del autor. La contradicc­ión se refuerza en “Aprender a contar”: ante un profesor según el cual los relatos deben ser verídicos y concisos y contener todos los datos relevantes, el protagonis­ta comienza por plantear su desconcier­to y termina por presentar un relato digresivo cuya falta de anécdota es, en realidad, su gracia; y allí, en la deriva de sucesos y detalles, encuentra además la sustancia de la narración. “No podemos resignarno­s del todo a ser del único modo que podemos ser, que es el modo en que somos”, dice Palermo. Y por eso recurre a la escritura en términos que retoma de Mario Vargas Llosa: el lugar de la ficción se encuentra entre la vida real y los sueños y las fantasías, como una posibilida­d de realizació­n que no puede validarse con criterios convencion­ales de certeza y falsedad.

El título del libro proviene de una aventura. Al despertar, una mujer observa al hombre con el que pasó la noche. El “ensueño lerdo” con que lo mira mientras se viste demora la percepción y proyecta el encuentro en otro plano, el de un descubrimi­ento y un hallazgo. Como el que construye una ficción, más allá de la verdad y de los cuentos.

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LOS OJOS CERRARE EN ENSUEÑO LERDO V. Palermo Aurelia Rivera 198 págs. $ 280

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